Un hombre mata a tiros a su esposa y a un vecino y luego se suicida en un pueblo de Huelva
Un hombre mat¨® ayer a tiros, poco despu¨¦s del alba, a su esposa y a un vecino en un pueblecito de Huelva. Seg¨²n las primeras investigaciones, Doroteo G¨®mez, de 61 a?os, llam¨® al servicio de urgencias y avis¨® de que se encontrar¨ªan tres cad¨¢veres. Despu¨¦s se peg¨® un tiro en la cabeza con la escopeta que apareci¨® a sus pies y con la que hab¨ªa matado a su mujer, Francisca Escudero, de 59 a?os, y a Manuel Valero, de la misma edad. Entre otros posibles m¨®viles, se investiga la posibilidad de que los celos causaran la tragedia.
Doroteo G¨®mez y Francisca Escudero ten¨ªan tres hijos. Uno trabaja en un concesionario de coches y los otros dos, mujeres, estudian en Sevilla. Manuel Valero, que se hab¨ªa ganado siempre la vida cuidando ovejas, tambi¨¦n estaba casado y ten¨ªa dos hijos, el mayor deficiente mental y el otro militar profesional, y una hija, que trabaja en un pueblo vecino.Las familias, hasta ayer, eran de lo m¨¢s normal, seg¨²n recalcan sus vecinos en Santa B¨¢rbara de la Casa, una localidad de alrededor de 1.400 habitantes en la zona norte del And¨¦valo, a tiro de piedra de Portugal.
G¨®mez estaba en el ret¨¦n de vigilancia forestal del Infoca como conductor. Hoy mismo le tocaba el turno de noche. Valero y ¨¦l repart¨ªan su tiempo en la zona denominada Cruz de la Mujer, unos terrenos propiedad del Ayuntamiento. El cortijo de G¨®mez, que hab¨ªa pasado a sus manos desde sus suegros, estaba muy bien preparado y ten¨ªa incluso tel¨¦fono. El de Valero era m¨¢s modesto.
Hubo alguna rencilla porque las ovejas se met¨ªan y pisoteaban los huertos de los cortijos de la zona, pero es dif¨ªcil que hubiera peleas por las tierras, ya que ¨¦stas son de propiedad municipal y se paga un m¨ªnimo alquiler. Pero est¨¢ claro que algo llev¨® a los asesinatos.
Un tiro desde 20 metros
Seg¨²n las primeras pesquisas, G¨®mez mat¨® a su vecino cabrero de un tiro de posta del calibre 12 en el pecho realizado a unos 20 metros de distancia. Luego, dispar¨® a su esposa, tambi¨¦n en el pecho y en una mano, cuando estaba en el huerto. Entre ambos cad¨¢veres hab¨ªa una distancia de unos 50 metros y una peque?a pared de piedra. El de Valero estaba fuera del terreno de la pareja fallecida.
G¨®mez se meti¨® despu¨¦s en el cortijo y se mat¨®, seg¨²n todos los indicios, tras telefonear al 061 de urgencias. De momento, est¨¢ claro que la voz era de var¨®n y que la llamada fue desde su vivienda. La trayectoria de la bala en su cabeza y el hecho de que la escopeta estuviera a sus pies hace que los investigadores hayan descartado casi totalmente la posibilidad de que una cuarta persona cometiera el crimen.
Como adem¨¢s de a su esposa G¨®mez habr¨ªa matado a su vecino y despu¨¦s se habr¨ªa suicidado se ha espoleado la versi¨®n del crimen pasional. Las premisas parecen cumplirse, pero el hecho de que nadie en el pueblo sospechara lo m¨¢s m¨ªnimo acerca de un posible romance entre sus v¨ªctimas llevan a los investigadores a la cautela al hablar de las causas. Oficalmente, no se da por seguro ning¨²n m¨®vil.
Los protagonistas del suceso viv¨ªan en un publecito eminentemente agr¨ªcola de una de las zonas m¨¢s deprimidas de Andaluc¨ªa. Su vida era bastante rutinaria y espartana: levantarse temprano y trabajar con los animales o la huerta. Uno de tantos pueblos en los que los d¨ªas pasan uno tras otro sin diferencia. Vidas en com¨²n de pareja, pero bastante solitarias, tanto para dentro como para fuera.
Situaciones de las que est¨¢ llena la criminolog¨ªa nacional. Incidentes o meras obsesiones que se enquistan y que, tras rumiarse durante a?os, pueden desembocar en un crimen terrible, completamente desproporcionado con el motivo.
Por el momento, algunos vecinos se limitan a decir: "Doroteo y Manuel deb¨ªan tener cuentas que ajustar".
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