Un refugio en medio de la desolaci¨®n
Cada noche, el centro de atenci¨®n a toxic¨®manos de La Rosilla se convierte en un improvisado albergue. M¨¢s de medio centenar de drogodependientes sin hogar se cobijan en ¨¦l para protegerse del fr¨ªo, la lluvia o las agresiones. Como el centro, abierto desde noviembre de 1998, no est¨¢ preparado para servir de refugio, cada cual se las apa?a como puede: unos se tumban en una decena de camastros instalados en un patio techado y otros se echan sobre cartones, sacos y sillas en el interior del recinto.Pero, pese a su precariedad, el dormitorio, abierto hace seis meses, ha tenido una gran acogida entre las decenas de toxic¨®manos que hasta ahora pasaban la noche a la intemperie en este poblado marginal vallecano. La experiencia de estos meses ha llevado a la Agencia Antidroga de la Comunidad de Madrid a proyectar abrir un albergue, ya en condiciones, en Las Barranquillas, un poblado que ha tomado el relevo a La Rosilla como hipermercado de la droga y en el que se ha instalado la primera narcosala de Espa?a.
Lorenzo es uno de los habituales en este albergue provisional. Con 43 a?os, 28 de ellos de adicci¨®n, se ha apuntado a un programa de metadona para tomarse un respiro y ver si, de una vez por todas, endereza su vida. Antes viv¨ªa en una tienda de campa?a junto al poblado. Pero ¨¦l no era el ¨²nico habitante de ese c¨¢mping de miseria. Otro centenar de drogodependientes se cobijaban tambi¨¦n entre los pl¨¢sticos o en chabolas.
"Aquello era una comuna muy rara, siempre hab¨ªa alguien muy enfermo y, a pleno sol en verano y bajo la lluvia el invierno, a los que ten¨ªan el bicho [sida] se les multiplicaba", explica.
Ahora el poblado de La Rosilla est¨¢ ya medio desmantelado y de los miles de toxic¨®manos que acud¨ªan a ¨¦l cada d¨ªa s¨®lo quedan unos centenares. Pero el punto negro se ha trasladado a Las Barranquillas y all¨ª se hacinan decenas de drogodependientes sin hogar que duermen en cualquier esquina o echadizo.
"A esa gente les vendr¨ªa muy bien que les abrieran un lugar donde poder dormir, ducharse y comer. Eso es m¨¢s necesario que la narcosala que tanta lata da", asegura Lorenzo. El lugar donde lavarse y tomar un bocado lo tendr¨¢n dentro de dos meses, cuando este centro de La Rosilla se traslade a Las Barranquillas. El albergue se abrir¨¢ en ocho meses, seg¨²n asegur¨® el gerente de la Agencia Antidroga, Jos¨¦ Cabrera, hace d¨ªas.
La coordinadora m¨¦dica del centro de La Rosilla, Rosa Bravo, destaca la mejor¨ªa f¨ªsica y ps¨ªquica que han experimentado los usuarios de este servicio desde que duermen bajo techo. "A pesar de que las condiciones no son buenas porque este centro no se concibi¨® como albergue, la gente consigue descansar, algo que no lograban durmiendo a la intemperie. Eso hace que consuman menos droga y que est¨¦n menos agresivos, lo que les hace m¨¢s receptivos al trabajo social que desarrollamos para que salgan de la marginaci¨®n", afirma.
El equipo de 27 educadores, trabajadores sociales y sanitarios que atienden este recinto se vio en la necesidad de instalar camastros a partir del verano de 1999, cuando el centro comenz¨® a abrir 24 horas diarias. "No pod¨ªamos atender a estos chicos durante el d¨ªa y luego dejarles morir de fr¨ªo por la noche. Ve¨ªamos, adem¨¢s, que algunas mujeres pod¨ªan sufrir agresiones cuando dorm¨ªan en la calle, de hecho hubo alguna violaci¨®n", a?ade Bravo.
En los primeros meses s¨®lo admitieron por la noche a 20 personas. Se trataba de toxic¨®manos enfermos que se escapaban de los hospitales o que hab¨ªan sido ya dados de alta y no ten¨ªan d¨®nde estar. "Nos daba miedo dejar entrar a m¨¢s personas porque tem¨ªamos que hubiese brotes de violencia, ya que era una ¨¦poca muy dura de La Rosilla. Pero poco a poco los ¨¢nimos se fueron calmando, porque comenzamos a dispensar metadona a 50 usuarios y, adem¨¢s, como el poblado est¨¢ ya medio derribado hay menos problemas, as¨ª que desde diciembre de 1999 permitimos dormir en el recinto a todo el que lo necesite", concluye.
As¨ª es cada noche, incluso con buen tiempo. Decenas de drogodependientes llegan de los alrededores, incluso de Las Barranquillas, con sus mantas y, los menos, con sacos de dormir.
"Por ahora, es mi hogar"
El centro de La Rosilla se ha convertido en el hogar de Carlos Enrique de Sousa, un heroin¨®mano de 40 a?os nacido en Guinea Bissau. "La gente que duerme y trabaja aqu¨ª es por ahora mi familia", asegura este ex legionario que lleva toda su vida en la calle. No descarta, sin embargo, cambiar de vida. "A ver si lo consigo cuando me den metadona, porque al menos me librar¨¦ del agobio de tener que sacar 2.500 pesetas diarias para quitarme el mono", a?ade.El a?o pasado fueron unos 250 los drogodependientes derivados a otros servicios de atenci¨®n (ambulatorios, albergues, programas de desintoxicaci¨®n...) desde este centro. Por eso, Rosa Bravo, la coordinadora del servicio, no teme que abrir un albergue en Las Barranquillas vaya a consolidar all¨ª una especie de gueto de miseria, con camas, narcosala, duchas y comida. "Nosotros vinimos a trabajar a una especie de mortuorio y hemos visto mejor¨ªas f¨ªsicas y ps¨ªquicas que no nos esper¨¢bamos. Lo que hace falta es no tirar la toalla", a?ade.
Cada noche, a las 22.45, se reparten las ¨²nicas 11 camas del recinto que se instalan en el patio. El lugar est¨¢ a la intemperie aunque protegido por un tejadillo. En el interior del centro, que financia la Agencia Antidroga y regenta la empresa Trama, no hace fr¨ªo pero hay que dormir en el suelo.
Uno de los toxic¨®manos, encogido entre las mantas, duerme con mascarilla. Sufre una tuberculosis y los monitores le llevan vasos de leche a la cama. Por el riesgo de contagio tiene que dormir fuera. Deber¨ªa estar en el hospital pero se ha escapado. No aguantaba estar solo all¨ª. Al d¨ªa siguiente, el equipo del centro volver¨¢ a intentar ingresarlo.
A las 23.15 se reparten vasos de leche y cada cual toma posiciones. A medianoche se apagan las luces y se hace el silencio, s¨®lo interrumpido por los drogodependientes que, en un lento goteo, acuden a por jeringuillas.
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