Plan de choque
Despu¨¦s de intentar negar las evidencias, el Gobierno ha reaccionado por fin de la ¨²nica forma sensata en un asunto tan delicado como el de las listas de espera en cirug¨ªa cardiaca: adoptando medidas para reducir los actuales tiempos de demora. El hecho de que fuera el mismo presidente del Gobierno quien anunciara en el Congreso que se va a aumentar la actividad quir¨²rgica en 13 hospitales del Insalud indica que el Ejecutivo ha asumido al fin que ¨¦sta es una cuesti¨®n de primera magnitud pol¨ªtica que no pod¨ªa despachar maquillando la realidad o con simples evasivas. Bienvenida, pues, la rectificaci¨®n del Gobierno, pero para ser completa deber¨ªa concretar mucho m¨¢s el contenido y la financiaci¨®n de este plan de choque. Para que no se convierta, como ha ocurrido en otras ocasiones en que se ha abordado el problema de las listas de espera, en un enunciado de buenas intenciones y malos resultados.Es positivo que el Gobierno quiera consensuar con las comunidades aut¨®nomas los detalles del plan de choque a aplicar, porque ¨¦ste es un problema que afecta a todo el pa¨ªs y debe resolverse solidariamente. Si hay un ¨¢mbito en el que las desigualdades territoriales son ofensivas, ¨¦se es el de la salud. Pero para que este plan sea efectivo no basta con resolver el actual atasco, es preciso evaluar con el m¨¢ximo rigor las necesidades a medio plazo y destinar los recursos adecuados. Nos encontramos ante un fen¨®meno evidente de crecimiento de demanda, originado por una mayor esperanza de vida y el propio progreso de la medicina, que no ha encontrado una inyecci¨®n econ¨®mica equivalente.
Cualquier plan de choque contra las listas de espera s¨®lo ser¨¢ cre¨ªble si se plantean dos premisas: el establecimiento legal de un tiempo m¨¢ximo de espera y un incremento neto del presupuesto sanitario. Lo primero obliga a los gestores sanitarios a extremar la agilidad y da a los ciudadanos la garant¨ªa de que, si en ese plazo de tiempo no se les ha resuelto el problema, pueden hacerlo por su cuenta, con cargo al erario p¨²blico. Pero una garant¨ªa de este tipo debe ir acompa?ada de mecanismos de vigilancia para evitar actuaciones espurias destinadas a fomentar las listas de espera en los centros p¨²blicos con el objetivo de beneficiar a los privados.
En Espa?a, la proporci¨®n del gasto sanitario respecto del PIB est¨¢ a¨²n muy por debajo de la media europea. Hay, pues, que invertir m¨¢s en sanidad. De lo contrario, lo que ahora se destine a reducir la demora en cirug¨ªa cardiaca se detraer¨ªa de otras partidas igualmente necesarias. En cualquier caso, el problema de las listas de espera debe enmarcarse en un plan m¨¢s amplio de optimizaci¨®n del sistema sanitario, porque, en cuestiones de salud, las respuestas compulsivas no suelen ser las m¨¢s acertadas.
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