No paraban de salir inv¨¢lidos
Como si hubiera epidemia: todo lo que sal¨ªa estaba inv¨¢lido. Diez veces se abri¨® el port¨®n de chiqueros para dar suelta a una esperanza de bravura, y lo que aparec¨ªa era una penosa muestra de invalidez supina.El esc¨¢ndalo de los toros...
Quieren decir los taurinos (y alg¨²n tonto que les sigue), que no es invalidez sino una conjunci¨®n de causas espec¨ªficas.
Esto de la conjunci¨®n de causas espec¨ªficas puede dar mucho juego. Lo invent¨® el ministro aquel de cuando la colza. Un genio de la frase y pues tambi¨¦n invent¨® lo del bichito.
Los ganaderos de entonces no hicieron uso pero tomaron nota los de ahora y se inventan una serie de historias para justificar la invalidez de los toros. Desde la meteorolog¨ªa hasta el proceloso movimiento circundante de los astros todo les vale.
Rojas / Espl¨¢, Cordob¨¦s, Bautista Cuatro toros de Gabriel Rojas (s¨®lo se lidiaron 1? y 3?; los otros, devueltos por inv¨¢lidos (ya se hab¨ªan rechazado 11 en el reconocimiento): discretos de presencia, flojos, manejables
Dos de Julio de la Puerta, devueltos por inv¨¢lidos. Resto, sobreros: de Criado Holgado, 2?, escurrido y alto, manejable; 4?, fe¨ªsimo, destartalado e inv¨¢lido; 5?, de Joaqu¨ªn Barral, bien presentado, sospechoso de pitones, inv¨¢lido; 6?, de Hermanos Astolfi, de escaso trap¨ªo, inv¨¢lido, manejable. Luis Francisco Espl¨¢: media estocada y rueda de peones (silencio); pinchazo, otro hondo y descabello (silencio). El Cordob¨¦s: pinchazo, estocada perpendicular y rueda insistente de peones (silencio); estocada y rueda de peones (palmas y tambi¨¦n protestas cuando saluda). Juan Bautista: pinchazo y estocada muy atravesada (vuelta muy protestada); pinchazo y estocada (palmas). El Rey presenci¨® la corrida en una barrera. Plaza de Las Ventas, 15 de abril. 6? corrida de abono, 3? de feria. Lleno.
Lo que nadie dice es que aqu¨ª hay fraude. Aqu¨ª hay un fraude monumental. Si les hacen alguna barrabasada a los toros, por eso; si no se la hacen, tambi¨¦n, pues si la ganader¨ªa de bravo no da para m¨¢s, si est¨¢ enferma, constituye una estafa seguir echando esos toros al ruedo y cobrarlos como si estuvieran sanos.
Algunos de los inv¨¢lidos se lidiaron, incluso contra viento y marea. Se lidi¨® hasta el sobrero de Criado Holgado, un bicharraco sin trap¨ªo m¨¢s feo que pegarle a un padre, a pesar de la rechifla al verlo salir y de la bronca creciente que provoc¨® despu¨¦s mientras el animal no paraba de pegarse batacazos.
Diez toros saltaron a la arena: los seis titulares y los cuatro sobreros. Pero d¨¦bese aclarar que los titulares no eran precisamente los anunciados de Gabriel Rojas, pues dos ven¨ªan remendados con otros tantos toros de Julio de la Puerta, que tambi¨¦n fueron deevueltos por inv¨¢lidos. Y en el reconocimiento veterinario previo se rechazaron 11 que Gabriel Rojas hab¨ªa pretendido colar de matute. Se debi¨® creer que estaba en Sevilla.
El Rey, desde una barrera, presenci¨® el desaguisado de la tercera corrida de feria. No es la primera vez que ocurre. En la casa real se deben creer que los aficionados vamos a los toros a que nos tomen el pelo y a sufrir, pues siempre que acuden a la plaza se organiza la de dios, por culpa de los toros y sus invalideces.
Con semejantes ruinas en el redondel, poco se puede hablar de toreo. La terna compareci¨®, eso es todo. Si acaso hubo alg¨²n detallito, remotamente digno de menci¨®n. Luis Francisco Espl¨¢ lidi¨® bien, banderille¨® a toro pasado,se alivi¨® en su primera faena de muleta y cort¨® por lo sano la segunda pues el p¨²blico no aceptaba que torease al lisiado que soltaron de sobrero.
El Cordob¨¦s, trapacero en sus intervenciones capoteras y muleteriles, intent¨® alguno de sus lances histri¨®nicos sin que lo celebrara la multitud. La multitud ¨²nicamente hab¨ªa acudido a ver toros y toreo. Y lo que pretend¨ªa El Cordob¨¦s nada ten¨ªa que ver. Ya se sabe lo caprichosas que son las multitudes.
Distintas intenciones tra¨ªa Juan Bautista que lance¨® ajustado de capa, ejecut¨® algunos muletazos estimables al tercer toro y le embarc¨® con gusto por naturales. El defecto consisti¨® en que no los ligaba, rectificaba raudo al rematarlos; y eso tampoco es. Con el sexto a¨²n se acopl¨® menos. El inv¨¢lido sobrero se puso incierto y tampoco daban ganas de torear. Cerca de las 10 de la noche -que eran- de lo que dan ganas es de cenar. Y el p¨²blico sali¨® a escape por los vomitorios deseando darle un abrazo a la familia y dormirse luego viendo la televisi¨®n.
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