Cansados y aburridos del PSC RAM?N DE ESPA?A
?ste es el texto de un hombre moderadamente desesperado. Un hombre que ha pasado la primera mitad de su vida con Franco y la segunda con Pujol. Un hombre que quer¨ªa creer en que la presencia de Converg¨¨ncia i Uni¨® en el Gobierno de la Generalitat no iba a ser eterna gracias al PSC, que alg¨²n d¨ªa conseguir¨ªa esa alternancia pol¨ªtica que tan saludable y necesaria resulta para una sociedad democr¨¢tica y bla, bla, bla. Un hombre que, en su inocencia, deseaba creer que las diferencias entre los miembros de CiU y los del PSC iban m¨¢s all¨¢ del hecho incontrovertible de que, a la hora del merecido descanso canicular, unos se inclinan por la Cerdanya y otros por el Empord¨¤.Durante los ¨²ltimos a?os no han faltado datos que nos llevaban, mal que nos pesara a los votantes a ciegas del PSC, a la conclusi¨®n de que convergentes y sociatas eran m¨¢s parecidos de lo que pretend¨ªan aparentar. Pero... ?para qu¨¦ remontarse al pasado cuando tenemos a la vuelta de la esquina la solidaridad de los chicos del PSC con el rector Arola a la hora de poner en su sitio a la d¨ªscola profesora Albert? Y hasta esa muestra del peculiar s¨ªndrome de Estocolmo del PSC se queda vieja al compararla con la ¨²ltima genialidad de Pasqual Maragall, la reivindicaci¨®n del retorno de los famosos legajos de Salamanca, que ya protagonizaron hace un tiempo una pol¨¦mica en la que catalanes y salmantinos competimos a ver qui¨¦n hac¨ªa gala de un patriotismo m¨¢s rancio.
Todos hemos o¨ªdo hablar de la famosa gota que colma el vaso. Pues bien, para m¨ª, esta historia de los papeles de Salamanca se ha convertido en la gota que ha colmado del vaso de mi paciencia. ?Por qu¨¦ precisamente esta historia? Pues no s¨¦, tal vez porque es especialmente significativa de la manera de hacer de nuestros socialistas durante los ¨²ltimos a?os y porque pone una vez m¨¢s al descubierto su forma de ir por el mundo. ?En qu¨¦ consiste su peculiar modus operandi? Pues b¨¢sicamente en sobreactuar en su catalanismo, en intentar ser m¨¢s nacionalistas que los nacionalistas, en reconocer impl¨ªcitamente que Pujol es el padre de todos los catalanes y en no desear realmente el triunfo electoral porque, en el fondo, saben que son unos botiflers y que hasta que no se enmienden no merecer¨¢n destronar a ese pol¨ªtico al que admiran profundamente y del que Pasqual Maragall parece considerarse el hereu en vez de la alternativa.
El autor de este texto no es el ¨²nico ciudadano cansado y aburrido de la lasitud moral del PSC. Este concepto se va extendiendo de manera peligrosa (para los sociatas) en capas cada vez m¨¢s extensas de la poblaci¨®n. La teor¨ªa de que antes llegar¨¢ Piqu¨¦ a presidente que Maragall ha dejado de ser un chiste malintencionado para convertirse en una posibilidad (sobre todo ahora que nuestros empresarios ya no tienen que ir a arreglar sus problemas a Madrid porque basta con acercarse por Ur¨²s en verano y hablar, ?en catal¨¢n!, con un ministro del PP). Y sobre todo impera la visi¨®n del PSC como un partido de ab¨²licos con complejo de inferioridad que no sabe, no puede o no quiere ejercer de aut¨¦ntica oposici¨®n.
Por no hablar de ejercer como un partido de izquierdas: al obrero, esa entelequia de tiempos periclitados, se le ningunea a conciencia, tal vez porque insiste en plantarse cada verano en Castelldefels con el bocata y la litrona en vez de adquirir una mas¨ªa en el Empord¨¤ como hace todo el mundo.
Pasqual Maragall es un pol¨ªtico al que frecuentemente no se le entiende. Y cuando se le entiende no se le comprende. ?No ha encontrado nada m¨¢s interesante o urgente que abordar que los archivos salmantinos? Ese tema corresponde a CiU o a ERC, que para algo son nacionalistas y dedican lo mejor de su tiempo a preguntarse si son m¨¢s catalanes que ayer pero menos que ma?ana. Si Felip Puig o Carod Rovira se hubieran descolgado con los legajos, todos lo habr¨ªamos encontrado muy l¨®gico, pero Maragall...
La gota que colma el vaso es, de hecho, s¨®lo una gota m¨¢s. Pero el hast¨ªo siempre llega por sorpresa. Vas aguantando hasta que una tonter¨ªa te saca de quicio. Y mientras reconoces que eres gen¨¦ticamente incapaz de votar al PP, llegas a la conclusi¨®n de que quienes en teor¨ªa te representan te est¨¢n convirtiendo en un abstencionista. Cosa que, por otra parte, no parece quitarles el sue?o: ahora un congresito, luego unas declaraciones acerca de que el partido tiene las cosas m¨¢s claras que nunca y en cuatro d¨ªas, zas, vacaciones, al Empord¨¤, t¨², que hay que descansar para volver frescos en septiembre y seguir ayudando a Jordi Pujol a eternizarse en el cargo.
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