Puente nuevo, puente viejo
JULIO SEOANE
Durante todos los d¨ªas de esta semana, los informativos de las televisiones, junto con los otros medios de comunicaci¨®n, nos han puesto delante la foto y los comentarios de los puentes de Catalu?a. Las inundaciones han derribado el nuevo, menos de diez a?os, mientras que el viejo de hace cien a?os se ha mantenido firme y seguro. Los dos puentes estaban juntos, codo con codo, forzados a un destino com¨²n que se negaron a compartir. Hay algo hipn¨®tico en la foto y no es la tragedia, es que despierta asociaciones y simbolismos demasiado f¨¢ciles, pero que nadie se atreve a mencionar en voz alta.
?A qui¨¦n se le ocurre semejante barbaridad! Un puente viejo y un puente nuevo fundidos, apoyados, el uno con aspecto fiero, oscurecido por el tiempo, y el otro con el alma blanca, roto y espantosamente inocente. Luego pasa lo que pasa y comienzan las met¨¢foras con malas intenciones. Todo tiempo pasado fue mejor, lo de ahora no vale nada, cada d¨ªa somos peores... En definitiva, la foto se presta a interpretaciones sesgadamente conservadoras y mucho m¨¢s en los tiempos que corren.
En ning¨²n caso podr¨ªa haber salido bien ese engendro de ingenier¨ªa gen¨¦tica, que no hay otra forma de calificarlo. Si llega a caer el viejo y se mantiene orgullosamente el nuevo, escuchar¨ªamos la milonga del progreso y del desarrollo. Que si lo viejo est¨¢ pasado, que si no sab¨ªan hacer las cosas, no hay nada como las nuevas tecnolog¨ªas... Se ve¨ªa venir, nada bueno pod¨ªa salir de esa asociaci¨®n.
Si llegan a estar separados, a unos kil¨®metros de distancia, no hubiera pasado nada, al margen de lo que hubiera ocurrido. Que se derrumba el viejo, normal, llevaba mucho tiempo, no se puede luchar contra los elementos, demasiada agua. Que aguanta el chaparr¨®n, pues no hay noticia y nadie se acuerda del viejo puente, ni para darle una medalla ni tan siquiera para a?adirle un trienio, que de eso sabemos mucho los funcionarios. Sobre el nuevo ni un comentario, porque si se mantiene todo el mundo cruza los dedos mirando para otra parte, y cuando afloja se habla de desperfectos y se a?ade una contrata.
Y encima ten¨ªa que ocurrir en Catalu?a, con un gobierno moderado y de talante conservador. En Andaluc¨ªa, por ejemplo, se habr¨ªa derrumbado el viejo, ?hasta ah¨ª pod¨ªamos llegar! Es m¨¢s, me parece recordar que en tiempos de la Expo se construy¨® en Sevilla un puente por donde circulaban sus habitantes pero sin que hubiera todav¨ªa un r¨ªo, que se inaugur¨® m¨¢s adelante. Eso es progreso.
En resumen, resulta peligroso unificar lo nuevo con lo viejo porque se presta a comparaciones y ya se sabe que las comparaciones son odiosas. No debemos re¨ªrnos de aquel que dec¨ªa que las ciudades hay que construirlas en el campo, porque ahora se levantan dentro de las viejas ciudades, como ocurre en Valencia con la ciudad de las ciencias, de la luz, de la justicia y otras mu-chas. Y as¨ª, dentro de veinte a?os, alguien har¨¢ comentarios sobre el resultado de unas y de otras, recordando aquel presidente de finales de milenio que se llamaba Zaplana. Y otra vez las fotos y las comparaciones y las met¨¢foras.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.