P¨ªcaros, santos y enanos
Hay novelas del Oeste, novelas de humor, novelas negras, novelas de ciencia ficci¨®n... En el siglo XVII tambi¨¦n se publicaban novelas picarescas. El g¨¦nero desapareci¨®. No en vano hab¨ªan pasado ya a mejor vida la Inquisici¨®n, los hidalgos hambrientos, los tercios de Flandes, los bufones que pintara Vel¨¢zquez y las fiestas de despilfarro delirante organizadas por los ¨²ltimos Austrias. Sin embargo, el esp¨ªritu de la novela picaresca continu¨® vivo en la literatura espa?ola. Gald¨®s y Baroja recogieron algo de su aliento. Camilo Jos¨¦ Cela lleg¨® incluso a escribir Nuevas andanzas y desventuras del Lazarillo de Tormes (1944). Era el particular homenaje del escritor gallego a una de las corrientes literarias fundamentales de la lengua espa?ola. As¨ª, todo qued¨® ya dicho.Jos¨¦ Antonio Ram¨ªrez Lozano (Nogales, Badajoz, 1950) ha desafiado esta realidad y ha publicado Letan¨ªas de San Garabito en Algaida Editores (Sevilla). Letan¨ªas de San Garabito es la ganadora del I Premio de Novela Picaresca Diablo Cojuelo, que patrocina el Ayuntamiento de ?cija. La novela est¨¢ escrita con un estilo que remeda el de los cl¨¢sicos de la picaresca del Siglo de Oro. Sin duda, el autor ha hecho un esfuerzo para recrear un lenguaje que ya nadie utiliza, pese a que la novela transcurra en la vapuleada Espa?a de la posguerra.
Un muchacho y una efigie milagrosa protagonizan la obra. El chaval oficia de lazarillo del santo de la imagen, que habla y cuenta historias, en su camino hacia Sevilla. El libro est¨¢ lleno de santos, milagros, enanos y brutalidad. Todo ello salpimentado por unas situaciones deudoras de Quevedo y Cela.
La historia que cuenta San Garabito sobre un pobre desgraciado, Don Higinio R¨®denas, cuyos pecados le llevaron a la desdicha es una buena muestra de una forma de narrar que engorda el libro. "Don Higinio R¨®denas es un ejemplo claro de los extremos a los que puede llegar la justicia divina en su castigo. Vivi¨® don Higinio all¨¢ por el siglo que dieron en llamar de las Luces, y era grand¨ªsimo pecador al tiempo que caritativo en extremo, como si sus donativos para con las monjitas de los asilados fueran a compensarle ante Dios su lujuria. A don Higinio le brot¨® primero en su espalda una verruguita de nada que trat¨® de eliminar con nitrato de plata sin remedio. A los seis meses le hab¨ªa crecido tanto que lo ajorobaba. Bien es verdad que se prest¨® a varias operaciones quir¨²rgicas, pero aquella cargaz¨®n rugosa y creciente se le extendi¨® por el cuerpo entero, enterr¨¢ndole as¨ª la cabeza en el t¨®rax y habiendo de andar a gatas. De este modo, escarment¨® su lascivia, porque desahuciarlo lo desahuciaron todos menos las monjitas, que lo recogieron y cuidaron", relata San Garabito.
El fragmento refleja un pintoresco esbozo de los temas m¨¢s manidos de la Espa?a negra. Si hay devotos de las praderas verdes y los vaqueros audaces de Zane Grey o gente que se desternilla de risa leyendo a Wodehause, tambi¨¦n hay un rinc¨®n para la grey de la novela picaresca. Ram¨ªrez Lozano tiene all¨ª su sitio.
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