Presos en la c¨¢rcel virtual
La t¨®pica imagen del presidiario -pijama a rayas con una bola de hierro a rastras- pertenece ya a la prehistoria. La cadena de pesados eslabones ha sido sustituida por una liviana tobillera de pl¨¢stico con un chip electr¨®nico en su interior. Este mecanismo es el que llevan en el tobillo siete mujeres y cuatro hombres del centro de r¨¦gimen abierto Victoria Kent (antigua c¨¢rcel de Yeser¨ªas de Madrid). Estos 11 presos est¨¢n sirviendo desde hace un mes como conejillos de Indias para experimentar un sistema que permite controlar a distancia a qu¨¦ hora entran y salen los reclusos de sus casas.El experimento penitenciario se puso en marcha el mes pasado, tras una exhaustiva selecci¨®n entre los 300 internos -60 de ellos mujeres- que cumplen condena en r¨¦gimen de semilibertad en el Victoria Kent, en la calle de Juan de Vera. "Entre los elegidos hubo dos o tres que dijeron que no estaban dispuestos a que se les pusiera la tobillera, alegando razones de tipo familiar o laboral", recuerda Santos Rejas Rodr¨ªguez, director del centro. El proyecto arranc¨® con 12 personas, pero se ha reducido a 11, ya que el duod¨¦cimo ha recuperado la libertad.
Los 11 elegidos viven, pues, en una especie de c¨¢rcel virtual. Desde que se prestaron a este innovador programa, "s¨®lo se tienen que presentar una vez a la semana en el Victoria Kent, m¨¢s que nada para que no pierdan el contacto con el CIS" (Centro de Inserci¨®n Social), se?ala Rejas.
?Y el resto de los d¨ªas? Cada uno de los 11 sale hacia el trabajo a la misma hora en que lo har¨ªa -unos de madrugada, otros por la ma?ana y otros incluso por la tarde- si pernoctara en el centro penitenciario. Antes de cerrar la puerta de su casa, un mecanismo instalado en su interior, y conectado a la red telef¨®nica, habr¨¢ detectado las ondas electromagn¨¦ticas que indican que el recluso sale a la calle e informar¨¢ de ello autom¨¢ticamente a la central de control. Una vez finalizada su jornada laboral, el preso debe regresar a su domicilio a la misma hora en que tendr¨ªa que hacerlo en el centro penitenciario. En el momento en que entre por la puerta, el mecanismo instalado en la casa captar¨¢ la se?al electr¨®nica emitida por la pulsera que lleva anudada en un tobillo e informar¨¢ en el acto.
El artilugio, fabricado por una empresa israel¨ª y comercializado en Espa?a por B&H Monitoring Systems, s¨®lo tiene un inconveniente: a¨²n es demasiado abultado y llamativo. "En los hombres es menos problem¨¢tico, puesto que se cubre con los pantalones, pero es verdad que a las mujeres les impide usar falda", reconoce Benjam¨ªn Villar, director general de B&H. "Bueno, para nosotros es menos engorroso, pero, por ejemplo, yo no me atrever¨ªa a ir con esto a la piscina", puntualiza Antonio, de 33 a?os, uno de los 11 reclusos de la c¨¢rcel virtual.
"No es molesto. Y de todas formas, cualquier molestia no es comparable a las ventajas que tiene", a?ade Antonio, condenado por primera y ¨²nica vez en su vida a 11 a?os de prisi¨®n tras haber sido detenido con dos kilos de coca¨ªna. Lleva ya cumplidos seis a?os, dos de ellos en r¨¦gimen de semilibertad en el Victoria Kent. "Tengo dos trabajos: uno por la ma?ana y otro por la tarde. En una de las empresas saben lo que soy; pero en la otra no", explica.
"Vivo con mi madre y con mi t¨ªa. Tengo que volver a las 11 de la noche. No hago nada especial porque suelo llegar cansado del trabajo. Pero es una sensaci¨®n fenomenal poder dormir en tu casa y en tu cama", relata Antonio, encantado de participar en la experiencia. "Los 15 primeros d¨ªas que llevas la tobillera te notas algo extra?o, pero luego ni te das cuenta", a?ade.
La pulsera permite al portador ducharse. Es irrompible. No se puede quitar ni cortar sin que inmediatamente salte la alarma en la central electr¨®nica. "No ha habido el menor incidente. Es una experiencia muy positiva", dice Rejas, que, pese a su apellido, es radicalmente opuesto a los barrotes y a los cerrojos. Psic¨®logo de profesi¨®n, lleg¨® hace seis a?os al puesto y se enganch¨® tanto al sistema de r¨¦gimen abierto penitenciario que ha decidido seguir. "Pese a que muchas noches me ha quitado el sue?o...", advierte. No es para menos: entre sus pupilos tiene o ha tenido polic¨ªas como Jos¨¦ Amedo, notarios, periodistas, empresarios y otros famosillos sobre los que reca¨ªa el foco de la opini¨®n p¨²blica. Y cualquier fallo podr¨ªa haber puesto en cuesti¨®n el sistema. "Al principio, cada poco volv¨ªan 10 o 12 a Carabanchel por incumplir el r¨¦gimen abierto", explica. "Ahora, como mucho, s¨®lo hay un fracaso cada tres meses".
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