La Feria de Abril y todo lo contrario
Literatura comparada de la Feria. En 1846, un vasco y un catal¨¢n proponen al Cabildo Municipal de Sevilla organizar una feria de ganado. Cuela. Al a?o siguiente se inaugura la feria. Es una serie de corrales con entoldados para que los tratantes pudieran aplicarse a la cosa con los compradores. En plan peli de Bonanza. Desde un primer momento, empero, hay una caseta municipal. Y chiringuitos que vend¨ªan juguetes, frutas y dulces. Tambi¨¦n hay tiovivos. Coincidiendo con esta Feria de Abril, hay corridas. De toros.Desde su momento fundacional, la feria no deja de crecer. En 1874, a la feria asistieron 60.000 cabezas de ganado, que posiblemente se lo pasaron pipa. Aquel mismo a?o se dan diferentes licencias para chiringuitos de comida r¨¢pida de la ¨¦poca: 15 licencias para puestos de bu?uelos, 34 para el sector turrones, 93 para el lobby tabernas y 9 para tenderetes de agua. Si se compara el n¨²mero de tabernas con el n¨²mero de tenderetes para agua -el refresco con m¨¢s ¨¦xito entre el colectivo equino, bovino y vacuno- se percibe que el evento tiene ya un inter¨¦s m¨¢s humano que comercial. Y que el inter¨¦s humano -repito: 93 tabernas- consist¨ªa en liarla.
En 1874, se alumbra la feria con l¨¢mparas el¨¦ctricas. En 1877, se experimenta con el primer farolillo de papel. En 1914, la feria se ampl¨ªa de tres a cinco d¨ªas. La tendencia sigue siendo reducir los corrales y aumentar los entoldados de los tratantes, que poco a poco adquieren el aspecto que los cient¨ªficos denominan caseta-de-feria.
La feria ganadera va convirti¨¦ndose en una an¨¦cdota en detrimento de la feria a secas. Salvo durante la guerra civil, cuando el ganado se convierte en el ¨²nico protagonista, en consonancia con el talante intelectual de Queipo de Llano.
En 1953, la feria aumenta su duraci¨®n hasta su actual formato: seis d¨ªas, los que van del martes al domingo de la tercera semana posterior a la Semana Santa. La Feria de Abril de Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, por cierto, se celebra coincidiendo con el puente del Primero de Mayo.
El Primero de Mayo es, tal vez, una meditaci¨®n sobre el dolor y la vida completamente opuesta a la Semana Santa. La Feria de Abril catalana se empez¨® a celebrar hace 29 a?os. Eran cuatro casetas cutres dispuestas en un espacio por urbanizar en Castelldefels, localidad situada junto a Barcelona, en lo que quiz¨¢ era una met¨¢fora de la emigraci¨®n andaluza de los a?os sesenta, a la que frecuentemente se ubicaba en espacios por urbanizar.
Con el tiempo, la feria ha ido ocupando diferentes sitios perdidos en diferentes municipios del cintur¨®n de Barcelona. Cuando los municipios reencontraban esas explanadas y las urbanizaban, se cambiaba de lugar. As¨ª, la feria catalana ha pasado por Castelldefels, L'Hospitalet, Barber¨¤ del Vall¨¨s, Santa Coloma de Gramenet y Sant Adri¨¤ de Bes¨°s, ciudades en donde, cuando viajas por la Pen¨ªnsula, percibes que todo el mundo tiene un primo.
Los desplazamientos generan cambios. Cuando te desplazas, te preguntas por qu¨¦ lo haces y qu¨¦ es lo que desplazas; es decir, te preguntas por ti. De lo que cabe deducir que, tal vez, una de las dos ferias sea una meditaci¨®n sobre el desplazamiento.
El juego de las ocho diferencias. En todo caso, las dos ferias tienen un aspecto diferente. La de Sevilla est¨¢ formada por m¨¢s de 1.000 casetas. Hay tres tipos de casetas. Las privadas: un grupo de amigotes, o una familia, monta su caseta. De entidades: asociaciones de empresarios, empresas, la Cope, la SER o la Guardia Civil -la caseta de la Guardia Civil, por cierto, se llama La Pareja-, que montan su caseta e invitan a sus clientes y usuarios -bueno, los usuarios de la Guardia Civil, es de suponer, que se mantienen lo m¨¢s lejos posible-. En tercer lugar, est¨¢n las casetas abiertas: partidos, instituciones.
La primera caseta abierta se abri¨® en 1974. La Pcera, del PCE. Ahora hay varias casetas p¨²blicas, abiertas a todo el mundo, pertenecientes al Ayuntamiento y a los distritos. Este a?o, la Feria catalana de Sant Adri¨¤, que no para de crecer, ha contado con 34 casetas, pertenecientes a entidades andaluzas, partidos y asociaciones de emigrantes provenientes de otras partes de la Pen¨ªnsula. No hubo caseta de la Guardia Civil, sino, posiblemente, todo lo contrario; es decir, dos casetas de dos colectivos gitanos. Hubo una caseta gay, con el nombre de McArena, frecuentada por tel¨²ricas drag-queens. Tambi¨¦n hubo casetas de diversos partidos -este a?o no han asistido Iniciativa per Catalunya ni Esquerra Republicana, que alguna vez lo han hecho; Converg¨¨ncia i Uni¨® (CiU) estuvo con dos casetas, la suya y la de Uni¨® Democr¨¤tica, partido asociado a CiU cuyo l¨ªder es Duran Lleida, tal vez la Yoko Ono de CiU.
En algunas casetas, netamente comerciales, se vend¨ªan productos de la dieta mediterr¨¢nea, como aceite de oliva o tel¨¦fonos m¨®viles. En lo que es su originalidad, en la feria de Sant Adri¨¤ todas las casetas son p¨²blicas y nadie niega la entrada a nadie.
Los n¨²meros te hablan. Las casetas sevillanas son peque?itas y simp¨¢ticas. Son uniformes y est¨¢n uniformadas. S¨®lo se permiten tres colores: el verde, el blanco y el rojo. Los colores del Betis y del Sevilla o, si se opta por otro bucle sentimental, de la bandera andaluza y del pend¨®n de Sevilla.
A la entrada hay un guardia jurado o un chico listo que te deja o no te deja pasar. Las casetas tienen una parte delantera, donde la gente baila y se r¨ªe de la Luna. Y una trasera, donde est¨¢n la cocina y el v¨¢ter. El v¨¢ter tiene un techo de uralita. Se suda tanto dentro de esos v¨¢teres que uno llega a pensar que se hace innecesario evacuar l¨ªquidos por otro sitio.
Tambi¨¦n hay una barra. La barra est¨¢ gestionada por un grupo de personas que apalabran sus servicios con los due?os de la caseta y trabajan a gog¨® durante la feria. Generalmente, se trata de un peque?o empresario, que se puede sacar 500.000 pesetas, y varios camareros, que se sacan las 100.000. Una caseta recibe nombres como Los Dos Amigos, Los Doce Amigos, Los Doce P¨¢jaros, o, glups, Pe?a Cultural P¨ªo XII. La tasa municipal de una caseta oscila entre 100.000 y 130.000 pesetas por m¨®dulo. Ese precio comprende el solar, los impuestos, la estructura de la caseta, el agua y la electricidad.
La decoraci¨®n de la caseta puede costar entre 800.000 y dos millones de pesetas. Los propietarios suelen ser una agrupaci¨®n de amigotes o familiares, y suelen pagar 60.000 pesetas por bigote a lo largo del a?o para solventar los gastos. La lista de espera para conseguir caseta es muy larga, de manera que han aparecido terceras v¨ªas para lograr una. Se trata de revender ilegalmente tu caseta -la operaci¨®n puede costar tres millones- o de entrar en una como socio y adquirirla en dos a?os -me dicen que esto puede costar 10 millones.
Cuando te invitan a una caseta -la ¨²nica forma de entrar en ellas si no eres propietario-, generalmente no pagas nada de lo que comes o bebes. Te invita alg¨²n socio, que se suele dejar entre 100.000 y 200.000 pesetas en la barra tras varios d¨ªas de ya-pago-yo-pollo. La comida de las casetas sevillanas es I + D, todo lo contrario de la que se sirve en algunas casetas de Sant Adri¨¤, que tiene m¨¢s aspecto de haber pasado por un taxidermista que por un cocinero.PASA A LA P?GINA SIGUIENTE
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