Sosa comedia de los hermanos Coen y gran filme surreal del cubano Tab¨ªo
Ir¨¢n y China aportan dos filmes de gran belleza y dureza sobre la violencia pol¨ªtica
La pizarra es una breve e intensa pel¨ªcula iran¨ª, dirigida con austera precisi¨®n por la joven Samira Makhmalbaf. Cuenta, con aire metaf¨®rico pero inspirada en un suceso ver¨ªdico, la historia de una matanza genocida en un paso fronterizo de las monta?as del Kurdist¨¢n. Es una indescriptible, aterradora, escalofriante representaci¨®n de los estados extremos de la miseria y el padecimiento, ante la que a veces hay que bajar los ojos para no turbar y perturbar la mirada y poder encarar con serenidad la parte que tiene de documento este filme colectivo, interpretado por parias que en cierto modo se interpretan a s¨ª mismos o a las sombras de paisanos suyos muertos, exterminados.Tambi¨¦n es la historia de un exterminio pol¨ªtico el filme chino Demonios, pero, al contrario que el iran¨ª, no breve, pues dura casi tres horas. El exceso innecesario de metraje es el ¨²nico defecto de esta pel¨ªcula, dirigida por un actor llamado Jian Wen, un genio de la interpretaci¨®n que es tambi¨¦n protagonista del filme, donde se cuenta otro asunto de fondo ver¨ªdico, la aniquilaci¨®n durante la II Guerra Mundial por el Ej¨¦rcito de Jap¨®n de los pobladores de una aldea china que dio cobijo a un soldado japon¨¦s desertor. El febril relato no da tregua. Machaca en blanco y negro la retina con un ametrallamiento de im¨¢genes de ferocidad y sarcasmo sobrecogedores.
El buen cine se alarg¨® ayer a la secci¨®n paralela Una Cierta Mirada, donde se estren¨® Lista de espera, magn¨ªfica pel¨ªcula cubana escrita y dirigida por Juan Carlos Tab¨ªo, conocido en Espa?a por sus colaboraciones con Tom¨¢s Guti¨¦rrez Alea en las dos pel¨ªculas testamentarias de ¨¦ste, Fresa y chocolate y Guantanamera, donde Tab¨ªo, aunque puso mucho de s¨ª mismo, se mantuvo escondido detr¨¢s del nombre de su maestro. Pero en Lista de espera emergen plenamente identificados el talento y la singularidad de este cineasta, forjado a la sombra del gran Alea, pero due?o de un estilo perfectamente diferenciado del de aqu¨¦l, aunque uno y otro sean deudores permanentes de Luis Bu?uel, cuya pel¨ªcula El ¨¢ngel exterminador nos da algunas claves de entendimiento formado para Lista de espera.
Los hermanos Coen son los ni?os mimados americanos de este festival. Es la quinta vez que traen a Cannes una pel¨ªcula suya y la cuarta con que participan en la competici¨®n oficial. Con Barton Fink se llevaron la Palma de Oro en 1991; con esta misma pel¨ªcula y con Fargo, en 1996, ganaron el premio a la mejor direcci¨®n; y John Turturro, que tambi¨¦n act¨²a en O brother, gan¨® el premio al mejor actor por su revelaci¨®n en Barton Fink. Pero esta vez es presumible que vuelvan a California con las manos vac¨ªas, aunque George Clooney hace en su pel¨ªcula una preciosa y brillante interpretaci¨®n en clave de parodia de Clark Gable, que puede hacerle aspirante al premio al mejor actor, aunque no le llegue a la altura del zapato al genial histri¨®n chino Jian Wen. Las cosas son as¨ª de feas en los juegos del toma y daca de algunos jurados sin escr¨²pulos o sin criterio.
O brother despierta una sonrisa agradecida, y mientras se ven se perdonan sus imprecisiones, que son abundantes, sobre todo en el ritmo interior, que est¨¢ mal medido y disgrega a los tres personajes -Clooney, Turturro y Tim Blake Nelson- que forman el eje triangular de la road movie enloquecida que quiere ser y no es la pel¨ªcula. Le falta sensaci¨®n de itinerario, de recorrido, de distancia. Y le sobran varias escenas intrusas, que chirr¨ªan por su inoportunidad y porque rompen el hilo del continuo narrativo secuencial con un pedazo de otra pel¨ªcula completamente ajena a ¨¦sta.
Los Coen han querido meter demasiadas ideas, demasiadas canciones, demasiados gui?os, demasiados homenajes, por lo que se produce en el filme un efecto de lata de sardinas, compresi¨®n o atasco mortal para el desencadenamiento y el desarrollo que necesitan los gags visuales, que al no encontrar su punto de agilidad y su tempo adecuado, pierden la m¨¢gica eficacia de la carcajada colectiva inmediata y crean una insalvable, casi penosa, sensaci¨®n de soser¨ªa.
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