?De verdad se ha acabado la guerra?
As¨ª que todo esto ?para qu¨¦? ?El casi un cuarto de siglo de ocupaci¨®n, las dos d¨¦cadas de guerra de guerrillas, las expropiaciones y las miles de muertes? En s¨®lo 24 horas, toda la historia del sur de L¨ªbano se ha revelado un fraude.La zona de seguridad de Israel no era segura. Su existencia nunca protegi¨® a Israel -cuando un tercio del 10% israel¨ª de L¨ªbano cay¨® el lunes, ni un solo cohete Katyusha fue disparado sobre la frontera-. Y cuando el proisrael¨ª Ej¨¦rcito del Sur de L¨ªbano (ELS) simplemente huy¨®, las decenas de miles de habitantes de la zona que hab¨ªan dejado sus hogares o hab¨ªan sido expulsados por los israel¨ªes en estos 22 a?os regresaron en tropel con los ni?os y beb¨¦s que se han convertido en guerrilleros de Hezbol¨¢ durante la guerra. Fue el fin del juego, la prueba final de que la c¨ªnica y atroz guerra del sur de L¨ªbano era una mentira.
Pero las tumbas de las aldeas est¨¢n ya llenas de m¨¢rtires y la muerte es una presencia familiar en las rocosas colinas del sur de L¨ªbano. La muerte ha visitado a las guerrillas de Hezbol¨¢ y a los soldados israel¨ªes con igual ferocidad en los ¨²ltimos 18 a?os. Hezbol¨¢ le da la bienvenida, los israel¨ªes la temen. Por eso, Hezbol¨¢ ha ganado e Israel ha perdido.
Y todo era predecible. Las banderas verdes y amarillas de Hezbol¨¢ en las posiciones abandonadas por el ELS, las tajantes advertencias de "fuertes represalias" del primer ministro israel¨ª, Ehud Barak, las declaraciones de victoria de las guerrillas que han luchado contra Israel desde 1982.
Israel nunca se retirar¨ªa sin un previo acuerdo de paz, hab¨ªan prometido los sucesivos primeros ministros israel¨ªes, desangrando a sus soldados bajo los ataques de artiller¨ªa. Al final no hubo acuerdo, ni paz, ni tratado. S¨®lo la imagen del mayor Ej¨¦rcito de Oriente Pr¨®ximo huyendo en desbandada y sus milicianos rindi¨¦ndose en manada.
En s¨®lo cuatro d¨ªas, cientos de milicianos del ELS, miembros de la fuerza en activo del ELS que ha bombardeado, amenazado, enga?ado y -en la prisi¨®n de Khiam- torturado a sus compatriotas, se ha rendido a Hezbol¨¢ o entregado a las autoridades libanesas. Aquellos que intentaron refugiarse en Israel se encontraron con una respuesta familiar: "Go home". Lo mismo ocurri¨® en 1983 cuando los israel¨ªes abandonaron las monta?as de Chouf. Y en 1985 cuando dejaron Sidon. Sus colaboradores fueron abandonados a las fieras; juzgados, encarcelados, en ocasiones ejecutados o metidos en maleteros de coches como tortura.
Sin embargo, esta vez, extra?amente en esta guerra, hubo una cierta tolerancia. No hubo hombres del ELS asesinados. Las tropas de Hezbol¨¢ no entraron en masa en los pueblos de Shia liberados de los israel¨ªes. Los guerrilleros estaban all¨ª, por supuesto, y a menudo con sus armas. Pero la mayor¨ªa hab¨ªa nacido en los recientemente liberados poblados de Houla, Taibe, Markaba, Tallousa o Beit Yahoun. Eran hombres que ya no pueden recordar el d¨ªa en que sus padres los sacaron sobre sus hombros de esos mismos pueblos hace m¨¢s de dos d¨¦cadas.
El lunes por la noche, casi todos los pueblos musulmanes en el sur de L¨ªbano hab¨ªan sido liberados de la ocupaci¨®n israel¨ª. S¨®lo quedaban las poblaciones cristianas. Y aqu¨ª est¨¢ el problema. ?Ser¨¢n liberados tan f¨¢cilmente como los musulmanes? ?Estar¨¢n igual de dispuestos los miembros cristianos del ELS a entregarse? ?Realmente ha acabado la guerra?
? The Independent
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