Selectividad en parches
La precipitaci¨®n del anterior ministro de Educaci¨®n, Mariano Rajoy, por abordar como fuera la reforma de la selectividad ha sembrado de conflictos, quejas e incertidumbres el panorama educativo de los ¨²ltimos meses. A s¨®lo 11 d¨ªas de los ex¨¢menes, que empezaron ayer, el Gobierno aprob¨® un nuevo remiendo de la reforma ante las cr¨ªticas de los alumnos y comunidades por los problemas de bulto que provocan algunas de las medidas. Entre los cambios que, afortunadamente, se han esfumado figuraba uno que obligaba a los alumnos que quisieran optar por una plaza en carreras de dos ramas distintas (por ejemplo, en ciencias de salud y ciencias sociales) a examinarse de materias de las que algunos no se hab¨ªan matriculado previamente.El Gobierno incorpor¨® tambi¨¦n la posibilidad de solicitar una segunda correcci¨®n de una parte del examen, cuyo resultado har¨ªa media con la primera, con el consiguiente riesgo de bajar nota. La medida, criticada por el Consejo Escolar del Estado, no ha sido suprimida por Educaci¨®n, que se ha decidido por el apa?o: conservar, adem¨¢s, la posibilidad, que ya exist¨ªa, de que los alumnos pidan la revisi¨®n de todo el examen sin que les baje la nota. Ser¨¢n pocos estudiantes o ninguno los que opten por la doble correcci¨®n.
Los centros escolares y las universidades recibieron los cambios de octubre con perplejidad, y miles de estudiantes participaron en manifestaciones de protesta. El decreto se aprob¨® en contra del criterio de los rectores, que ped¨ªan un replanteamiento m¨¢s profundo y m¨¢s madurado de la prueba, y provoc¨® la ira de algunas comunidades, que consideran que estos cambios ya no son competencia del Gobierno central. Hasta el punto de que Pujol present¨® un recurso de inconstitucionalidad.
Lo m¨¢s destacado del decreto ha sido que ahora la media del bachillerato pondera m¨¢s (60%) que la nota de selectividad. La gran preocupaci¨®n de numerosos expertos y representantes educativos es la desigualdad que puede provocar el hecho, comprobado, de que algunos centros inflan artificialmente las notas de sus alumnos. La promesa del Gobierno de crear un control para que esto no suceda no se ha concretado en iniciativa alguna. En todo caso, la peripecia de esta tortuosa reforma de la selectividad demuestra que el populismo y las prisas no llevan casi nunca a buen puerto en materia de educaci¨®n.
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