Betty Friedan desvela el dif¨ªcil camino del movimiento feminista
La autora del libro que en 1963 moviliz¨® a las mujeres hace autocr¨ªtica en sus memorias
A los 79 a?os, Betty Friedan todav¨ªa tiene algo que decir. La autora de La m¨ªstica de la feminidad, el libro que en 1963 lanz¨® el movimiento feminista norteamericano, no ha perdido la franqueza que le proporcion¨® tantos elogios como cr¨ªticas. "La verdad es que siempre he tenido muy mala leche. Algunos dicen que me he calmado con la edad. No lo s¨¦", reconoce en las memorias que acaba de publicar en Estados Unidos. Life so far da una imagen bastante m¨¢s humana de una persona que hace cuatro d¨¦cadas se vio desbordada y luego aislada por el movimiento que ayud¨® a crear.
Friedan no se anda por las ramas. Relata sus 22 a?os de violento matrimonio con un ejecutivo publicitario con el que mantuvo frecuentes altercados f¨ªsicos, una aparente contradicci¨®n para la diosa del feminismo; cuenta las frustaciones de su madre, mujer inteligente enclaustrada en su vida familiar, y sus consecuencias sobre la personalidad de su hija; y recuerda la inesperada llegada del ¨¦xito y sus conflictos y envidias con las otras feministas norteamericanas, entre ellas Gloria Steinem.Friedan no ten¨ªa planeado escribir sobre su vida, pero se sinti¨® obligada a dar su versi¨®n de los hechos despu¨¦s de la publicaci¨®n de dos biograf¨ªas suyas el a?o pasado, Betty Friedan her life, de Judith Hennesse, y Betty Friedan and the making of the feminine mystique, de Daniel Horowitz: "Para empezar, unas memorias significan el final de la carrera de una persona, y yo sigo haciendo cosas. Luego, me parece que mirar hacia atr¨¢s es aburrido. Prefiero pasar el tiempo mirando hacia delante. Pero mi familia, mis amigos, mis colegas, me forzaron la mano, hace unos a?os, cuando empezaron a recibir las llamadas de personas que escrib¨ªan libros sobre m¨ª".
Bettye Goldstein naci¨® en 1921 en Peoria, una peque?a ciudad de Illinois, hija de un matrimonio de inmigrantes jud¨ªos de Europa Central. Su infancia estuvo marcada por los constantes ataques de ira de su madre. Betty se liber¨® en la universidad, donde se gradu¨® en Psicolog¨ªa. En Berkeley renunci¨® a una beca para complacer al hombre con el que sal¨ªa entonces. Fue un momento decisivo en su vida que luego la llevar¨ªa al feminismo.
En 1943, al poco de mudarse a Nueva York, donde colaboraba con varias publicaciones obreras, conoci¨® a un joven director de teatro, luego ejecutivo publicitario, que se convertir¨ªa en su marido, Carl Friedan. Aquello empez¨® mal desde el principio. "Una vez encontr¨¦ una carta que estaba escribiendo a sus padres sobre una chica que no era bonita, pero s¨ª inteligente, y que siempre podr¨ªa mantenerle de alguna forma". Entre pelea y pelea, los Friedan tuvieron tres hijos. Betty se convirti¨® en ama de casa. Sigui¨® colaborando en diversas revistas y fue uno de sus art¨ªculos no publicados el que la empuj¨® a escribir sobre el malestar de la mujer norteamericana de los a?os cincuenta. "Hab¨ªa una extra?a discrepancia entre la realidad de nuestras vidas como mujeres y la imagen a la que intent¨¢bamos adaptarnos, la imagen que he llamado la m¨ªstica femenina", escribi¨® en La m¨ªstica de la feminidad. El libro fue un ¨¦xito y se vendieron m¨¢s de tres millones de ejemplares.
"A lo largo de estos a?os, mucha gente me ha preguntado "?c¨®mo lo hiciste?". Nunca he podido contestar a esa pregunta. Porque nunca tuve la intenci¨®n de empezar una revoluci¨®n feminista. Nunca lo plane¨¦. Simplemente, ocurri¨®", dice Friedan en sus memorias.
Pero el ¨¦xito se le subi¨® a la cabeza y Friedan empez¨® a comportarse como una diva. Sus altercados con los miembros de la que es ahora la principal organizaci¨®n feminista norteamericana, la National Organization for Women (NOW), que ayud¨® a crear, se volvieron cada vez m¨¢s frecuentes. Sus ataques hacia las posturas m¨¢s radicales de una nueva generaci¨®n la apartaron del movimiento.
Friedan reconoce ahora que no estaba hecha para las decisiones colectivas o las responsabilidades. "Mirando hacia atr¨¢s, creo que hice lo correcto al empezar todas esas organizaciones (...). Fui muy buena inspir¨¢ndolas y cre¨¢ndolas, pero no pod¨ªa tolerar las reglas. Nunca tuve mucha paciencia a la hora de administrar cosas. Pero es muy gratificante ver lo lejos que han llegado".
En 1967 tom¨® una decisi¨®n radical en su vida. "Divorciarme ha sido lo m¨¢s dif¨ªcil que he tenido que hacer. Ten¨ªa tanto miedo a quedarme sola... Ahora ya no me importa, porque la verdad es que casi nunca estoy sola, tengo muchos amigos".
Friedan vive entre su apartamento de Washington y su casa de Sag Harbour, en Nueva York. Ha escrito cinco libros aparte de sus memorias, uno de ellos sobre la tercera edad, pero ninguno ha tenido la repercusi¨®n de La m¨ªstica de la feminidad. Sigue impartiendo cursos de vez en cuando en la Universidad de Cornell.
"De alguna forma lo hice por mi padre, para que los hombres no tuvieran que soportar las frustraciones de sus mujeres y tener que pasar por ellas. Lo hice por mi madre, para que las mujeres no tuvieran que depender de sus maridos porque no ten¨ªan profesi¨®n", afirma.
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