Sirenas al borde del mapa
Ha convertido su tipismo en uno de sus principales valores y el equilibrio entre turismo y su humildad pesquera en reclamo para quienes buscan un lugar tranquilo. El n¨²cleo de San Miguel de Cabo de Gata (Almer¨ªa), cuajado de tentaciones para el est¨®mago a pie de playa, es un buen punto de partida para iniciar una caminata que, en unas ocho horas, conduce hasta San Jos¨¦.Aunque lo m¨¢s recomendable para apurar las posibilidades del paisaje es realizar el itinerario a pie -o en bicicleta si se tiene ¨¢nimo para remontar las elevaciones del trayecto en algunos tramos-, aproximadamente la mitad de la excursi¨®n se puede salvar en coche. Es la parte que va de Cabo de Gata, con su invitaci¨®n al ba?o, sus chiringuitos de playa y su iglesia sencilla, hasta la torre de Vela Blanca.
Desde Cabo de Gata hacia el sudeste, una carretera deja a la izquierda Las Salinas, privilegiado ecosistema andaluz, donde a¨²n se mantiene una explotaci¨®n de sal com¨²n y en cuyos charcones se cobijan decenas de especies de aves, entre las que destaca el flamenco rosado.
Altivos y elegantes, los flamencos son casi tan inaccesibles para el visitante como parece desprenderse de su aristocr¨¢tica estampa. Antes de captar una imagen de esta especie patilarga, peque?as aves comienzan un volar y piar alocado. Dan la voz de alarma sobre la presencia ajena. Y los flamencos emprenden la huida. Volando en fila, en una l¨ªnea curvada, se alejan en el horizonte como si simularan el hilo de una cometa perdida.
Mientras los flamencos despliegan en el vuelo su colorido, la iglesia de las Salinas de Cabo de Gata recorta su simple figura entre el azul del cielo. La carretera sigue para pasar ante la Almadraba de Monteleva, caser¨ªo situado a continuaci¨®n de Las Salinas. M¨¢s adelante, bordeando el Cerro de San Miguel, estrechas y serpenteantes curvas llevan hasta el faro de Cabo de Gata. La vista sobre la bah¨ªa de Almer¨ªa comienza a inundar unas pupilas que no dan abasto.
El faro, orgulloso y solitario, situado all¨¢ donde un pico de tierra (el cabo geogr¨¢fico) establece el l¨ªmite que dibujan los mapas entre la tierra y el mar, custodia desde su altura al arrecife de las Sirenas. Cuenta la leyenda que este litoral estuvo poblado antiguamente por colonias de focas monje. Encaramadas a las rocas del arrecife, sus gritos confund¨ªan en la oscuridad a los navegantes que, prestos a conceder veracidad a la mitolog¨ªa, cre¨ªan escuchar cantos de sirenas.
Poco antes del faro, un desv¨ªo a la derecha conduce hasta la torre vig¨ªa de Vela Blanca, despu¨¦s de haber dejado atr¨¢s otro prodigio del tiempo y la naturaleza. Es el arrecife del Dedo. Y la postal que ofrece hace pensar en Neptuno queriendo emerger de las aguas bajo las que residir¨ªa seg¨²n la hist¨®rica m¨¢gica. Desde el cerro de Vela Blanca, donde se encuentra una de las torres moras que se reparten por esta zona del Sudeste andaluz, se unen mar, cielo, gaviotas y un viento susurrante en un todo de belleza impresionante. Aqu¨ª acaba el camino autorizado para veh¨ªculos, pero comienza un sendero que propone la ruta a pie o en bicicleta hasta las playas casi v¨ªrgenes de M¨®nsul y Genoveses.
Un caracter¨ªstico pe?asco, a modo de ola petrificada, define el espacio de M¨®nsul en el que reina una gran duna m¨®vil. El camino de M¨®nsul a Genoveses es ¨¢rido y bello, con llanuras donde el silencio y la luz compiten con la grandiosidad del Mediterr¨¢neo que gu¨ªa toda la ruta. Ya en Genoveses, en la llanura plagada de pinos, cipreses, ¨¢gaves y chumberas que precede a la playa, se encuentra el molino de Genoveses o del Collado, pulcra construcci¨®n en simbiosis con la grandiosidad del paisaje. Desde aqu¨ª se accede por poniente a San Jos¨¦, coqueto n¨²cleo tur¨ªstico en el que destaca un peque?o puerto deportivo, repleto de establecimientos de restauraci¨®n donde recuperar fuerzas.
Una peregrinaci¨®n protegida
D¨®nde. Dentro del Parque Natural Mar¨ªtimo Terrestre de Cabo de Gata-N¨ªjar. El punto de partida, San Miguel de Cabo de Gata, est¨¢ a 32 kil¨®metros de Almer¨ªa. La llegada, San Jos¨¦, a 42. Hasta Cabo de Gata se accede por la carretera ALP-202. Desde el kil¨®metro 14 de la CN 34, pasando por la urbanizaci¨®n de Retamar, lleva hasta el pueblo. En esta carretera hay un desv¨ªo para el Centro de Visitantes e Interpretaci¨®n de la Naturaleza de Las Amoladeras, creado en 1992, donde se organizan exposiciones de arte relacionadas con el parque.Cu¨¢ndo. Es recomendable evitar los meses de verano en los que la presi¨®n tur¨ªstica desvirt¨²a los encantos de las playas y calas. La bondad del clima, generalmente a lo largo de todo el a?o, permite realizar la excursi¨®n sin problemas fuera de los meses estivales en los que el calor arrecia y la presencia de gente es mayor. Si se puede prescindir de un ba?o, el oto?o es buena ¨¦poca.
Alrededores. Al margen de las paradas en Cabo de Gata y San Jos¨¦, se puede visitar, cerca de Retamar, la ermita de Torre Garc¨ªa, lugar de peregrinaje y fiesta para miles de almerienses en enero. Se puede comer pesca¨ªto en numerosos sitios. Una opci¨®n es el restaurante El Sotillo (2.500 a 3.500), a la entrada de San Jos¨¦.
Y qu¨¦ m¨¢s. Se puede obtener informaci¨®n en la delegaci¨®n provincial de Medio Ambiente (950 01 28 00). En el Patronato de Turismo de la Diputaci¨®n de Almer¨ªa disponen de folletos y mapas de la zona (950 62 11 17).
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