Mart¨ªn Herrera reivindica a los porteros secundarios
El guardameta del Alav¨¦s sucede como portero menos goleado a otro argentino, Roa, su fuente de inspiraci¨®n
Mart¨ªn Horacio Herrera (R¨ªo Cuarto, Argentina, 1970), nunca pens¨® en jugar en el Alav¨¦s y quiz¨¢ so?¨® alguna vez con ser el portero menos goleado de la Liga espa?ola. En una sola temporada ha reunido lo que se presum¨ªa como un contrasentido: un equipo peque?o y un trofeo grande. El Alav¨¦s se ha convertido en una caja de los sue?os y Mart¨ªn Herrera se ha apropiado de uno en su primera temporada en Espa?a (37 goles en 38 partidos).Un caso raro. Desde que la Liga espa?ola arranc¨® en 1928, el trofeo que distingue a los porteros ha sido esquivo a los extranjeros. Si Platko, el guardameta checo del Barcelona (y primero menos goleado del campeonato espa?ol), motiv¨® un poema de Rafael Arbeti, Carlos ?ngel Roa (Mallorca) el ganador de la pasada temporada, inspira la personalidad futbol¨ªstica de Herrera.
El portero del Alav¨¦s es el contrapunto al t¨®pico de los guardametas suramericanos. Nada que ver con Chilavert, Higuita, Mono Burgos o Navarro Montoya. Herrera, si acaso, peca de un exceso de sobriedad que no maquilla algunas carencias. Las salidas no son su punto fuerte y su tendencia natural a hacer la estatua le han ganjeado algunas dudas y pol¨¦micas.
El Alav¨¦s lo busc¨® el verano pasado en el Ferrocarril Oeste de Argentina, como objetivo prioritario. Si un equipo comienza siempre por un buen portero, un conjunto como el Alav¨¦s dif¨¬cilmente podr¨ªa sobrevivir en Primera Divisi¨®n sin esa condici¨®n. Mart¨ªn Herrera reun¨ªa todos los requisitos del estilo Man¨¦. Veteran¨ªa (29 a?os), nivel de exigencia y discreci¨®n, una cualidad que Man¨¦ siempre examina en sus fichajes. El coste de la operaci¨®n (200 millones) tambi¨¦n favorec¨ªa el traspaso y Herrera lleg¨® a Vitoria, acompa?ado por su esposa y sus dos hijos, con la humildad y el gusto por la intimidad que no ha abandonado jam¨¢s.
Cr¨ªado futbol¨ªsticamente en la escuela del Boca Juniors y cultivado despu¨¦s en la Liga mexicana, su retorno al Ferrocarril Oeste no le rest¨® trabajo. El equipo naveg¨® por las cotas bajas de la clasificaci¨®n y en sus manoplas descans¨® una buena parte de la permanencia finalmente obtenida.
Herrera tuvo un comienzo dubitativo en el Alav¨¦s. Su quietud fue entendida en ocasiones como descolocaci¨®n o desatenci¨®n; sus salidas, un tanto blandas, le provocaron demasiados problemas. Pero Herrera no se inmut¨®, aquilat¨® su condici¨®n de buen portero bajo palos y fue puliendo defectos, al amparo de la defensa m¨¢s segura y fuerte del campeonato espa?ol.
Portero de contrastes (¨¢gil en la respuesta, lento en la estirada; buenos reflejos y tendencia al estatuismo), alcanz¨® probablemente su c¨¦nit en el partido que el Alav¨¦s disput¨® en la Rosaleda frente al M¨¢laga. Aqu¨¦l fue, probablemente, el peor partido del Alav¨¦s en toda la temporada y sin embargo lo gan¨®, m¨¢s que por el gol de Azkoitia, por la rotunda actuaci¨®n de su portero, que resumi¨® en 90 minutos todo su cat¨¢logo de caracter¨ªsticas.
Alejado de los ilustres Ramallets (Barcelona) o Acu?a (Deportivo), con cinco y tres Zamoras, respectivamente, Herrera no ha perdido el tiempo: en una temporada ha igualado lo que el m¨ªtico Iribar consigui¨® en un par de d¨¦cadas. El estilo Man¨¦ ya tiene su guardameta.
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