Celebraciones
La actualidad tiene de malo que obliga a hablar de ella; atenta contra la libertad de expresi¨®n. Y no es porque no acontezca nada, como sol¨ªa anta?o; bien al contrario, sucede mucho, pero siempre lo mismo. Es el chino que pas¨® veinte veces delante del centinela, y ¨¦ste, al dar el parte, asegur¨® que hab¨ªan pasado veinte chinos. S¨®lo que ahora pasan unos cuantos chinos unas cuantas veces, pero son los que pasaron ayer. La conversa de los oficinistas en sus multitudinarios desayunos de mediod¨ªa, de los automovilistas entre s¨ª ante los sem¨¢foros, de los pacientes del hospital aguardando a que, al fin, entre el primero, gira siempre en torno a las mismas cosas. Y de ello hablar¨¢ cualquiera de nosotros si, dentro de un mes, tomamos el tren para ir a San Ferm¨ªn, por ejemplo, y no a Villadiego, que es de donde parte la escondida senda de los sabios. Todos tenemos que hablar de lo que pasa, que es vario pero fotocopiado. Y, por tanto, los medios de comunicaci¨®n, se ven obligados a retratar la actualidad y a ponerla en boca de todos (que si el f¨²tbol, que si el famoso y la famosa, que si el f¨²tbol, que la gasolina, que el sueldo por un lado y los impuestos por otro, que el f¨²tbol, que Insalud, que la tele, y otros sujetos y objetos similares anejos al Estado de bienestar, sin olvidar el f¨²tbol).Algunos informadores, justamente aburridos por tener que repetir hoy lo de ayer, agilizan su prosa noticiera con rel¨¢mpagos de ingenio. Sucede incluso en casos muy graves, en los m¨¢s graves que pueden suceder, que son los que paran en muerte, unas veces accidental, y otras a tiro hecho. Entre ¨¦stos est¨¢n, in¨²til recordarlo, las habituales carnicer¨ªas del llamado nacionalismo radical, con el cual, niega cualquier parentesco el llamado democr¨¢tico. Sin embargo, algunos les atribuyen fraternidad gemelar como ha ocurrido hace poco en un abyecto atentado. La noticia, glosada por un importante rotativo nacional, aparec¨ªa con este gran t¨ªtulo: "Arzalluz ha sido el inductor filos¨®fico del asesinato , asegura Vidal de Nicol¨¢s, presidente del foro de Ermua". Verdad o calumnia, ?no hay juez que dirima?: una de ambas cosas es punible. Sin embargo, no es la antigua imputaci¨®n al veterano patriota vasco lo que chocar¨¢, sino el que se le llame inductor filos¨®fico. Tal denominaci¨®n debe de equivaler a lo que, a secas, se llamar¨ªa inductor o urdidor. Desde hace seis u ocho a?os, se ven¨ªa dando el nombre de autor intelectual a quien planeaba una fechor¨ªa as¨ª, distingui¨¦ndolo del ma?oso en pistolas o explosivos. No hay duda de que el titular de marras, ha querido realzar la personalidad cultivada y espiritual del se?or Arzalluz, convirti¨¦ndolo en autor filos¨®fico, que es mucho m¨¢s que intelectual, d¨®nde va a parar.
Otra cuesti¨®n recurrente: con el calor vuelven los accidentes pirot¨¦cnicos, esta vez uno terrible, cerca de Gand¨ªa, con muertos a los que era preciso enterrar. Y las familias -dice la televisi¨®n- no hab¨ªan decidido a¨²n si iban "a celebrar una capilla ardiente conjunta". Expuesto as¨ª, se quita lobreguez y amargura al lugar donde un cad¨¢ver guarda su pen¨²ltimo reposo, asociando un verbo normalmente vivo a algo donde no hay nada que sea parecido a una celebraci¨®n. Porque all¨ª no se aplaude un mitin o un espect¨¢culo, ni se conmemora algo, ni hay por lo general motivo de alegr¨ªa, que son las cosas habitualmente celebradas (puede haber una excepci¨®n: la eucarist¨ªa, llamada misa antiguamente). Pero el informador habl¨® de celebrar la capilla ardiente, en lugar de instalarla. Ese verbo gusta mucho en ocasiones de ese tipo; al morir el conde de Barcelona, alg¨²n medio asegur¨® que en el funeral se celebr¨® una homil¨ªa; sim¨¦tricamente, un obispo destituido por el Papa, hab¨ªa pronunciado su ¨²ltima misa ante sus diocesanos. No s¨®lo cosas melanc¨®licas o tristes pueden celebrarse ¨²ltimamente; as¨ª, cuando se asegur¨® que un c¨¦lebre actor americano hab¨ªa celebrado su sesenta onom¨¢stica; aunque no hubo audacia en ello, si, al nacer el sesent¨®n, le pusieron por nombre el del santo del d¨ªa; o si hubo verdadera celebraci¨®n con champ¨¢n, qu¨¦ menos.
Hay cosas, no esas, que en efecto, s¨ª pueden y deben ser celebradas. Lo hicieron, verbigracia, los hinchas del Valencia en aquella jornada de Liga en que acongojaron al Barsa amontonando balones en su red. El titular que un gran diario consagraba al evento estallaba as¨ª, rotundo como una carcasa: "El Valencia ridiculiz¨® al Barsa (4-l)". Conforta mucho el desenfado con que muchos cronistas deportivos entran a saco en la lengua: la airean, la flexibilizan, la meten en la ruta del bacalao, y, en sus dicharachos, esplende la juventud que le inyectan. ?Por qu¨¦, si todo cambia, hemos de mantener un idioma de cuello duro? Cambi¨¦moslo, pues, para adecuarlo al mundo actual. No obstante, hay veces en que debe ponerse alguna puerta al campo. ?Qu¨¦ hemos de entender si los chicos de Mestalla ridiculizaron a los blaugranas? Pues lo obvio: que les sacaron la lengua, les restregaron el cuatro por las narices, les colgaron monigotes en la espalda y les hicieron la mamola. Como tal cosa es impensable en un equipo educado, casi champion de la champions, el rejuvenecimiento de ridiculizar, haci¨¦ndolo sin¨®nimo de poner en rid¨ªculo, parece osado en casos como el presente.
Sin embargo, no son extra?os los aciertos idiom¨¢ticos rotundos en la glosa de los deportes. El adjetivo sentimental, por ejemplo, inventado en Inglaterra a fines del XVIII y venido a nosotros durante el ochocientos por los Pirineos, tuvo hace algunos a?os una hermosa mutaci¨®n sem¨¢ntica en compa?ero sentimental, manera delicad¨ªsimamente francesa de designar al otro o a la otra en la coyunda celebrada -?ahora s¨ª!; al verbo me refiero- sin juez, alcalde o cura. Ventajosa situaci¨®n m¨¢s extendida cada vez, que l¨®gicamente se denomina relaci¨®n sentimental. Hace juego con el feliz hallazgo, igualmente galo, de hacer el amor, es decir, de hacer eso que, apetecerlo siempre y beber sin sed, establece la diferencia, seg¨²n Beaumarchais, entre los humanos y las bestias. Si esta expresi¨®n g¨¢lica ha tenido tanto ¨¦xito, no es menor el que aguarda al vocablo sentimental por su facilidad combinatoria. Que ya ha empezado en las pistas de tenis, cuando de uno de estos virtuosos de la pelota cuyo triunfo en tal o cual torneo desea la gente celebrar (ahora tambi¨¦n), se dice que es "el favorito sentimental" del p¨²blico. La raz¨®n num¨¦rica impide el riesgo de equ¨ªvoco. Gran acierto.
Fernando L¨¢zaro Carreter es miembro de la Real Academia Espa?ola.
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