Eugi reivindica el factor humano
La pelota se ha modernizado y con los nuevos tiempos han llegado los pelotaris modernos. Todo parece bajo control. Se han estudiado las modulaciones del saque hasta perfeccionarse, se ha inventado un juego monol¨ªtico, sin fisuras. Hasta la c¨¢tedra, que empieza a someterse a las ventajas de la inform¨¢tica, hace c¨¢lculos matem¨¢ticos y parece infalible. Pero, por suerte, la modernidad tambi¨¦n fracasa de vez en cuando. Todav¨ªa existe el factor humano en la pelota. Un partido a¨²n puede depender de c¨®mo se levanta de la cama el deportista, de c¨®mo se adapta cada uno al material elegido por el contrario y de aspectos tan poco ligados a la tecnolog¨ªa como la fe, la ¨¦pica, o el sufrimiento. Estas tres cualidades le concedieron a Patxi Eugi la victoria m¨¢s plena de su historial.El micromundo pelot¨ªstico -de nuevo reagrupado tras el cisma entre las empresas Asegarce y Aspe- se hab¨ªa confabulado contra ¨¦l. Por no se sabe qu¨¦ reglas, Eugi resultaba un sparring para Rub¨¦n Beloki, un recurso s¨®lo para derrochadores en las apuestas. Y eso que los n¨²meros invitaban a una equis. La historia previa entre Eugi y Beloki en el Manomanista daba un inocuo 2-2.
Fuerza de brazos
Entonces, ?por qu¨¦ Beloki era el predilecto? Porque, aparte de haber ganado este mismo duelo en 1998, posee una frialdad y una fuerza que no tiene nadie m¨¢s en la parrilla de la pelota a mano actual. La fuerza de sus brazos (sobre todo el derecho) es tan descomunal que siempre parece reservarse algo en la rec¨¢mara. Siempre ofrece la imagen de autosuficiencia, con sus movimientos maquinales.
A Eugi le tocaba el papel secundario, pero en sus partidos con Beloki parte con una ventaja. Llega siempre predispuesto a sufrir. Y sufre como un condenado. Suple su inferioridad f¨ªsica con una mayor fe. Esta vez, su autoestima lleg¨® redoblada al front¨®n Atano III. Daba la impresi¨®n de que s¨®lo ¨¦l cre¨ªa en s¨ª mismo, as¨ª que entr¨® en la cancha donostiarra con el orgullo pinchado. Adem¨¢s, su fe interior no se tradujo en sobreexcitaci¨®n. Eugi arranc¨® el partido en un estado de laxitud fruto de sus circunstancias personales (fue padre el viernes). "La pelota est¨¢ en un segundo plano con respecto a lo otro, as¨ª que he salido m¨¢s relajado. Parte de la culpa la tiene mi hijo", admiti¨® m¨¢s tarde. La fortuna tambi¨¦n se inclin¨® de su lado cuando la moneda cay¨® del lado azul, el suyo, y le concedi¨® el saque inicial. Teniendo en cuenta las condiciones del manomanismo, este detalle no resulta balad¨ª.
Sac¨® Eugi. Y volvi¨® a sacar. Y volvi¨® a sacar... Y Beloki, incr¨¦dulo como la mayor¨ªa de los apostantes, no crey¨® posible una pesadilla tan real: 0-10 de salida. La bola elegida por Eugi no le llegaba nunca en condiciones. A Beloki le tocaba defenderse una y otra vez, y a cada golpe malo se descentraba m¨¢s, y perd¨ªa m¨¢s la paciencia. Qui¨¦n le iba a decir. Beloki, el gran sacador, el mano de hierro, v¨ªctima de su propia t¨¢ctica, el saque. Cuando quiso darse cuenta, s¨®lo una gesta pod¨ªa vencer al destino. Sin embargo, hubo partido suficiente como para ver las cualidades de los dos navarros, los mejores pelotaris de la mano profesional actual.
Pudo comprobarse c¨®mo Beloki tiene una facilidad enorme para aguantar el peloteo desde atr¨¢s, desde el siete, y responder con manotazos de aire. Y c¨®mo le respond¨ªa Eugi con una movilidad endiablada, m¨¢s gr¨¢cil en los cuadros delanteros. Tambi¨¦n se observ¨® el anverso de cada uno. La fragilidad de Beloki cuando el tanteador no le sonr¨ªe y su falta de ri?ones al agacharse en carrera; la disimulada debilidad de Eugi en la zaga y sus carencias f¨ªsicas. Beloki impuso el factor f¨ªsico, su juego herm¨¦tico y, asumiendo riesgos, cruz¨® el umbral de la duda de si podr¨ªa remontar. Se acerc¨® hasta el 10-14.
Pero Beloki no aprendi¨® a convivir con la contrariedad. No atin¨® en el saque (s¨®lo hizo dos tantos), ni a manejarse con las bolas de su adversario, ni a cansarle m¨¢s. Eugi estuvo m¨¢s dispuesto a sufrir. No se arrug¨® en el peor momento. No cometi¨® errores. Demostr¨® que en la pelota la entereza f¨ªsica es s¨®lo un elemento m¨¢s. Y no tiene por qu¨¦ ser el decisivo.
Datos para un d¨ªa grande
No era el futurista estadio de Sant Denis, ni el centro del deporte europeo. Pero, a escala pelot¨ªstica, el Atano III concentr¨® ayer lo mejor de la pelota. Fue su d¨ªa grande. Se llenaron las 2.440 localidades del front¨®n pese al precio (llegaba a las 17.000 pesetas por entrada). Reuni¨® al mejor cartel posible (Eugi-Beloki), ambos navarros como mandan los c¨¢nones del campeonato Manomanista de Primera. Uno, de Aoiz, con 28 a?os y desde ayer con dos txapelas (1996 y 2000). El otro, de Burlada, con 25 a?os y otros tantos trofeos (1995 y 1998). A ambos se les podr¨ªa sumar un tercer campeonato, el del a?o pasado, el de la disgregaci¨®n. Pero no fue un trofeo aut¨¦ntico. En el de ayer, con el campeonato de nuevo unificado, se reuni¨® a lo m¨¢s granado. Un duelo entre pegadores que, sin embargo, hizo alguna concesi¨®n al peloteo (se intercambiaron 259 golpes) y con menos tantos de saque de lo previsto (Beloki, s¨®lo dos; y Eugi siete) en una hora de partido. Un choque con mucho futuro.
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