El consejero y el que lo fue

No podr¨ªan vivir los unos sin los otros. Se hacen feroces acusaciones y, con la m¨¢s exquisita cortes¨ªa -eso s¨ª-, insin¨²an deshonestidades cometidas, incompetencias manifiestas e ignorancias de cat¨®n. Son sus se?or¨ªas. Unos se ganan la vida poniendo en marcha planes, presentando leyes y ejecutando presupuestos. Los otros, cuestionando lo que hacen los primeros, control¨¢ndoles hechos y palabras y sacando las verg¨¹enzas a la luz.Suelen ir emparejados, a la fuerza. Y hay quien cree que no son nada el uno sin el otro. Vaya el primer ejemplo: Luis Eduardo Cort¨¦s, vicepresidente del Gobierno y consejero de Transportes, y el socialista Juli¨¢n Revenga.

No se gustan ni en fotograf¨ªa. Por lo menos a Revenga no le convence la cara del consejero. Y, adem¨¢s, aconseja a los diputados que lo vean por s¨ª mismos en el libro Memoria del Metro de 1998. Fue en la sesi¨®n de la Asamblea del 29 de octubre de 1999 : "El se?or Cort¨¦s, perm¨ªtame la broma, aparece en una foto un tanto m¨¢s parecido al zar que a Fraga".

A Juli¨¢n Revenga -se le nota- le encanta discutir y le baila entre los labios un rictus pel¨ªn burl¨®n. A Luis Eduardo Cort¨¦s, tambi¨¦n. Tiene aire de se?or antiguo. Correcto y educado. Ambos tienen barba. Pero nada que ver. El consejero habla con voz solemne y en la gravedad de su voz las iron¨ªas suenan casi a sarcasmo. Hasta cuando da la bienvenida. La primera vez que tom¨® la palabra Revenga, el 7 de octubre de 1999, utiliz¨® parte de su tiempo -el presidente de la Asamblea lo administra con unci¨®n sagrada- para decir que era un honor volver a la C¨¢mara vallecana (hab¨ªa sido consejero de Transportes en el Gobierno de Joaqu¨ªn Leguina).

Y, cort¨¦s, el consejero derroch¨® parte de su turno para darle la bienvenida. Daba gusto. "Estoy seguro", dijo, "que enriquecer¨¢ con su presencia, con su verbo la C¨¢mara". Y, menos cort¨¦s, a?adi¨®: "y espero tambi¨¦n que con sus ideas y planteamientos".

A Revenga le recuerda perennemente que fue responsable de Transportes, cosa que al diputado no le gusta nada. Tanto que, harto, un d¨ªa se le adelant¨®: "Antes de que me lo recuerde por en¨¦sima vez, he sido consejero de Transportes". Hay que asumir el pasado. Y lo que uno ha sido. Pero eso no le libr¨® de que el 8 de junio, cuando el socialista le preguntaba por las razones de no abrir las 24 horas el metro, Cort¨¦s le replicara sin inmutarse: "Por las mismas razones que no lo hizo su se?or¨ªa cuando era consejero".

Y que conste que Juli¨¢n Revenga nunca pone en cuesti¨®n la inteligencia de Cort¨¦s. Las cosas como son, aunque el consejero, a veces, se atreva, incluso, a calificar los aplausos que la izquierda concede a su diputado: "Aplausos tibios para el se?or Revenga", coment¨®, muy taurino, el 17 de febrero pasado.

El 4 de noviembre de 1999 pregunt¨® el socialista qu¨¦ aportaci¨®n hac¨ªa el Ministerio de Fomento en el Consorcio Regional de Transportes. Y el consejero, zumb¨®n, le contest¨®: "Si yo quiero ahora ser estricto, le contesto que ninguna y se ha acabado el debate". Y como el diputado le hiciera se?ales desde su esca?o, el vicepresidente, en plan docente, le aconsej¨®: "Aparte de gesticular, debe usted saber lo que pregunta". Y, en un rasgo de caridad cristiana, a?adi¨®: "Como yo le conozco y le interpreto hasta en los errores, voy a seguir adelante". Y sigui¨®.

En estos tiempos de turbulencia pol¨ªtica, saber d¨®nde se halla cada uno no es tan f¨¢cil. Menos mal que, otra cosa no, pero las lealtades las tiene claras el socialista, aunque sean las de su adversario. Ese mismo d¨ªa, en esa misma sesi¨®n, interpret¨® como "lealtad con el se?or Ruiz-Gallard¨®n" el hecho de que el consejero descargara en Fomento la responsabilidad del peaje en las futuras radiales III y V. Lo malo es que esa lealtad significa -y as¨ª se lo avis¨® Revenga- "deslealtad desde el punto de vista de la derecha nacional". Sobre lealtades, Cort¨¦s dijo una frase lapidaria: "Cuanto m¨¢s cercanas, siempre mejor". Un ejemplo vivo.

No pueden vivir sin verse. El vicepresidente le reconoci¨® que le hab¨ªa echado de menos en los cuatro a?os que el socialista hab¨ªa estado fuera de la C¨¢mara. Una pena, vino a decir, porque "me hubiera usted iluminado y hubi¨¦ramos avanzado m¨¢s". Y no falt¨® un cierto reproche. Si Revenga hubiera sido de otra manera, cuando era consejero, le hubiera tenido como asesor : "A lo mejor las cosas hubieran ido mucho m¨¢s boyantes".

El 3 de febrero de 2000, en otra pregunta el socialista calific¨® la pol¨ªtica del popular de "ca¨®tica, irresponsable y socialmente injusta". Y el consejero respondi¨® al cardo con una flor: "La suya (era) ordenada". E, inmediatamente, descubri¨® que su florecilla ten¨ªa unas esp¨¬nas que abr¨ªan las carnes: "La suya fue escasa, pero ordenada".

Cort¨¦s es consejero. Y Revenga lo fue. Y eso no facilita las cosas porque se las saben todas. Pero se trata de hacer oposici¨®n. Y una oposici¨®n sana. ?Oposici¨®n o posici¨®n? Las dos cosas. Lo dijo el consejero el 5 de mayo. Revenga pregunt¨®: ?Cu¨¢l es la posici¨®n del Gobierno sobre el impacto de la ampliaci¨®n de la nacional III? Y, Cort¨¦s, circunspecto y rotundo, contest¨®: "Sana". Como debe de ser.