Ancho¨ªllas en aceite
JAVIER MINA
Las anchoas adem¨¢s de un gran manjar son una met¨¢fora de temporada. Y no porque admitan preparaciones o manipulados m¨²ltiples como el ajillo, la salaz¨®n o la papillote sino por ciertas caracter¨ªsticas propias de su explotaci¨®n. Me explico. Este a?o, como uno m¨¢s de cada cuantos, los arrantzales vuelven a quejarse de que las abundantes capturas est¨¢n haciendo bajar los precios, bueno, m¨¢s que bajar van ya camino del infierno. Y aqu¨ª es donde el profano, por no decir el txikismikis, empieza a no entender nada. Vale que cuando no haya pesca se coja lo que se pueda, pero lo raro es que cuando abunda no se controlen las capturas, con el beneficio a?adido que el procedimiento podr¨ªa tener para una mejor conservaci¨®n de la especie pisc¨ªcola pero tambi¨¦n de la humana, con perd¨®n. La pega, y aqu¨ª es donde se le empieza a ver el plumero a la met¨¢fora, est¨¢ en que resulta imposible que todos los arrantzales se pongan de acuerdo para llegar a puerto con un numerus clausus de pececillos, porque dada la constante insolidaridad del g¨¦nero humano siempre habr¨ªa quien llegar¨ªa cargado hasta los topes y se beneficiar¨ªa de un precio a la alza que, curiosamente, lo impondr¨ªan quienes vinieran con las bodegas a medio llenar, con lo que la jugada no durar¨ªa m¨¢s que una vez y nadie querr¨ªa recomponer la baraja.
Como se habr¨¢ comprendido, no se tratar¨ªa aqu¨ª de volver a contemplar el pa¨ªs como un nav¨ªo -argucia que no por repetida se remonta menos a los tiempos de S¨®focles- sino a la colectividad como una comuni¨®n de intereses, entendiendo que la b¨²squeda de consensos ha de tender a la unanimidad en algunos extremos irrenunciables, que para eso se hacen las constituciones y se deber¨ªan hacer las campa?as de la anchoa, pero un acuerdo de m¨ªnimos no tiene por qu¨¦ implicar uniformidad en todo, ni mucho menos, dado que la igualdad absoluta equivale a totalizar y de totalizar no se ocupan m¨¢s que los totalitarios, como bien lo est¨¢n demostrando quienes se vienen superando en igualar a todos por la tumba o por los palos. Y s¨®lo por eso no es una obviedad, digo, la lecci¨®n que nos ense?an las anchoas por no decir las bocartas, que suenan a bocas hartas de repetirse.
En la ¨²nica obra que se conserva de un poeta griego del siglo II de nuestra era llamado Opiano, el poema did¨¢ctico Sobre la pesca, aparece un cuadro absolutamente dantesco hecho de apocal¨ªpticas anchoas. Cuenta Opiano, supongo que con el horror en la pelusa del cerviguillo, que las anchoas forman una suerte de red tupida e impenetrable: "Muchas veces, incluso, los barcos encallan en ellas, como sobre un arrecife, y en muchas ocasiones los remeros enredan sus palos en ellas, y el remo presuroso queda fijo, como si hubiera chocado con un dura roca. Y quiz¨¢ alguno levanta enseguida un hacha de pesada hoja y golpea a las anchoas, pero no parte con el hierro el bloque entero sino que s¨®lo separa una peque?a porci¨®n de la multitud. El hacha corta la cabeza de una y mutila la cola de la otra, raja a otra por la mitad del cuerpo, y a otra la mata entera; es lamentable contemplar sus cuerpos como m¨ªseros cad¨¢veres. pero ni a¨²n as¨ª se olvidan, y no aflojan la cadena que las enlaza".
Me disculpo por la goretez del parrafillo y les invito a que obvien el alucinado concepto que de la anchoa singular guarda el bueno de Opiano, pues no parece sino que tuvieran el tama?o de ingentes congrios, ya que me gustar¨ªa atraer su atenci¨®n hacia la estupenda y potent¨ªsima imagen de la sociedad civil vasca que encierran esas anchoas soldadas entre s¨ª pese a los ataques del hacha -con o sin culebra- que contra ellas se ensa?a para desencallar un bote que no lleva m¨¢s que a quien lleva. Y me gustar¨ªa dejarles con esas im¨¢genes porque, como el propio arranque indicaba, se trata menos de apelar al intelecto que a los sentidos, ya que la excursi¨®n era gastron¨®mica. ?D¨®nde si no en el plato confluyen las anchoas y los arrantzales? As¨ª que me uno a ustedes para saborear en su compa?¨ªa el boquer¨®n un¨¢nime y los filetes de anchoa solidariamente c¨ªvicos, sin perjuicio del rebozado ni la fritura. En cuanto a las recetas, bien, lo mejor es desconfiar y tirarse por la anchoa de en medio.
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