Privada o P¨²blica (I)
A. R. ALMOD?VAR
Todo hace pensar que el debate pol¨ªtico de los pr¨®ximos a?os va a girar en torno al eje privado/p¨²blico. Un dualismo que se vuelve cada d¨ªa m¨¢s ¨¢spero y que afecta a asuntos de tanta trascendencia como la educaci¨®n, la sanidad, la televisi¨®n... Est¨¢ en juego, nada menos, que un modelo de sociedad. A Andaluc¨ªa, con un Gobierno que se quiere de progreso, le toca marcar las diferencias, hacer palpable su apuesta por el Estado del bienestar, por la calidad y la extensi¨®n de los servicios p¨²blicos. Pero no lo tiene f¨¢cil.
En estos d¨ªas, varios indicadores vuelven a tintar de rojo el panorama de la educaci¨®n. El Defensor del Pueblo acaba de dar la voz de alarma en su informe anual, con 1.240 quejas en el sector, a m¨¢s del doble del siguiente (Obras P¨²blicas, 592). Y ha puesto el dedo en una llaga particularmente dolorosa: muchos adolescentes no quieren ser escolarizados hasta los 16 a?os y est¨¢n haciendo insoportable el clima de convivencia en los centros educativos. Sobre todo en los p¨²blicos. La t¨®nica es similar a la de los ¨²ltimos a?os. En el 98, por ejemplo, fueron 886 quejas, m¨¢s una dura reprimenda a la Consejer¨ªa responsable, a la que acus¨® de llevar a cabo una pol¨ªtica de inversiones "profundamente injusta". La semana pasada, varios colectivos de padres exig¨ªan en Sevilla que se escolarizara a sus hijos en colegios privados concertados, rechazando de plano, en ciertos casos, la oferta p¨²blica que les brindaba la Administraci¨®n. Al final, ¨¦sta ha autorizado que se eleve la ratio (de 25 a 30 alumnos por aula), en ocho zonas, que se suman a otras siete de la provincia. Sorprendente "soluci¨®n". (Por cierto, no parece sino que a los profesores de la privada se les pudiera cargar con todo.) Sin duda la Consejer¨ªa se siente abrumada por los problemas que ella misma ha ido acumulando, como el de esos 17.000 profesores interinos -se dice pronto- que l¨®gicamente exigen una soluci¨®n diferenciada a su situaci¨®n, y ha de optar por respuestas de emergencia aqu¨ª y all¨¢. Pero f¨ªjense c¨®mo muchas de ¨¦stas, al final, acaban beneficiando al sector privado. As¨ª, poca cosa podr¨¢ hacer frente a otro inquietante dato que acaba de producirse: el Ministerio de Educaci¨®n, aun en medio de una risible comedieta de decretos y contradecretos en torno a las pruebas de selectividad, ha colado de rond¨®n que la nota media que el alumno trae del centro suponga el 60% de la de acceso a la Universidad. Antes era el 50%. Parece una peque?a cosa, pero es una de las mayores cosas que pueden ocurrir, de nuevo en contra de la ense?anza p¨²blica. ?Resistir¨¢n los centros privados la tentaci¨®n de darles un empujoncito a sus alumnos a trav¨¦s del expediente, para que lleguen m¨¢s pronto y m¨¢s lejos en la carrera elegida?
Son m¨¢s los ¨ªndices de deterioro que sigue arrojando la ense?anza p¨²blica. Un estudio de la Universidad de Granada, de enero de 1999, conclu¨ªa que "hasta un 27,5% del profesorado de estos tramos (Primaria y Secundaria) presenta s¨ªntomas de tipo depresivo, como consecuencia, entre otras, de demasiados alumnos por clase, ruido, presiones ejercidas por estudiantes, padres o superiores, malas relaciones con otros colegas, exceso de trabajo, carencia de medios". Pero lo m¨¢s chocante es la coletilla de este diagn¨®stico, que hoy ya no nos cabe.
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