Sanidad p¨²blica
Las declaraciones del consejero de Salud de la Junta de Andaluc¨ªa, Francisco Vallejo, destacando que las listas de espera facilitan las ganancias en el ¨¢mbito privado y que esto es una causa m¨¢s que dificulta la soluci¨®n del problema, han obtenido respuesta por parte del Sindicato Andaluz de M¨¦dicos. Este sindicato exige que el consejero se retracte de sus acusaciones sobre el lucro que generan las listas de espera.El problema de la sanidad p¨²blica, como dice este sindicato, no puede atribuirse a los m¨¦dicos, lo que no quiere decir que la existencia del problema no beneficie a la llamada clase m¨¦dica y su entorno en el ¨¢mbito privado. El ejercicio simult¨¢neo de la medicina en los sectores p¨²blico y privado, y el gasto en m¨¢s de un 20% de la sanidad a favor de cl¨ªnicas privadas son circunstancias que, aun siendo legales, reflejan esta realidad. En esta l¨ªnea, al margen de la fortuna en la forma de expresarse del consejero, pueden comprenderse sus declaraciones, que no tienen, ah¨ª queda su aclaraci¨®n posterior, m¨¢s intenci¨®n que exigir al personal sanitario que compatibilice lo p¨²blico y lo privado, marque n¨ªtidamente las diferencias entre ambos sectores sin utilizar su posici¨®n oficial para favorecer lo que atiende privadamente.
Tratar de identificar, como hace este sindicato, honestidad y ejercicio m¨¦dico es ignorar que la honestidad acompa?a a la persona y no a la profesi¨®n. G¨®mez de Lia?o, Estevill y Antonio David son ejemplos para saber que el h¨¢bito no hace al monje y la bata, por muy blanca que sea, tampoco. As¨ª lo entiende tambi¨¦n la Fiscal¨ªa de Granada, que solicita cuatro a?os de prisi¨®n para dos farmac¨¦uticos y un visitador m¨¦dico, que convenci¨® a 116 m¨¦dicos del SAS para que entregaran 1.166 recetas oficiales que se facturaron, dice el fiscal, a trav¨¦s de una cl¨ªnica privada, con el resultado de defraudar a la sanidad p¨²blica andaluza en unos pocos millones.
Estos comportamientos, y no las palabras del consejero, son los que alargan las listas de espera, deforman el concepto de la llamada clase m¨¦dica y afectan negativamente a la sanidad p¨²blica. En cualquier caso, se echa de menos conocer la opini¨®n que al sindicato le merecen estos 116 m¨¦dicos.
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