Una cima aliada con en tiempo
Hace poco menos de un mes, el holand¨¦s Hans Van de Mouland era el occidental m¨¢s aclimatado del campo base, tambi¨¦n el alpinista mejor programado: "A la cima, sin ox¨ªgeno, el d¨ªa 10 de mayo", dec¨ªa, y le dejaba a uno con su dolor de cabeza y la vista alejad¨ªsima del Everest al fondo. Lejos, muy lejos. El pasado martes, Van de Mouland, contact¨® a trav¨¦s de su radiotransmisor con el campo base avanzado. Eran las 10 de la noche y acababa de instalarse en el campo 3, a 8.300 metros, acompa?ado por varios sherpas. "A las dos de la ma?ana salgo hacia la cima", se?al¨® convencido.A esa misma hora, nevaba copiosamente en el campo 1 del Everest, a 7.000 metros y los menos aclimatados busc¨¢bamos la f¨®rmula para olvidar las n¨¢useas y dormir. La nieve empezaba a cubrir las tiendas. "Si el holand¨¦s ese aprecia su vida, no saldr¨¢", zanj¨® el alpinista alav¨¦s Juanito Oiarzabal al conocer los planes del madrugador alpinista holand¨¦s.
"Me bajo"
A las dos de la ma?ana, Van de Mouland encendi¨® de nuevo su radiotransmisor, esta vez mucho menos optimista: "Me bajo en cuanto amanezca, apenas siento los dedos de los pies y de las manos". Acababa ah¨ª el primer intento de cima de la temporada, por lo menos por la cara norte. Cosas del tiempo, seg¨²n el holand¨¦s, empe?ado en convertirse en el alpinista m¨¢s relevante de su pa¨ªs. De momento es el segundo, y en sus pron¨®sticos no le falta raz¨®n: el baile de los pron¨®sticos meteorol¨®gicos se ha convertido ya en un asunto de rechifla. No hay dos d¨ªas buenos seguidos y avanzar por esta cara empieza a resultar ut¨®pico.
La ma?ana del abandono de Van Mouland, la expedici¨®n Retena Odisea deb¨ªa alcanzar y montar el campo 2, a 7.700 metros. Ya lo hab¨ªan intentado con anterioridad, y el viento o la nieve les hab¨ªa disuadido. No llegaron a salir del campo base. Poco antes de las seis de la ma?ana, sus tres tiendas en el campo 1 amanecieron enterradas en la nieve.
Mikel Zabalza abandon¨® la suya por su propio pie; tumbado en la m¨ªa, ni siquiera llegu¨¦ a darme cuenta de que ¨¦sta estaba a punto de ceder bajo el peso de la nieve. No pod¨ªa o¨ªr nada del exterior, ni pod¨ªan o¨ªrme. Empezaba a quedarme dormido despu¨¦s de dos noches en vela: faltaba ox¨ªgeno en la tienda y cuando el sherpa Kaji irrumpi¨® en el interior (y la nieve con ¨¦l) me cost¨® un par de minutos entender por qu¨¦ estaba tan asustado mi compa?ero.
M¨¢s que descender, hu¨ªmos, preocupados por la acumulaci¨®n de nieve en la ladera que conduce al campo base, sujetos a las cuerdas fijas, nuestro ¨²nico seguro en caso de que nuestras pisadas provocaran un alud de placa.
No ocurri¨® nada de eso y regresamos a la monotertulia que nos ocupa todos estos ¨²ltimos d¨ªas: ?es mejor retirarse y esperar el buen tiempo, si llega? ?Merece la pena arriesgarse aunque el tiempo desaconseje cualquier movimiento?
El 31, de vuelta
El caso es que el 31 de mayo todas las expediciones estar¨¢n ya de vuelta, que el tiempo agudiza los estados fr¨¢giles de nervios y nada parece indicar que la meteorolog¨ªqa mejore [el pasado viernes la situaci¨®n comenz¨® a mejorar, como se informaba en la edici¨®n de EL PA?S de ayer en la p¨¢gina 9].
El jueves pasado la expedici¨®n navarra fij¨® el campo 2 justo a tiempo de resguardarse en su tienda y soportar a cubierto la en¨¦sima tormenta de nieve. El grupo de TVE pensaba imitarles el viernes. Alberto Zerain, Juanito Oiarzabal y Querejeta pretenden ganar dicha altura partiendo desde el campo 1. Si no cambia el tiempo, regresar¨¢n maldiciendo y sin saber, una vez m¨¢s, a qui¨¦n encomendarse y qui¨¦n esperar.
Zerain, el monta?ero veloz
Acaba de descender de una altura vecina a los 7.600 metros y parece un turista f¨¦liz despu¨¦s de un buen d¨ªa de paseo y fotograf¨ªas. Alberto Zerain, c¨¢mara colgada del cuello, manoplas sujetas de sus mu?ecas, parece no sentir la nevada cuando se asoma a una de nuestras tiendas para preocuparse por el estado de nuestra salud. Ni siquiera lleva puesto el imprescindible buzo de altura. Un italiano, Silvio Mondinelli, integrado en la expedici¨®n Euskaltel pretende batir alg¨²n r¨¦cord de velocidad, aunque s¨®lo lo confiesa en petit comit¨¦. Un d¨ªa, alcanz¨® en dos horas y cuarto el campo 2 desde el campo 1. A Oiarzabal le cost¨® ocho horas. A Alberto Zerain, que s¨®lo quer¨ªa "probarse", hora y tres cuartos.
No anda, vuela, y alterna su contrato con Televisi¨®n Espa?ola, en el que figura como el escalador ingl¨¦s Irvine, desaparecido en 1924 junto a Mallory, con su faceta de alpinista. Ahora mismo es el m¨¢ximo candidato de los presentes a pisar la cumbre del Everest.
A cuarenta minutos
A sus 38 a?os, conoce la cima del Makalu y la del Everest, que alcanz¨® por su cara sur en 1993. Ese d¨ªa, a su ritmo, se encontr¨® s¨®lo a escasos cuarenta minutos de la cima. Nadie, ni siquiera los sherpas, hab¨ªan podido seguir su ritmo y en ese instante, renunci¨® a llegar sin compa?¨ªa a la cima. Esper¨® a los sherpas y aguant¨® noventa minutos en lo m¨¢s alto esperando al suyo, que portaba los banderines publicitarios necesarios para hacerse la foto de rigor. Ahora asegura que no pasar¨¢ lo mismo, que se llevar¨¢ los banderines en el bolsillo .
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