Mujeres
Felicito sinceramente a Mitsubishi Electric por ese anuncio que, un a?o m¨¢s, sirve de p¨®rtico a la inminente llegada del calor. Hagan memoria. Les hablo de un rostro de mujer de piel oscura cuyo primer plano ocupa toda la pantalla del televisor o la p¨¢gina entera de un suplemento semanal. No es una modelo al uso y me atrever¨ªa a afirmar que sus rasgos responden a una deliciosa mixtura de razas antag¨®nicas que en ella provoca el prodigio de una extra?a perfecci¨®n. En la comisura de sus ojos, su frente, sus p¨®mulos, en el entorno de su nariz ancha y sim¨¦trica, en la superficie de sus labios o la convexa suavidad de su barbilla no hay arruga posible ni l¨ªnea que la sugiera. Mantiene desplegados los p¨¢rpados para que la serenidad sea a¨²n m¨¢s absoluta. Con la mirada oculta todo en ella adquiere la condici¨®n de enigma y de sorpresa. Es entonces cuando la gota de una sustancia tan imperfecta y grave como el sudor resbala por su frente, se detiene en el entrecejo y asciende de nuevo hasta evaporarse gracias a los implacables efectos del aire acondicionado que patrocina el spot. Cuando esto ocurre, ella transgrede las leyes de la armon¨ªa y abre los ojos para despertarnos del sue?o con ese golpe de efecto perfectamente estudiado. Sin embargo hay algo intacto que rompe igualmente las trilladas reglas de la publicidad: sus labios, abultados y densos, no sonr¨ªen nunca. Y no lo hacen porque, contraviniendo la l¨®gica del gui¨®n y sin que lo sepan los de Mitsubishi, esta modelo de piel bronc¨ªnea est¨¢ siendo solidaria con millones de mujeres a las que les suda los ovarios la tecnolog¨ªa punta y las falsas promesas de un bienestar imposible. El pago desigual por un mismo trabajo, las dificultades globales para acceder a la educaci¨®n, a la salud y a la planificaci¨®n familiar, el tr¨¢fico de mujeres dentro del libre mercado, la esclavitud sexual, la necesidad de una s¨®lida legislaci¨®n contra la violencia dom¨¦stica, los abusos f¨ªsicos en los conflictos armados o el simple hecho de que las dos terceras partes de los ni?os sin escolarizar sean precisamente ni?as son datos suficientes para que a cualquiera se le atragante la sonrisa y abra s¨²bitamente los ojos sin respetar la est¨¦tica publicitaria de un rostro fascinante y enigm¨¢tico.
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