La nueva pareja: unida y suelta
Hace casi medio siglo reinaba la pareja fusional, mientras hoy aparece, entre las gentes de 25 a 35 a?os, la pareja fisional. Ayer imperaba la idea de formar una sola cosa, crear un proceso de unidad com¨²n, y los novios se abocaban sobre las novias para copar su voluntad, sus gustos y hasta el dom¨¦stico destino de sus vidas. La gran demanda de la pareja era convertir el d¨²o en uno; amarse hasta la fusi¨®n total. Ahora, no obstante, la demanda de individualidad personal no cesa, y desde ese pilar irrenunciable se construye una sociedad sin remover la concreta identidad de cada uno.En Francia tiene ¨¦xito estas semanas un libro de Fran?ois de Singly, Libres ensemble (Libres juntos), que recoge el mapa de esta forma nueva de cohabitar, casados o no, de diferente o de igual sexo, adultos con o sin hijos. Cada parte de la pareja ratifica, de vez en cuando, el feliz deseo de estar juntos, env¨ªa una u otra vez se?ales de sentirse enlazado a su partenaire, pero no se pliega a un modelo de vida que impondr¨ªa el otro. A uno puede gustarle salir y al otro estar en casa, uno puede preferir relacionarse regularmente con su familia de origen y al otro no. Ning¨²n problema: las actividades que no gusten a los dos no se comparten. La pareja, dice Serge Chaumier en otra obra parecida (La D¨¦liaison amoureuse), no debe ahogar la vida de nadie, ni limitar las potencialidades; m¨¢s bien debe reforzar la autoestima e impulsar el desarrollo particular. Antes la pareja o el matrimonio eran un fin en s¨ª, ahora son un medio. En la generaci¨®n anterior se proyectaba, se pensaba, se procuraba hacer pr¨¢cticamente todo juntos; ahora las personalidades se protegen de esas obligaciones conyugales y se resisten a ser devoradas por la voluntad del otro. Cada uno busca su espacio y su tiempo dentro de la convivencia y cada cual, contra los postulados de transparencia informativa que postulaba la cultura del 68, preserva sus secretos y confidencias. Ni se comparte necesariamente todo y tampoco se cuenta. El 42% de los j¨®venes actuales declaran que se puede amar a dos personas a la vez y un 65% prefieren no saber nada acerca de si su pareja les enga?a.
La independencia creciente de las mujeres, econ¨®mica y psicol¨®gica, el control de la maternidad, la opci¨®n al divorcio de mutuo consentimiento, la despenalizaci¨®n del adulterio, la liberalizaci¨®n general de las costumbres y el relativismo moral han creado un medio m¨¢s fluido contra la viscosidad moral y social de la etapa anterior. Ni la mujer, que posee un trabajo en los dos tercios de los casos, se deja conducir, ni mucho menos subordinar a la manera que a¨²n fue habitual en la generaci¨®n previa. En un libro, tambi¨¦n franc¨¦s, titulado El amor explicado a nuestros hijos, Nicole Bachar¨¢n y Dominique Simonet, bien aleccionados por su propia experiencia de personas mayores, recomiendan a los que hoy son ni?os "no seguir nunca junto a alguien que te haga sufrir o que te traicione. Nada de buscar excusas para esas torturas y continuar adelante con la uni¨®n. La clave debe ser ¨¦sta: ser fieles a s¨ª mismos".
Es decir, fieles a cada cual antes que a nadie, no ceder a la dictadura de la relaci¨®n ni tampoco a la invasi¨®n del car¨¢cter. Vivir juntos s¨ª, porque a la mayor¨ªa de los amantes les parece mejor compartir un mismo techo (con boda o sin ella) que adoptar el modelo norteamericano del living apart together, con un apartamento para cada uno. En suma, est¨¢ bien compartir el hogar, pero no permitir que se trasforme en una c¨¢mara de combusti¨®n para los hu¨¦spedes. El mito del proceso com¨²n en cuyo estuoso interior los corazones se comprim¨ªan para producir una caldosa sustancia ¨²nica se reemplaza por este nuevo amor donde el otro reluce m¨¢s entero y fresco, con una brisa fronteriza entre las almas.
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