Tejas aplica la pena de muerte a partir de pruebas poco fiables
Tejas es el Estado donde m¨¢s se aplica la pena de muerte en EEUU: la tercera parte de los ejecutados desde que en 1976 se reinstaur¨® la pena capital lo han sido en ese Estado. Una investigaci¨®n del diario Chicago Tribune pone de manifiesto que decenas de los ajusticiados en Tejas lo fueron a partir de pruebas poco o nada fiables; testigos dudosos, cuando los hab¨ªa; abogados defensores indolentes, psiquiatras y forenses repudiados por sus pares...
George W.Bush, aspirante por el Partido Republicano a la presidencia del pa¨ªs y gobernador de Tejas, asegura estar convencido de la bondad del sistema, por ello ha ratificado la ejecuci¨®n de 131 condenados. El Tribunal Supremo acaba de revocar una condena a muerte dictada en Tejas porque el psic¨®logo de la fiscal¨ªa mantuvo que el acusado, un argentino, era un peligro debido a su ascendencia hispana.Es la ¨²ltima de las campanadas producida por un sistema que hace agua por todas partes, a juzgar por una investigaci¨®n del Chicago Tribune, el mismo rotativo cuyas pesquisas sobre los ingentes defectos del sistema penal en el Estado de Illinois llevaron en enero al gobernador George Ryan a dictar una moratoria en la aplicaci¨®n de la pena de muerte.
La pena capital se volvi¨® a aplicar en Tejas en 1982. Desde entonces, el Estado del suroeste, gobernado indistintamente por dem¨®cratas y republicanos, est¨¢ embarcado en una carrera que ha costado la vida a 218 personas, un tercio de los 642 ajusticiados en el pa¨ªs.
Pero el Chicago Tribune ha comprobado que en 40 casos los abogados no presentaron testigos o s¨®lo buscaron un testimonio; en 43 vistas, un tercio del total, el defensor estaba lejos de ser fiable y hab¨ªa sufrido alg¨²n tipo de sanci¨®n, antes o a consecuencia de su actuaci¨®n en el juicio, en los que alguno lleg¨® a dormirse; en al menos 23 casos, la fiscal¨ªa recurri¨® como testigos a confidentes carcelarios, una forma de testimonio tan dudosa que en algunos Estados se pide a los jurados que se la tomen con escepticismo; en otros tantos casos se aplicaron t¨¦cnicas forenses cuya inexactitud las ha hecho desaparecer de varias jurisdicciones; en cerca de una treintena de oportunidades, los psiquiatras garantizaron que el acusado cometer¨ªa nuevos delitos, aun sin llegar a examinarle.
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