El harakiri
EDUARDO URIARTE ROMERO
?Qu¨¦ hacen unos chicos educados en Deusto, de cultura democristiana, en Lizarra? ?Que hac¨ªan nobles y burgueses alemanes en las mismas cervecer¨ªas que los SS a finales de los a?os veinte?: preparar la revoluci¨®n conservadora. Pero en Euskadi, donde por fin se oye desde el nacionalismo oficial que "el Estatuto es construcci¨®n nacional", moderando las radicalizaciones ideol¨®gicas recientes, es evidente que las circunstancias son otras, a pesar de que todav¨ªa quede gente del PNV en Lizarra subvirtiendo el Estatuto. Parece que no hay riesgo de nacionalsocialismo, aunque siempre que se ha dicho esto haya pasado lo contrario. Ganas y condiciones no faltan.
No sabemos si al final el PNV acabar¨¢ escapando de la boca del lobo y volviendo a los cauces anteriores a Lizarra. Pero lo que ha pasado aqu¨ª, confundido en sus inicios con un proceso de paz, ha sido demasiado traum¨¢tico. Han aparecido sin rubor planteamientos segregacionistas, propuestas de censos o carnets de identidad para los "aut¨¦nticos vascos", opciones irreales de territorialidad y autodeterminaci¨®n que requer¨ªan la necesidad de la violencia para hacerlas m¨ªnimamente cre¨ªbles, desmarque del PNV respecto al Estatuto, abandono del PSE para buscar el apoyo al Gobierno vasco de un grupo que no rechaza el terrorismo, asesinato de un militar, de un ertzaina, del portavoz parlamentario del PSE, de un miembro del Foro de Ermua. Y divisi¨®n total en el rechazo de estos asesinatos, kale borroka, agresiones en la Universidad, amenazas a Ibarrola y a periodistas, boicot a medios, diputados manifest¨¢ndose por los presos, inestabilidad pol¨ªtica, supeditaci¨®n del Gobierno al voto de EH.... Se ha ofertado a los radicales y a los violentos una legitimidad y unos medios excesivos (los que aqu¨¦llos obtuvieron en las cervecer¨ªas). Si hay una siguiente vez, que no vaya el PNV a negociar el cese de la violencia; antes estaba mucho m¨¢s cercano.
La palabra "harakiri" no es del euskara, es japon¨¦s, como "kamikaze". Pero el PNV, al que tanto neologismo debe el euskara m¨¢s purista, ser¨¢ tambi¨¦n el predestinado para aportar barbarismos como ¨¦ste. Lo que est¨¢ haciendo el PNV desde que se pudo observar las pocas ganas que ten¨ªa ETA de dejar la violencia se llama hacerse el harakiri. De un tiempo atr¨¢s se le est¨¢ avisando. Sin embargo, a cada nuevo comunicado de ETA cuesta entender la capacidad de sorpresa que demuestran los actuales portavoces del partido que fundara Sabino Arana. A pesar de no encontrar contestaci¨®n adecuada del nacionalismo radical persisten, de la mano de EA, en el esfuerzo de crear una alternativa nacionalista al otro lado del espejo, frente al Estatuto. No son conscientes que al otro lado del espejo no existen las mismas reglas y valores que en ¨¦ste, que las reglas y valores que el nacionalismo radical aporta, con vocaci¨®n de que sean las dominantes, se basan en la violencia, la tutela, el pensamiento ¨²nico, la indiferenciaci¨®n, etc.
Las j¨®venes generaciones, y las del PNV y EA tambi¨¦n, son de este lado del espejo, y por eso acaban abominando el asesinato y la extorsi¨®n pol¨ªtica. Pero al otro lado del espejo, donde el Estatuto y la Constituci¨®n carecen de legitimidad -as¨ª como la democracia, que ser¨¢ inmediatamente calificada peyorativamente de "espa?ola"-, el torbellino hacia la violencia es erigido por presupuestos l¨®gicos puramente nacionalistas. Luego, cuando salen del espejo a esta parte, se sorprenden por las manifestaciones de ETA.
El PSE, que tantos a?os acompa?¨® al PNV en su historia, y al que se le acus¨® de que s¨®lo se interesaba por las poltronas, malparado por el desprecio y abandono que recibi¨® del PNV para marcharse con EH, no le queda m¨¢s remedio que optar por quedarse a este lado del espejo, por mucha acusaci¨®n de seguidismo del PP que reciba. Y no s¨®lo por coherencia con su pasado, con el Estatuto y la Constituci¨®n, sino porque sabe que la alternativa nacionalista de Lizarra es imposible y ese mundo siempre le va a mantener como su enemigo necesario a batir. Por eso, ni siquiera va a perder mucho tiempo en optar.
Le va a costar al PNV un ri?¨®n que el PSE le eche una mano. Primero porque ha perdido la necesaria confianza, pero tambi¨¦n porque el PNV de ahora no es el mismo que el de antes; ha asumido muchos planteamientos del mundo radical. El PSE ha empezado a observar que la alternancia en el poder, aunque no les caiga a ellos, es positiva.
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