Tarde de pantallas y transistores, y cita en Cuatro Caminos el viernes
A la afici¨®n deportivista se le sol¨ªa atribuir la virtud o el sambenito de ser la ¨²nica capaz de aplaudir al equipo contrario, de acudir a Riazor como a la ¨®pera. No se instalaban pantallas gigantes para seguir el destino del equipo por televisi¨®n y la fuente de los Cuatro Caminos no recib¨ªa avalanchas de seguidores desde el triunfo en el trofeo Teresa Herrera de 1998.Ayer todo cambi¨®. Ya por la ma?ana, el alcalde Francisco V¨¢zquez, cul¨¦ y enemigo confeso de C¨¦sar Lendoiro, pidi¨® a la virgen del Rosario el t¨ªtulo de Liga en la funci¨®n del voto que se celebra desde hace cuatro siglos. Y a primera hora de la tarde, en Riazor hab¨ªa ambiente de futbol. Coches haciendo gala de banderas y bocinas y chiringuitos de gorras y bufandas.
Una emisora local instal¨® una pantalla de 4 por 4 metros en el pabell¨®n polideportivo anexo al estadio y emiti¨® 8.000 invitaciones. Por lo visto, las reparti¨® todas y se qued¨® corta. Pandillas de adolescentes agrupadas en las gradas, familias con ni?os acampadas en la moqueta siguieron el partido con el ojo puesto en la se?al de Teletaquilla y el o¨ªdo en la retransmisi¨®n de los locutores radiof¨®nicos, jaleando las ocasiones y silbando las interrupciones publicitarias.
"Parece que Donato se ha lesionado", rug¨ªan los altavoces, y el esp¨ªritu de aquel otro 14 de mayo, cuando el hispano-brasile?o no pudo tirar aquel penalti desde el banquillo, recorri¨® los espinazos de los congregados, prontamente galvanizados por una cu?a de un taller de chapa y pintura y la visi¨®n del "abuelo" recuper¨¢ndose.
En el exterior, lo mismo. Por la calle, aprovechando el sol, ¨²nicamente algunas se?oras, parejas de enamorados y caballeros con cara de prisa. Los establecimientos hosteleros trastocaron el orden natural de las mesas y alienaron militarmente las sillas en direcci¨®n al televisor. En las cervecer¨ªas, multitudes de j¨®venes con las gargantas roncas pese al trasiego de ca?as.
La fuente de los Cuatro Caminos no lleg¨® a manar, como en las grandes ocasiones. Un millar de j¨®venes decidieron amortizar la inversi¨®n de toda una tarde en nervios y cerveza, se subieron por turnos a la fuente y quedaron entre ellos para el pr¨®ximo viernes.
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