Clinton quiere convencer a Putin de que la 'guerra de las galaxias' no es un gesto hostil hacia Rusia
EEUU acoge con escepticismo la contrapropuesta de Mosc¨² a su plan de escudo nuclear
El presidente Bill Clinton intentar¨¢ convencer hoy a Vlad¨ªmir Putin en la primera cumbre que mantiene con su hom¨®logo ruso de que los planes norteamericanos de crear un escudo antimisiles para protegerse de pa¨ªses como Corea del Norte, Irak, Ir¨¢n o Libia no es un gesto hostil contra Rusia. Antes de partir hacia Mosc¨² desde Berl¨ªn, Clinton se neg¨® a dar una respuesta a la contraoferta de crear un sistema antimisiles conjunto con la que Putin ha replicado a su plan. Sin embargo, fuentes oficiosas estadounidenses adelantaban ya que las posiciones est¨¢n demasiado alejadas y que dif¨ªcilmente se alcanzar¨¢ un acuerdo.
A ¨²ltima hora de ayer, Clinton y Putin abrieron con una cena privada una expectante cumbre centrada en la seguridad global ante los desaf¨ªos del siglo XXI. Ambos mandatarios iniciaron as¨ª tres d¨ªas de densos debates que comienzan hoy, con el sistema norteamericano de defensa antimisiles como plato fuerte por sus repercusiones para el proceso de desarme nuclear. Para el presidente estadounidense, su cuarta y probablemente ¨²ltima visita a Rusia en ocho a?os de mandato ofrece la ocasi¨®n de acercar a Occidente a la "nueva Rusia" que busca Putin. Mosc¨² sostiene -y Washington no se atreve a refutarlo- que el proceso de desarme nuclear se basa desde 1972 en el tratado ABM contra misiles bal¨ªsticos y, espec¨ªficamente, en el equilibrio de terror (Destrucci¨®n Mutua Asegurada), que consagra la prohibici¨®n asumida por cada una de las dos superpotencias de no desplegar sistemas de defensa que les protejan contra un eventual ataque at¨®mico de la otra.
Finalizada la guerra fr¨ªa, la percepci¨®n de la amenaza ha cambiado, y EEUU la concentra ahora en los rogue states (semejante a Estados delincuentes), una categor¨ªa en la que se incluye a Ir¨¢n, Corea del Norte, Irak y Libia, a cuyos dirigentes se atribuyen intenciones tan descabelladas como suicidas. Para conjurar ese peligro, la Administraci¨®n estadounidense defiende la instalaci¨®n de un complejo sistema de defensa antimisiles que, en cuesti¨®n de cinco a?os, podr¨ªa empezar a ser operativo, inicialmente desde Alaska.
El ABM, sin embargo, impide poner en pr¨¢ctica ese plan. Por eso, Clinton lleva meses empe?ado en convencer a Rusia de que no tiene nada que temer y de que acepte unas "peque?as enmiendas" al tratado. La cumbre que ayer se inici¨® en Mosc¨² es la culminaci¨®n de esa presi¨®n amistosa.
Con un notable sentido de la oportunidad, Putin ha colocado la pelota en campo contrario y ha puesto a su hu¨¦sped a la defensiva. Primero, acepta y dice compartir la percepci¨®n de esa amenaza terrorista que esgrime Clinton. Segundo, hace notar que, si el peligro es com¨²n, la respuesta tambi¨¦n debe serlo. Tercero, pide que se asocie a Europa, cuyos dirigentes han mostrado en d¨ªas pasados sus reticencias ante su aliado transatl¨¢ntico. Cuarto, defiende que la defensa antimisiles se instale, no en EEUU, sino en Rusia, m¨¢s cercana a los pa¨ªses de los que procede la amenaza. Y quinto, sostiene que bastar¨ªa con un dispositivo a base de misiles t¨¢cticos, no estrat¨¦gicos, que destruir¨ªan los cohetes enemigos poco despu¨¦s de ser lanzados, y que har¨ªa innecesario alterar el ABM.
La primera reacci¨®n de la Administraci¨®n Clinton al plan de Putin para crear un sistema de protecci¨®n antimisiles conjunto vino de la secretaria de Estado, Madeleine Albright, quien consider¨® "muy interesante" la propuesta, informa Pilar Bonet. En una entrevista en televisi¨®n en Berl¨ªn, Albright dijo que la iniciativa de Putin muestra que el l¨ªder ruso est¨¢ abierto a la discusi¨®n y tambi¨¦n que contempla como una amenaza a Corea del Norte. Tanto el ministro de Exteriores alem¨¢n, Joschka Fischer, como el de Defensa, Rudolf Scharping, criticaron ayer los planes norteamericanos para crear una defensa nacional antimisiles, por considerar que aceptar tal oferta presupone estar de acuerdo con la idea de que tal sistema es necesario y tiene sentido.
Tomado por sorpresa, Clinton pidi¨® ayer tiempo, al menos hasta que su anfitri¨®n le explicase en detalle su propuesta. Pero ha dejado filtrar la opini¨®n de que el plan de Putin se queda corto para satisfacer la expectativas de EEUU, lo que hace improbable, por no decir imposible, que se alcance un acuerdo en Mosc¨². El jefe del Pent¨¢gono, William Cohen, seguir¨¢ discutiendo dentro de unos d¨ªas el asunto. Su gran argumento es que resulta m¨¢s que probable que el escudo se instale de todas formas, y que es mejor ponerse de acuerdo ahora a esperar a un nuevo inquilino de la Casa Blanca, sobre todo si ¨¦ste es el republicano George Bush, que defiende una alternativa m¨¢s ambiciosa.
El objetivo del Kremlin parece claro: que Clinton demuestre con algo m¨¢s que palabras que el aut¨¦ntico objetivo de su plan de miniguerra de las galaxias no es Rusia, cuyos arsenales at¨®micos podr¨ªan todav¨ªa arrasar EEUU. Es lenguaje de guerra fr¨ªa, inaudito despu¨¦s de la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el fin del comunismo, pero es que hay reflejos y percepciones de amenazas que no se pierden en una d¨¦cada.
Ayer mismo, el jefe de las fuerzas rusas de cohetes, general Vlad¨ªmir Y¨¢kovlev, aseguraba que si EEUU sigue en sus trece y se salta el ABM, Rusia no se quedar¨¢ con los brazos cruzados, sino que actuar¨¢ en consecuencia, con medidas como el equipamiento de sus misiles con m¨²ltiples cabezas nucleares. El alto jefe militar admite que eso exigir¨ªa una fuerte inversi¨®n, "moral, f¨ªsica y financiera". Pero ese problema, a?adi¨®, puede ser resuelto. As¨ª se las gasta un liderazgo ruso que, con Putin al frente, exige por primera vez en muchos a?os ser tratado con respeto y de igual a igual por su viejo enemigo de la guerra fr¨ªa. Otra cosa es que, a la hora de la verdad, pueda llevar ese recobrado orgullo hasta sus ¨²ltimas consecuencias.
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