La euforia madrug¨® en Riazor

"?Depor, campe¨®n! ?Depor, campe¨®n! ?Depor, campe¨®n!", gritaron los suplentes del equipo mientras daban saltos fuera del banquillo y al borde del c¨¦sped. Los aficionados, al mismo tiempo, reventaban Riazor y se un¨ªan al griter¨ªo y a la fiesta.A Irureta, el entrenador, s¨®lo le faltaba llorar acosado y rodeado de micr¨®fonos y de fot¨®grafos. "?Que no me dejais ver!", gem¨ªa angustiado el t¨¦cnico vasco. Al instante rompi¨® en alegr¨ªa. El ¨¢rbitro se?al¨® el final. "Ha sido fant¨¢stico", fue lo primero que pudo balbucear, roto por la emoci¨®n. "Me acuerdo de mi familia, de mi mujer, de mis hijas, de mi madre, de mis hermanos, de mis amigos... Dedico tambi¨¦n el triunfo a la generaci¨®n del 94 [el equipo que perdi¨® el t¨ªtulo por el famoso penalti fallado de Djukic], que nos abri¨® el camino".

"Estoy muy contento", repet¨ªa una y otra vez Donato, al que le falt¨® tiempo para destapar la locura colectiva con su gol, que tiene un hermoso destino que se pudo leer en la camiseta que luci¨® debajo del uniforme "A A. Orejuela [juga-dor con el que coincidi¨® en el Atl¨¦tico de Madrid]. Va por t¨ª ??nimo!". "Es un amigo que est¨¢ en el hospital", indic¨® Donato.

"?Por fin!", espet¨® Makaay, autor del segundo tanto. "Hab¨ªa mucha tensi¨®n. Es un t¨ªtulo de todos, hasta del masajista. Me tir¨¦ al suelo cuando marqu¨¦. No pude pensar. ?Ten¨ªa tanta alegr¨ªa en el cuerpo...!". Su gol lleg¨® al fin.