Izquierda en vilo
En un excelente libro que acaba de aparecer, el investigador mallorqu¨ªn David Ginard reconstruye la incre¨ªble historia de un agente moldavo de la Internacional Comunista, conocido en Espa?a por el falso nombre de Heriberto Qui?ones, y que tras la victoria de Franco protagoniz¨® la tr¨¢gica aventura de intentar la reconstrucci¨®n del PCE clandestino desde Madrid. Detenido en diciembre de 1941, sufri¨® torturas y c¨¢rcel hasta ser condenado a muerte y finalmente fusilado el 2 de octubre de 1942. Un desenlace l¨®gico para los tiempos que corr¨ªan. Lo peor es que tambi¨¦n result¨® l¨®gica, en t¨¦rminos estalinistas, la reacci¨®n de su partido. Si las cosas sal¨ªan rematadamente mal no pod¨ªa ser por errores de la direcci¨®n ni por falta de combatividad obrera; ten¨ªa que ser por culpa de los traidores y, as¨ª, Qui?ones se convirti¨® durante d¨¦cadas en el prototipo del traidor que vende y destruye al partido. Su gran defecto: haber pensado con su cabeza, definiendo una pol¨ªtica de uni¨®n nacional. Pero las prerrogativas de la direcci¨®n eran sagradas.No es in¨²til recordar el episodio ante la crisis sucesoria en curso dentro de Izquierda Unida. Por fortuna, ya no hay persecuciones ni fusilamientos, aunque s¨ª una situaci¨®n profundamente depresiva, con una clara tensi¨®n entre quienes intentan corregir el curso pol¨ªtico de la coalici¨®n, a la vista de los ¨²ltimos desastres, y los empe?ados en mantener a toda costa el dominio del aparato del PCE. Y de momento, como las pr¨¢cticas estalinistas no han sido olvidadas, cabe temer que la suerte de los renovadores se convierta en un remake blando de la demonizaci¨®n de Qui?ones, y de tantas otras demonizaciones posteriores. Salvadas las distancias de credos, Francesc Frutos es un pol¨ªtico de la casta de Carrero Blanco, en el sentido de que basan su ascenso pol¨ªtico en declarar constantemente que ellos no ambicionan el poder, pero sirvi¨¦ndose al mismo tiempo de todos los recursos a su alcance para aplastar a sus rivales. Hasta que por destrucci¨®n se quedan solos. Para ese fin la tradici¨®n pol¨ªtica de un partido comunista es un instrumento inmejorable. No cabe la presentaci¨®n abierta de una candidatura, como hizo Llamazares, ni contacto pol¨ªtico alguno para buscar apoyos -el "comistrajo" que denunci¨® el dulce secretario general- por ser pr¨¢cticas antiestatutarias, a diferencia de lo que haga la direcci¨®n del PCE, a la que nada est¨¢ vedado. Y, en definitiva, tampoco es l¨ªcito plantear la candidatura, porque el PCE tiene que llegar a la asamblea de IU con un solo candidato.
Una vez m¨¢s, dado el predominio cuantitativo del componente comunista en IU, ¨¦sta se transforma en una simple m¨¢scara para la supervivencia de un estalinismo decr¨¦pito bajo las siglas PCE. Por si hab¨ªa alguna duda, Frutos se lo record¨® al portavoz de una corriente de IU que intent¨® abordar el tema: ¨¦l no toleraba (sic) que temas del PCE, aunque concernieran a IU, fueran tratados en ¨¦sta. As¨ª, el PCE de Frutos impone su monolitismo a IU, e IU ni siquiera puede expresar una opini¨®n al respecto. Una discrepancia abierta de Llamazares le convertir¨ªa de inmediato en disidente. En suma, si una reacci¨®n democr¨¢tica no lo remedia, no tendremos en el futuro los errores de Frutos, sino pura y simplemente el error Frutos.
Queda la inc¨®gnita del PSOE, aun cuando tambi¨¦n aqu¨ª, de no haber un terremoto desde las bases, tendremos Congreso agrio, pero controlado desde arriba, y el liderazgo poco atractivo de un populista conservador como Jos¨¦ Bono. Por ah¨ª no cabe esperar cambio real alguno, pues la voluntad del aparato consiste, ante todo, en capear el temporal y mantenerse en torno a sus barones, quiz¨¢ con la inyecci¨®n tecnocr¨¢tica en su momento de la Nueva V¨ªa. Tampoco el populismo en sentido estricto de la simp¨¢tica Rosa D¨ªez ofrece m¨¢s que un cambio de estilo. En la izquierda, Matilde Fern¨¢ndez tiene su atractivo pol¨ªtico, recuperando una vocaci¨®n socialdem¨®crata que no vendr¨ªa mal frente a la gesti¨®n del PP. Pero, como si la pel¨ªcula estuviera rodada en Transilvania, detr¨¢s est¨¢ demasiado presente Alfonso Guerra. Y volver a empezar con la combinatoria de ret¨®rica izquierdista y manipulaci¨®n autoritaria ser¨ªa el peor de los males.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.