Euro- barcelonismo
Para un barcelonista, la Eurocopa2000 plantea dudas existenciales que r¨ªanse ustedes de las de aquel noble pr¨ªncipe de Dinamarca que, sin m¨¢s m¨¦rito que el de recorrer los escenarios agarrado a una calavera y enfundado en unas mallas dolorosamente ce?idas, aspira a arrebatarle a Laudrup el t¨ªtulo de Dan¨¦s M¨¢s Famoso de la Historia. Seg¨²n mi pasaporte espa?ol y la delegaci¨®n de Hacienda que esquila mis ingresos, deber¨ªa demostrar mi patriotismo enarbolando la bandera rojigualda pero me temo que, en este caso, lo local tira m¨¢s que lo estatal. Est¨¦n tranquilos: no se trata de un acto de separatismo provocado por las abrasivas declaraciones del ign¨ªfugo Aznar. Cuando la selecci¨®n catalana organiza su anual partido internacional tampoco me siento demasiado implicado.En esta ocasi¨®n mis dudas no se basan en el confeso madridismo de Camacho sino en que su selecci¨®n -la espa?ola- cuenta con menos jugadores del Bar?a que la holandesa. Para ser consecuente, pues, deber¨ªa animar a Holanda, no ya por identificaci¨®n con su historial futbol¨ªstico reciente, sino tambi¨¦n porque los gemelos De Boer, Zenden, Cocu, Kluivert y Reiziger suman, entre todos, m¨¢s de la mitad de los titulares del equipo de mis amores.
Y, sin embargo... La saturaci¨®n de holandeses con la que el Bar?a ha fustigado a sus seguidores en las ¨²ltimas temporadas bloquea mis mecanismos de forofo. Y las declaraciones de Frank de Boer afirmando que no hab¨ªa jugado bien en el Bar?a porque la vida en Barcelona es demasiado agradable -sumado al descubrimiento de que John Lennon lleg¨® a llevar unos pantalones de Gaspart- tampoco han contribuido a remontar mi tendencia a la depresi¨®n. Lo grave de la situaci¨®n es que si por una de aquellas casualidades Holanda empieza a interpretar ese futbol que tantas veces nos ha seducido, tampoco podr¨¦ disfrutarlo ya que, anteponiendo mi culerismo a cualquier otro argumento, no podr¨¦ evitar comparar su triunfo con la alarmante mediocridad que estos mismos jugadores demostraron en la Liga espa?ola. Si juegan fatal, sin embargo, todav¨ªa ser¨¢ peor, ya que tendr¨¦ que imaginarme su fracasado regreso a un equipo que intenta superar el trieno vangalista. ?Qu¨¦ hacer? S¨®lo existe una soluci¨®n. Para no cometer pecado de pro-madridismo animando a Camacho, lo mejor es, recordando el t¨ªtulo de aquel disco de Siniestro Total, concentrarse en Luis Figo y ensayar el grito de guerra de cualquier cul¨¦ que se precie: "Menos mal que nos queda Portugal". Manque pierda.
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