Alarma en la sanidad
Al esc¨¢ndalo de unas listas de espera cuidadosamente escondidas bajo la ola de una propaganda que pretend¨ªa hacernos creer que hab¨ªan desaparecido se ha sumado la incre¨ªble pretensi¨®n de la nueva ministra de Sanidad, Celia Villalobos, de que los espa?oles no se enteren de la realidad. Al esc¨¢ndalo sanitario se superpone, pues, uno pol¨ªtico. ?Qu¨¦ concepto tiene la ministra del derecho a la informaci¨®n en una sociedad democr¨¢tica para sustraer datos vitales sobre su salud del conocimiento de los ciudadanos? La ministra parece ignorar que la informaci¨®n de inter¨¦s p¨²blico no es propiedad ni de los periodistas ni del Gobierno, sino de los ciudadanos, que son los aut¨¦nticos titulares de este derecho especialmente amparado por la Constituci¨®n. Ayer tuvo que rectificar.El sistema sanitario es uno de los pilares fundamentales del Estado de bienestar en Espa?a, pero desde hace alg¨²n tiempo comienzan a aparecer preocupantes grietas en su estructura. Durante mucho tiempo hemos podido congratularnos de tener un sistema razonable, ciertamente mejorable en muchos aspectos, pero eficiente y seguro en lo fundamental. ?sta era al menos la percepci¨®n que ten¨ªa la poblaci¨®n espa?ola de su sistema sanitario p¨²blico, y as¨ª se ha venido reflejando en las encuestas que se han realizado peri¨®dicamente.
Pero las cosas est¨¢n cambiando peligrosamente. La existencia de listas de espera para patolog¨ªas por definici¨®n urgentes, como las del coraz¨®n, y los importantes retrasos en el diagn¨®stico de enfermedades tan graves como el c¨¢ncer, que estos d¨ªas est¨¢n emergiendo a la opini¨®n p¨²blica, indican que el sistema sanitario comienza a fallar en aspectos muy fundamentales y nada accesorios. Cuando las urgencias est¨¢n permanentemente saturadas y cualquier prueba de diagn¨®stico tiene una demora de meses, algo est¨¢ fallando en la organizaci¨®n del sistema.
Desde hace un tiempo, los profesionales del sector vienen advirtiendo sobre las consecuencias que a largo plazo puede tener la progresiva descapitalizaci¨®n del sistema p¨²blico. Ahora se est¨¢ comenzando a ver que estas advertencias no eran vanas y que, si no se adoptan medidas correctoras con urgencia, podemos pagar un alto precio por ello.
En los a?os noventa, el sistema sanitario espa?ol ha sufrido un serio proceso de descapitalizaci¨®n, porque no se ha mantenido el ritmo de inversi¨®n que era necesario para garantizar la universalidad alcanzada en los a?os ochenta con el creciente nivel de calidad que exigen los ciudadanos. El gasto sanitario no ha crecido en la medida en que lo exig¨ªa una demanda alimentada por factores tales como el aumento de la esperanza de vida y el propio progreso de la medicina, que ha disparado las oportunidades cl¨ªnicas, pero tambi¨¦n los costes. El ejemplo del Reino Unido deber¨ªa servir para conjurar los peligros que nos acechan. El pa¨ªs que hab¨ªa tenido el modelo m¨¢s completo y exitoso de sistema p¨²blico de salud observa ahora c¨®mo se multiplican los desastres por el efecto de una reforma, la emprendida por Margaret Thatcher, cuyo principal efecto fue una brutal descapitalizaci¨®n del National Health Service. Esto es lo que debe evitar a toda costa que suceda la nueva ministra de Sanidad, Celia Villalobos, cuya primera actuaci¨®n p¨²blica no pod¨ªa ser m¨¢s desafortunada. Cuantificar las listas de espera no sirve s¨®lo ni principalmente para hacer titulares de peri¨®dicos.
El Ministerio de Sanidad ofreci¨® finalmente ayer algunos datos, aunque sean cifras bajo sospecha, porque, en cuesti¨®n de listas de espera, las posibilidades de maquillaje son infinitas. Ser¨ªa bueno que no s¨®lo rectificase en cuesti¨®n de modales. El fondo es lo que importa. Y el fondo es que en los ¨²ltimos a?os se ha producido un incremento del n¨²mero de pacientes con afecciones graves que precisan una intervenci¨®n quir¨²rgica y es urgente evaluar la dimensi¨®n de la demanda y arbitrar los recursos necesarios para atenderla. A ser posible, dentro del propio sistema sanitario p¨²blico, cuyas posibilidades de optimizaci¨®n est¨¢n a¨²n lejos de agotarse.
Muchas de las deficiencias que ahora se observan son una herencia imputable a los antecesores de la actual ministra, tanto del Gobierno del PP como del PSOE. Pero cada d¨ªa que pasa sin aplicar correcciones empeora los efectos. Por eso, si la ministra quiere evitar titulares desagradables como los que ha tenido que afrontar su hom¨®logo brit¨¢nico, debe acometer con urgencia una revisi¨®n a fondo de la organizaci¨®n sanitaria y aportar los recursos necesarios para corregir sus deficiencias. Si Espa?a va bien, ?por qu¨¦ ha de ir mal la sanidad p¨²blica?
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