El portero marcado
El belga Filip de Wilde sali¨® del anonimato protagonizando la jugada tonta del torneo
Filip De Wilde, el portero de la selecci¨°n belga, jugaba el s¨¢bado, a los 35 a?os, el partido de su vida, y no desaprovech¨® la oportunidad de reclamar su protagonismo: a los 53 minutos ya se hab¨ªa apropiado del galard¨®n que distingue al int¨¦rprete de la jugada m¨¢s tonta de la Eurocopa. La cesi¨®n de su compa?ero Leonard casi le lleva al suelo al intentar controlar el bal¨®n, que el sorprendido Mj?lby empuj¨® a la red. Wilmots resumi¨® la actuaci¨®n de su guardameta con una frase inquietante, plena de iron¨ªa brit¨¢nica: "Ha sido uno de los hombres del partido", dijo, antes de recuperar la sobriedad centroeuropea y explicar que despu¨¦s de su error "demostr¨® una gran fuerza mental y realiz¨® paradas de gran clase".De Wilde, con 29 partidos internacionales, estrenaba su ¨²ltima gran oportunidad. Durante muchos a?os, la presencia de Preud'homme le hab¨ªa conducido a la parte baja de la tablilla de alineaciones: la de los suplentes, acostumbrados a serlo. En los Mundiales de 1990 y 1994, tuvo un lugar privilegiado en el banquillo. La retirada de Preud'homme tampoco le tranquliz¨® el ¨¢nimo. El seleccionador Robert Wasseige (el primer val¨®n que dirige a B¨¦lgica) ha utilizado a cinco porteros desde que tom¨® posesi¨®n del cargo. Finalmente, se decidi¨® por el m¨¢s veterano, un calvo precoz que sugiere mayor edad que la que muestra su documento de identidad. B¨¦lgica, con un palmar¨¦s superior a su capacidad de seducci¨®n, ha gozado de grandes porteros, que le han sostenido en momentos complicados. De Wilde proviene de la escuela del Anderlecht, el buque insigna del f¨²tbol belga, al que ha retornado tras pasar una anodina temporada en el Sporting de Lisboa.
Probablemente, su edad explique las dificultades para jugar con el pie. De Wilde pertenece a la generaci¨®n que ten¨ªa en las manos su principal instrumento de trabajo. Cuando la FIFA cambi¨® las normas, su seguridad se tambale¨®. Jos¨¦ ?ngel Iribar, tambi¨¦n contrario a la alteraci¨®n de las condiciones de los porteros, para favorecer el espect¨¢culo, suele pedir, con ¨¢cida iron¨ªa, "que impidan a los porteros utilizar las manos", o que, directamente, los borren de las alineaciones. De Wilde habr¨ªa suscrito esa petici¨®n cuando el mundo se le cay¨® encima el s¨¢bado al encajar el gol de los suecos. A los aficionados belgas que se encontraban en estadio Rey Balduino, les dio un vuelco el coraz¨®n, pero no les pill¨® de sorpresa. De Wilde nunca ha sido un portento jugando con el pie y lo ha pagado caro. Hoy es un portero marcado por el acontecimiento, por m¨¢s que su equipo venciera (2-1) y que sus compa?eros prefieran recordar sus intervenciones felices en el tramo final del partido: un mano a mano con Ljunberg y un cabezazo del gigante Andersson. Dos aportaciones peque?as para un error tan clamoroso, que el propio De Wilde entendi¨® como el m¨¢s importante de su carrera.
Una trayectoria que estuvo a punto de truncarse, d¨ªas antes del inicio de la Eurocopa, cuando se lesion¨® en un partido amistoso ante un equipo dan¨¦s. La sombra del infortunio le volvi¨® a rodear, dando la posibilidad al portero del Extremadura, Gaspercic. Nadie se acordar¨¢ del error del sueco Nilsson que precid¨® al primer gol belga; ni del despiste del ¨¢rbitro al conceder el segundo de Mpenza. El partido eligi¨® como protagonista principal al m¨¢s estruendoso. Mereci¨® la pena esperar tanta gloria: De Wilde sali¨® del anonimato de la parte baja de las tablillas en la cita m¨¢s solemne de la Eurocopa, en su pa¨ªs y ante su p¨²blico. L¨¢stima que fuera con un rotundo fracaso.
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