Herralde califica de catastr¨®fica la abolici¨®n del precio fijo del libro
El fundador de Anagrama participa en un ciclo de editores
El aspecto fetichista del libro y su poder de agitaci¨®n intelectual fue lo que llev¨® a Jorge Herralde a dejar su "desganada" dedicaci¨®n a la ingenier¨ªa y fundar Anagrama hace 31 a?os. Una editorial relativamente peque?a e independiente que tiene en su cat¨¢logo 2.000 t¨ªtulos. En un ciclo sobre editores, dijo ayer que si se elimina el precio fijo del libro ser¨ªa una cat¨¢strofe: "Desaparecer¨ªan m¨¢s librer¨ªas y perder¨ªan los editores, escritores y lectores".Herralde, editor tenaz, obsesionado con la calidad literaria, y que ha sorteado varias crisis y desastres econ¨®micos, conf¨ªa en que los rumores sobre la abolici¨®n, por parte del Ministerio de Econom¨ªa, del precio fijo de los libros no se lleve a cabo. "S¨®lo beneficiar¨ªa a los que buscan publicar best sellers y a las grandes cadenas. Y no es futurolog¨ªa, es lo que ha pasado en el Reino Unido tras cinco a?os de abolici¨®n del precio fijo del libro", declar¨® ayer en el ciclo En primera persona. Conversaciones con editores, que se celebra en la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), y que es una especie de homenaje a los grandes editores espa?oles que han contribuido a enriquecer la vida cultural espa?ola.
Con un cat¨¢logo de 2.000 autores, entre los que se encuentran escritores del prestigio de Hans Magnus Enzensberger, Nabokov, Capote, la pl¨¦yade de escritores brit¨¢nicos (Martin Amis, Julian Barnes) y otros espa?oles, "dif¨ªciles y alejados de los c¨ªrculos medi¨¢ticos", como Giralt Torrente, Bel¨¦n Gopegui, Pablo D'ors y Eloy Tiz¨®n, piensa Herrande que "hoy se edita demasiado y se publica m¨¢s de lo que los lectores y los libreros pueden absorber".
En su mesa se acumulan al a?o unos 2.000 manuscritos de aspirantes a escritores. Pasan una criba de lectores de su confianza y luego ¨¦l decide. "Puede haber errores, pero no caprichos", explic¨® este editor catal¨¢n que, entre sus "heridas", cuenta el portazo que le dio Tom Wolfe, al que hab¨ªa publicado todos sus libros. Ocurri¨® a principios de los ochenta y lo cita como ejemplo de pelotazo: "Se fue a otra editorial por una cantidad astron¨®mica, pero hay una ley editorial que rige una subasta: el que se lleva el libro pagando demasiado, pierde".
El editor, que otorga los premios Anagrama de Ensayo y Herralde de Novela, cont¨® que su crisis m¨¢s gorda fue "en los a?os del desencanto, en 1977, cuando la gente de izquierdas dej¨® de leer, porque el discurso pol¨ªtico de los autores se agota. Entonces, su olfato le condujo en los ochenta hacia la narrativa y se recuper¨® de sus maltrechas finanzas. Se lo debe, sobre todo, al ¨¦xito de La conjura de los necios, de John Kennedy Toole, y a Patricia Highsmith. Una racha que, seg¨²n confes¨®, le dura hasta hoy.
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