Diario
Mi hijo vino del colegio diciendo que quer¨ªa tomar la primera comuni¨®n y a mi marido le pareci¨® bien. Cuando le record¨¦ que ¨¦ramos ateos, asegur¨® que es m¨¢s f¨¢cil ser ateo desde dentro que desde fuera. Pero lo dijo sin iron¨ªa alguna, como si se tratara de un nuevo enfoque administrativo del que yo no estuviera al tanto. Adem¨¢s me reproch¨® que utilizara el t¨¦rmino ateo. "Es menos agresivo agn¨®stico", a?adi¨®. Le record¨¦ entonces que el ni?o estaba sin bautizar, pero ¨¦l ya lo ten¨ªa todo arreglado con el jefe de personal de su empresa, que es sacerdote y ha montado una especie de industria especializada en bautizar a hijos de ateos reconvertidos en agn¨®sticos. Por lo visto hay una demanda enorme.Durante la cena sacaron el tema del uniforme porque era obligatorio comulgar de uniforme. Yo manifest¨¦ mi preferencia por el de alpinista, pues un hermano m¨ªo al que quer¨ªa mucho falleci¨® en una escalada. Por estas fechas habr¨ªa cumplido 32 a?os. El ni?o mir¨® a su padre con gesto de fastidio y ¨¦ste, tras abandonar lentamente el tenedor sobre el plato, dijo masticando las palabras que lo l¨®gico es que fuera de almirante. Precisamente, acababa de leer esa misma tarde la ¨²ltima novela de Vargas Llosa, en la que el dictador Le¨®nidas Trujillo nombra general a su hijo de once a?os y me dio por pensar que no hab¨ªa gran diferencia entre nombrar general a un ni?o de once a?os o almirante a uno de diez. As¨ª se lo dije y le dije tambi¨¦n que me explicara por favor las conexiones l¨®gicas entre el almirantazgo y el sacramento de la eucarist¨ªa.
Mi marido perdi¨® la paciencia y me llam¨® pacifista de mierda y beata de los cojones. Dijo a gritos que mi ate¨ªsmo era una forma de beater¨ªa como otra cualquiera. "Es muy f¨¢cil", vocifer¨®, "ser pacifista y ateo para quedar bien. Lo complicado es aceptar que las instituciones, incluso las que no nos gustan, sirven para algo". Respond¨ª que eso no ten¨ªa nada que ver con que nuestro hijo tomara la primera comuni¨®n, por un lado, y disfrazado de militar, por otro. Entonces el ni?o empez¨® a llorar y me rompi¨® el alma, de modo que para no hacerle da?o ced¨ª y ahora soy una madre agn¨®stica con un hijo almirante de diez a?os. ?Ad¨®nde vamos a llegar?
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