De fortaleza a hotel con encanto
El castillo de Urtubia rebosa historia por todos sus muros, pero ha habido que esperar para conocerlo a la llegada de los actuales descendientes de aquellos se?ores que levantaron una fortaleza para controlar la frontera de los Pirineos. Quiz¨¢s no tenga la magnificencia de los palacios del Loira, pero entresijos de la memoria de los ¨²ltimos seis siglos no le faltan y hasta cuenta con la aportaci¨®n literaria de P¨ªo Baroja, quien escribi¨® una novela breve, La dama de Urtubi, ambientada en estas tierras de Urrugne, en el sur de Laburdi, plagada de referencias a brujas y aquelarres.La localidad de Urrugne ha sido clave en las relaciones de los territorios de un lado y otro de los Pirineos, en buena parte debido a la ubicaci¨®n de los Urtubia a la salida del pueblo en el camino que va hacia San Juan de Luz. Aunque la historia y los cimientos datan una construcci¨®n en el lugar desde siglos antes, el castillo comenz¨® a levantarse de la mano de Mart¨ªn de Urtubia a finales del siglo XIV, cuando el se?or labortano pidi¨® permiso al rey ingl¨¦s Eduardo III a cambio de informaciones sobre el paso a los entonces reinos de Castilla y Navarra. Esta primera fortaleza, con influencias de las casas fuertes del norte peninsular, todav¨ªa est¨¢ presente en el complejo palaciego, y ahora hotelero, que mantienen los se?ores del Coral, ¨²ltimos herederos de aquel linaje hist¨®rico.
As¨ª es. El palacio de Urtubia se ha convertido en este siglo XX que ahora acaba en un hotel de lujo como les ha ocurrido a tantas otras casas solares. La decadencia de la aristocracia, el acomodo a los nuevos tiempos y la oportunidad de dar a conocer un patrimonio acumulado a lo largo de los siglos ha llevado a los se?ores del Coral a abrir las puertas de su mansi¨®n. Y bien merece la visita, sobre todo si se tiene en el recuerdo a aquella Leonor de Urtubia a la que P¨ªo Baroja insert¨® en una trama de sorgi?as en una de sus novelas m¨¢s breves.
Tres magnolios
El visitante tiene acceso a ese ambiente en el que se cri¨® aquella se?orita educada estrictamente por las monjas, pero que tambi¨¦n ten¨ªa acceso, seg¨²n Baroja, al Heptameron de la reina Margarita de Navarra o a La vida de las damas galantes de Pedro de Bourdeilles: una mezcla de religiosidad estricta con algunos consejos cortesanos, pero en los que se adentr¨® la afici¨®n por los conjuros brujeriles. Desde la entrada, correspondiente a la zona conservada desde el siglo XIV, se van recorriendo dependencias de rancio abolengo de un edificio que con el tiempo dej¨® de ser defensivo para pasar a convertirse en alojamiento de nobles.
Esto ¨²ltimo comenzar¨ªa a percibirse a finales del XVII, cuando Salvador de Urtubia construy¨® una capilla, que ha sido decorada de nuevo a principios de este siglo. La distribuci¨®n un tanto extravagante de las casas de entonces llev¨® a que tras la capilla se construyera el ba?o para la reina Natalia de Serbia, exiliada en el Pa¨ªs Vasco en aquel cambio de siglo. A pesar de la extra?eza que produce el encontrarse con un cuarto de ba?o en lugar de la sacrist¨ªa, hay que atender a la utilidad que ten¨ªa esta ubicaci¨®n, ya que la reina pod¨ªa acceder al mismo por un t¨²nel desde su habitaci¨®n en el torre¨®n.
El relajo que va invadiendo a la nobleza en toda Europa llega tambi¨¦n al palacio de Urrugne en el siglo XVIII, cuando el tercer vizconde de Urtubia acaba con el foso y las murallas. A cambio, acondicion¨® el parque al estilo ingl¨¦s con la plantaci¨®n de tres magnolios que hoy, 250 a?os m¨¢s tarde, son uno de sus principales atractivos. As¨ª y todo, el palacio no vivi¨® ajeno a los conflictos que manten¨ªa Francia. Desde la sombra de los magnolios se pueden ver algunos impactos de las balas de ca?¨®n lanzadas por el duque de Wellington algunos a?os m¨¢s tarde cuando se enter¨® de que el mariscal Stout se alojaba en este palacio labortano.
El edificio se fue acomodando a la vida m¨¢s mundana de los herederos de aquellos Urtubia guerreros, como el caballero Juan, quien en el siglo XIV particip¨® en la expedici¨®n navarra a Albania, llevada al cine por Alfonso Ungr¨ªa en una de las escasas pel¨ªculas vascas de aventuras hist¨®ricas. De este modo, los salones comienzan a adquirir los elementos necesarios para una vida placentera.
Los gu¨ªas se encargan de recordarle al visitante, en la m¨¢s t¨ªpica tradici¨®n mobiliaria francesa, la ¨¦poca de la que son los distintos muebles: los armarios Luis XIV, las c¨®modas Luis XV, las sillas Regencia, el bur¨® de cilindro de estilo Luis XVI, la mesa Enrique II y un largo etc¨¦tera.
En estas grandes salas que tienen todo el sabor decadente que pueden ofrecer techos altos, artesonados, sillas de inc¨®moda presencia, en la actualidad se encuentran algunas piezas rese?ables, como esos tapices procedentes de talleres belgas y realizados entre 1540 y 1560. Casi todos ellos recorren diversas escenas de vida del Rey David y est¨¢n repartidas por los salones del palacio.
Otra curiosidad se encuentra en el espacio principal, donde en la chimenea del siglo XIX figura escrita la leyenda Biltzen, berotzen, bozten (Reuniendo, calentando, alegrando), que hace referencia a los pasos que marcan un buen fuego.
Los actuales herederos no han querido dejar en manos de la historia toda la decoraci¨®n del palacio y han introducido retratos de las ¨²ltimas generaciones hasta llegar a los hijos del conde Laurent de Coral, quien desde 1996 ha abandonado su vida parisina para venir a instalarse en este rinc¨®n labortano y abrir algunas de sus habitaciones como servicio hotelero. Cada una de ellas tiene su estilo personal con muebles de ¨¦poca y la consiguiente decoraci¨®n.
Es el ¨²ltimo tiempo del palacio de Urtubia, anta?o uno de los baluartes defensivos del territorio labortano, y siempre la joya predilecta de la localidad de Urrugne, donde en 1853 se celebraron las primeras fiestas vascas organizadas por Anton d'Abbadie. Aunque todav¨ªa queda en el recorrido por sus salas algo de la memoria de aquella se?orita Leonor que pas¨® de la m¨¢s acendrada devoci¨®n a la intimidad con las sorgi?as, tal y como recogiera en su novela P¨ªo Baroja.
Datos pr¨¢cticos
C¨®mo llegar: El castillo de Urtubie se encuentra en la salida de esta localidad labortana hacia San Juan de Luz, por la sinuosa carretera que recorre la costa de Laburdi, que bien merece tambi¨¦n una visita. Para llegar hasta Urrugne hay que acceder al paso fronterizo de Behobia, por la N-634 de las carreteras espa?olas. A partir de aqu¨ª, en pocos kil¨®metros se llega a Urrugne, por la N-10 francesa.Alojamiento: Adem¨¢s del palacio de Urtubi (Tel. 00 33 0559543115), en Urrugne tambi¨¦n se ofrece alojamiento en Arotzenia (00 33 0559543103), Ithurri Ondoa (00 33 0559543129) y Mendi Bichta (00 33 0559543030). Ya en San Juan de Luz, los principales establecimientos son La Marissa (00 33 0559269546) y Le Petit Trianon (00 33 0559261190).
Comer: En la propia localidad de Urrugne hay varios restaurantes citables: La Ferme d'Aguerria (00 33 0559543038), Auberge de la Corniche (00 33 0559473023), Boga-boga (00 33 0559543286), Ferme Kalia (00 33 0559472767) y Restaurant de la Plage (00 33 0559471309). Ya en San Juan de Luz se puede acudir a Brouillarta (00 33 0559512951) o Le Tourasse (00 33 0559511425), entre tantos otros restaurantes que existen en la localidad.
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