La Ertzaintza desbarat¨® durante la tregua varias investigaciones de la Guardia Civil Mart¨ª Flux¨¤ se quej¨® dos veces ante la Consejer¨ªa vasca de Interior por las intromisiones
M¨¢s que una trampa, la tregua result¨® ser una pesadilla para la Guardia Civil. A la ya dif¨ªcil tarea de investigar a ETA en determinados lugares de Guip¨²zcoa -Hernani, Renter¨ªa, Tolosa, algunos barrios de San Sebasti¨¢n-, los agentes debieron a?adir un contratiempo imprevisto. En varias ocasiones, seg¨²n fuentes del Ministerio del Interior, patrullas de la Ertzaintza sorprendieron a los guardias mientras hac¨ªan labores de vigilancia y les obligaron a identificarse, dej¨¢ndolos al descubierto y dando al traste con la operaci¨®n. Al d¨ªa siguiente de cada incidente sol¨ªan aparecer en el lugar pintadas con la advertencia: "?Cuidado, la polic¨ªa nos vigila!". En dos ocasiones, mayo y octubre de 1999, el entonces secretario de Estado de Seguridad, Ricardo Mart¨ª Flux¨¤, se quej¨® ante el Departamento vasco de Interior.
Hay una pregunta que los guardias no se atreven a responder, dej¨¢ndosela a los pol¨ªticos: ?Se trat¨® de casualidades desafortunadas o de aut¨¦ntica mala fe? Este peri¨®dico intent¨® ayer sin ¨¦xito conocer la versi¨®n del Departamento de Interior del Gobierno vasco.El relato de los incidentes -los dos m¨¢s graves se produjeron en Tolosa y San Sebasti¨¢n- es el siguiente. Agentes del Servicio de Informaci¨®n de la Guardia Civil -siempre de paisano, a veces a pie y otras a bordo de veh¨ªculos camuflados- segu¨ªan a sospechosos de pertenecer a un comando de ETA. Una labor muy dif¨ªcil, casi imposible si se tienen en cuenta dos circunstancias. Una es que los etarras suelen adoptar medidas extremas de seguridad para averiguar si la polic¨ªa les sigue. La otra, que el entorno en el que se mueven suele reunir cierta complicidad social, pueblos o barrios donde el nacionalismo radical reina desde hace tiempo y donde el vecino m¨¢s que testigo es c¨®mplice.
De pronto, y a pesar de no haber despertado recelos en los investigados, las operaciones se iban al traste. Y siempre de la misma forma. "No quer¨ªamos cre¨¦rnoslo, pero era verdad", relata uno de los agentes que particip¨® en una investigaci¨®n frustrada, "a nuestro lado, con las luces del coche patrulla encendidas, se hab¨ªan colocado dos agentes de la Ertzaintza para pedirnos la documentaci¨®n. Nos identificamos, les dijimos qui¨¦nes ¨¦ramos y qu¨¦ est¨¢bamos haciendo all¨ª, pero ya era demasiado tarde". En zonas tan sensibles como las antes citadas, un incidente as¨ª nunca pasa inadvertido y el rumor se propaga en cuesti¨®n de segundos. Esa noche, j¨®venes proetarras se trabajaron las paredes de Tolosa para que al d¨ªa siguiente todo el mundo supiese: "?Cuidado, la polic¨ªa nos vigila". Al diablo con la operaci¨®n.
No se trat¨® de un caso aislado y s¨ª de cuatro o cinco, todos durante los meses de tregua, de ah¨ª el enfado de la Guardia Civil. "Hay una f¨®rmula muy sencilla para evitar estropearle a otro cuerpo una operaci¨®n antiterrorista", explica un mando policial, "y consiste en solicitar por la emisora los datos del veh¨ªculo sospechoso. Al tratarse de matr¨ªculas reservadas, se puede deducir que pertenecen a polic¨ªas o guardias civiles. Si se quiere saber m¨¢s, no hay m¨¢s que preguntar directamente en la comisar¨ªa o la comandancia, pero nunca quemar una operaci¨®n que ha tardado meses en fraguarse. ?No estamos todos contra ETA?".
Diferencias de despacho
La respuesta es s¨ª, pero hay quien establece matices. Durante la tregua, por ejemplo, la actividad antiterrorista de la polic¨ªa vasca descendi¨®. Seg¨²n la Guardia Civil, la Ertzaintza arrest¨® en 1997 a 75 personas acusadas de participar en actos de violencia callejera, mientras que en 1999 -coincidiendo con la tregua- s¨®lo detuvo a 7. La colaboraci¨®n entre la polic¨ªa vasca y los cuerpos de seguridad del Estado nunca fue boyante, pero se deterior¨® hasta casi desaparecer en los ¨²ltimos meses. Agentes de la Ertzaintza, Guardia Civil y Polic¨ªa coinciden, sin embargo, en resaltar un dato: las diferencias s¨®lo existen en los despachos. Los agentes se ayudan en la calle, siempre que no est¨¦n los jefes delante, se pasan informaci¨®n que consideran importante para su seguridad y hasta comparten un caf¨¦. Si bien cada vez m¨¢s de tapadillo para evitar situaciones como la de hace dos a?os: la direcci¨®n de la polic¨ªa vasca prohibi¨® a un centenar de sus agentes que almorzaran -por 350 pesetas- en el cuartel de la Guardia Civil en Bilbao.
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