La fortuna de tener un cura m¨¦dico
El m¨¦dico Pepe Mazuelos P¨¦rez, natural de Osuna (Sevilla), de 39 a?os de edad, dice todos los d¨ªas misa en la iglesia parroquial de Santa Mar¨ªa de las Nieves en el municipio aljarafe?o de Benacaz¨®n.Y por si esto no fuera suficiente para asombrar a sus feligreses, el cura Mazuelos puede dar fe -nunca mejor dicho- de que ha estado cinco a?os en Roma estudiando Teolog¨ªa Moral, ha conversado varias veces con el Papa, -del que asegura que le tarare¨® Algo se muere en el alma, "adem¨¢s de tener la cabeza bien puesta"- y ha escrito una tesis sobre bio¨¦tica.
Posibilidad y significado de la bio¨¦tica mediterr¨¢nea, obra con la que se doctor¨® en Teolog¨ªa, es un grueso volumen de m¨¢s de 500 p¨¢ginas, que se resume, seg¨²n "don Jos¨¦" (as¨ª le llaman sus convecinos), en que "es necesario reivindicar la idiosincrasia latina frente al individualismo anglosaj¨®n para vencer a la t¨¦cnica con el humanismo y la ¨¦tica".
Este cura tard¨ªo, al que le lleg¨® la vocaci¨®n a los 25 a?os, siendo ya m¨¦dico y mientras cumpl¨ªa los ¨²ltimos meses de mili en la base naval de San Fernando, afirma que "la dimensi¨®n social del mundo latino jam¨¢s deber¨ªa perderse."
"El enfermo americano o ingl¨¦s", a?ade sin poder sustraerse a su condici¨®n de galeno, "le pedir¨¢ siempre al m¨¦dico que le informe. ?l cree que se bastar¨¢ por s¨ª mismo para decidir. En cambio, en nuestra cultura, no s¨®lo el paciente desea saber, tambi¨¦n la familia quiere estar al tanto de lo que le ocurre al enfermo". "En cualquier caso", continua diciendo el sacerdote Mazuelos, "entre nosotros, no se desea tanto tener informaci¨®n, como poder confiarse a alguien".
"Una semana en el seminario", fue el pron¨®stico que le hizo un amigo cuando le coment¨® que iba a ser cura. Sin embargo, aguant¨® cuatro a?os, y hoy es feliz con su elecci¨®n. Jam¨¢s se le hab¨ªa pasado por la cabeza ser sacerdote; pero Dios, seg¨²n sus palabras, se apoder¨® de su coraz¨®n y de su voluntad. Despu¨¦s de varias semanas dudando, "un d¨ªa me encerr¨¦ en mi habitaci¨®n y tom¨¦ la decisi¨®n".
En su familia -su padre es m¨¦dico- la sorpresa fue grande. Y en su entorno tambi¨¦n. Pero estaba decidido. "Lo cierto es que nunca he podido explicarme del todo por qu¨¦ abandon¨¦ la medicina", comenta.
Su primer destino como p¨¢rroco fue El Priorato de Lora del R¨ªo. "All¨ª me toc¨® ejercer, adem¨¢s, de m¨¦dico; y cuando el que hab¨ªa se iba, dejaba puesto un cartel que dec¨ªa: 'Las urgencias, al cura'. La verdad es que la gente se acostumbr¨® enseguida a recurrir a m¨ª".
Lo mismo le ocurre a muchos de los 5.000 feligreses de Benacaz¨®n; nunca faltan aqu¨¦llos que acuden a ¨¦l para que les d¨¦ su opini¨®n sobre unos an¨¢lisis o sobre un dolor repentino. "En el fondo, ambos oficios se parecen", explica Mazuelos. "Muchas veces los males f¨ªsicos tienen su origen en los del esp¨ªritu; y viceversa".
El m¨¦dico-sacerdote se levanta a las siete; luego se acerca a la Universidad de Sevilla, donde imparte clases y seminarios. El almuerzo lo hace solo en su casa, y las tardes las dedica a atender las labores propias de su cargo: bodas, bautizos, entierros, comuniones...
No tiene vicios. "Bueno, fumo algo". Y le gusta ir al campo a coger esp¨¢rragos. Mazuelos vive modestamente con las 60.000 pesetas que le paga el obispado y si no le llega, la parroquia le agrega "una peque?a" cantidad. No tiene d¨ªa de descanso y, entre misa y misa, imparte conferencias a m¨¦dicos. "Uno de los grandes retos que la humanidad tiene hoy es aprender a utilizar la ingenier¨ªa gen¨¦tica", concluye.
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