Pasteleos
El virulento sello antidemocr¨¢tico de los ¨²ltimos objetivos seleccionados por ETA para sus asesinatos (un portavoz parlamentario, un columnista del Foro Ermua) resulta de dif¨ªcil interpretaci¨®n, pues, a primera vista, equivale a echar piedras contra su propio tejado regalando argumentos a la cruzada antinacionalista del Partido Popular. Se dir¨ªa, por lo tanto, que su oculto objetivo ¨²ltimo es arruinar al PNV, y para eso atenta contra sus adversarios pol¨ªticos, a los que simb¨®licamente asesina en su nombre. Lo cual equivale a escenificar a la inversa una suerte de reedici¨®n contra natura de la pinza Aznar-Anguita, esta vez dirigida contra el nacionalismo moderado y ocupando ETA el papel objetivo de improbable compa?ero de cama de la derecha espa?olista.?Cabe entender tama?a perversi¨®n? Una forma de hallarle sentido es aplicando la f¨¢bula de la rana y el escorpi¨®n, como ya hice cuando ETA rompi¨® su presunta tregua. La ranita PNV se ofreci¨® a salvar al escorpi¨®n ETA de la inundaci¨®n causada por el esp¨ªritu de Ermua, que amenazaba con ahogar a nacionalistas tibios y radicales: as¨ª surgi¨® Lizarra. Pero es tal la naturaleza del escorpi¨®n que le devuelve ahora el favor a la ranita clav¨¢ndole en el cuello su feroz aguij¨®n. Y este relato puede ilustrarse con la par¨¢bola del hijo pr¨®digo, que, tras ser perdonado por su progenitor, decide freudianamente matar al padre para suplantarle ocupando su lugar en la casa de Yahv¨¦.
Al clavarle su aguij¨®n, ETA se ha apoderado del alma del PNV como si le hubiese inoculado alg¨²n virus maligno. En efecto, matar a sus adversarios en su nombre le permite a ETA secuestrar la voluntad del PNV, tom¨¢ndole como reh¨¦n de su propia culpabilidad transferida. Pues el mensaje que los ¨²ltimos atentados de ETA le transmiten a Egibar y Arzalluz reza como sigue: Nosotros matamos, pero vosotros sois los responsables. De este modo, tal como si hubieran planteado con ¨¦xito una OPA hostil que les concediera poder de control sobre la c¨²pula del PNV, la muy minoritaria ETA logra utilizar, en su propio beneficio, la mayor¨ªa relativa nacionalista, que, sin poder evitarlo, se ve obligada a plegarse a sus estramb¨®ticos designios suicidas. Y por eso ETA exige a EH o HB que no se presente a las elecciones a fin de que sus votantes infiltrados secuestren al electorado peneuvista.
?C¨®mo romper este mal¨¦fico encantamiento para que el PNV se recobre, vuelva en s¨ª y recupere su sentido com¨²n? Los bienintencionados amantes del consenso sugieren que hay que transigir, ech¨¢ndole una mano para ayudar al PNV a salir del pantano. Y subrayan sus argumentos con el temor a la fractura social y al enfrentamiento civil, que, seg¨²n sospechan, ser¨ªa el objetivo ¨²ltimo al que aspirar¨ªan los terroristas. De ah¨ª que aboguen por el apaciguamiento y la contemporizaci¨®n, tratando de tender puentes con el PNV. Y ponen como ejemplo la transici¨®n a la democracia, que, por miedo a la repetici¨®n de la guerra civil, se habr¨ªa realizado bajo el signo de la transigencia, la componenda y la transacci¨®n. Pero un pasteleo as¨ª no ser¨ªa de recibo.
El consenso de la transici¨®n se limit¨® a pactar las reglas de juego, es decir, el reglamento de la competici¨®n pol¨ªtica. Pero no pact¨® ni el reparto de poder ni el resultado del juego, que qued¨® abierto al cambiante albur electoral. En cambio, ahora el PNV ha intentado pactar con ETA su particular segunda transici¨®n. Pero lo ha hecho al rev¨¦s, pactando no el reglamento de la competici¨®n, sino el resultado del juego (soberanismo), reparti¨¦ndose el poder a espaldas de los ciudadanos. Semejante pasteleo, que no se dio en la primera transici¨®n, resulta inadmisible. Y hay que impedirlo por todos los medios. De ah¨ª que frente a los propagandistas del consenso a ultranza haya que preferir la pol¨ªtica de firmeza reglamentaria que propugna Mayor Oreja: la ¨²nica que obligar¨¢ al nacionalismo a clarificar en las urnas sus propias contradicciones internas. Es preciso aplicar el reglamento echando del campo a los jugadores que matan al contrario. Pues, de no hacerlo as¨ª, ganar¨¢n la partida los ventajistas del juego sucio.
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