Carta abierta a Mario Vargas Llosa
El secretario general de la OEA niega las cr¨ªticas vertidas por el escritor peruano sobre el respaldo de esta organizaci¨®n al triunfo electoral de Alberto Fujimori.En un art¨ªculo reciente don Mario Vargas Llosa (v¨¦ase EL PA?S del pasado 11 de junio) trata, entre otras materias, la actuaci¨®n de la Organizaci¨®n de Estados Americanos (OEA) en las pasadas elecciones peruanas, mi gesti¨®n al frente de esta instituci¨®n y las motivaciones de los gobiernos que la componen. En algunos casos, sus aseveraciones ri?en con la verdad y carecen de objetividad.
Es conocido que durante las d¨¦cadas de la guerra fr¨ªa, y en nombre de la lucha contra el comunismo, en algunos casos la OEA no defendi¨®, con el debido empe?o, la democracia y los derechos humanos. Pero, de all¨ª a aseverar que la OEA en tiempos m¨¢s recientes est¨¢ dedicada a "socavar las bases de la libertad y la legalidad en Am¨¦rica Latina" es una afirmaci¨®n carente de todo fundamento.
Por el contrario, la OEA ha jugado un papel principal en el proceso de posconflicto y reconciliaci¨®n en Centroam¨¦rica y sus oportunas acciones han contribuido a conjurar ataques a la democracia en Ecuador, Hait¨ª, Paraguay y Guatemala, para s¨®lo citar algunos ejemplos de reciente ocurrencia. Lo que sucede es que de tiempo atr¨¢s don Mario se pasea por nuestro continente tratando con particular dureza a todo aquel que no vote por los candidatos de su predilecci¨®n, y menciona la expresi¨®n fraude con especial ligereza cada vez que los acontecimientos no coinciden con sus deseos.
Falta tambi¨¦n a la verdad cuando le atribuye a la OEA la responsabilidad de que Alberto Fujimori haya llegado a la presidencia del Per¨². A pesar de las discrepancias que se puedan tener con su gesti¨®n como gobernante, don Mario no puede olvidar que el presidente peruano fue elegido en 1990 por voluntad mayoritaria de su pueblo, derrotando al escritor en franca lid. Despu¨¦s se dieron desarrollos antidemocr¨¢ticos en 1992 que alteraron la independencia de los poderes p¨²blicos.
En cuanto a lo sucedido en las pasadas elecciones, el se?or Vargas Llosa pretende insinuar una supuesta dicotom¨ªa entre mi posici¨®n y la del ex canciller Stein como jefe de nuestra misi¨®n electoral en Per¨². Esto no es cierto. De manera lib¨¦rrima escog¨ª a Eduardo Stein para tan delicado encargo y le brind¨¦ todo el apoyo no s¨®lo a su gesti¨®n sino a las conclusiones de su informe final, como lo escucharon todos nuestros gobiernos de mi propia voz en la Asamblea de Windsor, Canad¨¢. La misi¨®n no encontr¨® indicios de fraude. Pero s¨ª "irregularidades, deficiencias, insuficiencias" que determinaron que no se pudiera, por nuestra misi¨®n, calificar las elecciones de libres, justas y transparentes.
Tengo por los gobiernos que Mario Vargas Llosa elogia una sincera admiraci¨®n. Pero concluir que los otros 30 gobiernos de las Am¨¦ricas actuaron con "cobard¨ªa o duplicidad" en la defensa de los principios democr¨¢ticos no es un juicio equilibrado ni objetivo. Desde el fin de la guerra fr¨ªa, nuestros gobiernos se han movilizado con eficacia y oportunidad para defender la democracia en las Am¨¦ricas cada vez que ella ha estado amenazada.
Aunque don Mario Vargas Llosa exprese tanto desd¨¦n por los principios de no intervenci¨®n, de respeto por la soberan¨ªa de los Estados, y del derecho a la audeterminaci¨®n de los pueblos, ellos son un componente esencial de las relaciones interameriacanas. Y cuando nuestros presidentes o cancilleres los invocan no hay que ver que eso debilita la b¨²squeda del principal objetivo, de aquello que le da raz¨®n de ser a la OEA, la defensa de la democracia. Aqu¨ª se sientan a trabajar 34 gobiernos elegidos popularmente en aras del bienestar com¨²n de sus pueblos.
Tal vez la larga estad¨ªa en la madre patria ha ido alejando a don Mario de ciertas realidades americanas. Las relaciones entre los gobiernos han evolucionado, dejando atr¨¢s la sistem¨¢tica desconfianza, el lenguaje siempre confrontacional. Hoy a los americanos nos unen valores y principios compartidos, adelantamos un vigoroso proyecto de integraci¨®n econ¨®mica. Hemos puesto en marcha numerosas acciones colectivas para fortalecer la libertad, la democracia, defender los derechos humanos, y hacerle frente a problemas comunes como el terrorismo, el tr¨¢fico de drogas o la corrupci¨®n que atentan contra la estabilidad institucional.
No he percibido que en estos tiempos nuestros gobiernos tomen posici¨®n sobre los temas de nuestra agenda simplemente para parecer "progresistas" o para diferenciarse de Estados Unidos. Y me parece, por tanto, injusta el que se considere como sospechosa cualquier posici¨®n que signifique diferencia con nuestro principal socio regional.
Nadie puede dudar de que -en compa?¨ªa del se?or canciller de Canad¨¢- cumpliremos la misi¨®n que los gobiernos americanos nos han encomendado. Vamos a ir al Per¨² para trabajar, con el Gobierno, con la oposici¨®n, con la sociedad civil para buscar restaurar el equilibrio de poderes, ganar independencia para la rama judicial, ganar respaldo, y una mayor credibilidad y legitimidad para la organizaci¨®n electoral, para buscar un mejor desarrollo para las instituciones democr¨¢ticas peruanas. Y tenga usted la seguridad de que el prestigioso Sistema Interamericano de Derechos Humanos seguir¨¢ vigilante y atento a todas la violaciones que se presenten en Per¨² o en cualquier otro pa¨ªs miembro.
En lo que se refiere a los calificativos ofensivos que en mi contra o contra algunos de nuestros cancilleres lanza don Mario Vargas Llosa me parecen fruto de cierta intolerancia, de falta de respeto por las opiniones ajenas. A veces al leer a don Mario tengo la impresi¨®n de que su capacidad de an¨¢lisis pol¨ªtico es proporcionalmente inversa a sus logros literarios, y deber¨ªa o¨ªr con m¨¢s frecuencia el refr¨¢n que a todos nos ense?aron de chicos: "zapatero a tus zapatos".
C¨¦sar Gaviria Trujillo es secretario general de la OEA.
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