Noticia y opini¨®n
El asesinato de Fernando Buesa, portavoz socialista en el Parlamento vasco, provoc¨®, adem¨¢s de la n¨¢usea habitual, un choque pol¨ªtico virulento entre el Gobierno vasco y el Ministerio del Interior que se sustanci¨® en el Congreso a trav¨¦s del grupo nacionalista vasco.Muy en s¨ªntesis, el conflicto surgi¨® cuando EL PA?S public¨®, el 21 de mayo pasado, que el Ministerio del Interior hab¨ªa ocultado datos de pol¨ªticos alaveses incautados a ETA.
En la misma informaci¨®n se afirmaba que "miembros del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa (CNP) realizaron tareas de seguridad en torno al inmueble de Buesa el d¨ªa del atentado, 22 de febrero, pero los mandos policiales no comunicaron estas actividades de vigilancia a la Ertzaintza".
En ese texto se citaba al "Gobierno vasco y otras fuentes" como origen de la informaci¨®n.
D¨ªas despu¨¦s, el l¨ªder del PNV, Xabier Arzulluz, se preguntaba si el Gobierno central utilizaba como cebo a las v¨ªctimas.
Se desencaden¨® entonces un cruce de exabruptos que se escenific¨®, el jueves 31 de mayo, en el Pleno del Congreso con una pregunta del diputado nacionalista, Joxe Joan Gonz¨¢lez de Tx¨¢barri, al ministro, Jaime Mayor Oreja. ?ste neg¨® que hubiese ninguna actividad de contravigilancia en torno a Buesa.
El viernes 2 de junio se public¨® un editorial, titulado Eficacia, no bronca, en el que, con rotundidad semejante a la de la informaci¨®n primera, se daba por buena la explicaci¨®n del ministro y se afirmaba que "carec¨ªa de sentido la acusaci¨®n impl¨ªcita en la interpelaci¨®n del diputado del PNV".
Juli¨¢n Ayastuy, desde Bilbao, se ha dirigido al Defensor porque entiende que los lectores merecen "una explicaci¨®n" sobre lo escrito ya que, afirma, el editorial "da m¨¢s credibilidad a las palabras del ministro del Interior que al propio trabajo de los periodistas".
La explicaci¨®n que pide Ayastuy toca de lleno alguno de los problemas m¨¢s serios del periodismo: las fuentes de una noticia y el apoyo f¨¢ctico de las opiniones editoriales.
El Libro de estilo se?ala que "las informaciones de que dispone un periodista s¨®lo pueden ser obtenidas por dos v¨ªas: su presencia en el lugar de los hechos o la narraci¨®n por una tercera persona".
En esta ocasi¨®n es obvio que los periodistas que firmaban la informaci¨®n -Aitor Guenaga y Pedro Gorospe- la hab¨ªan obtenido por la narraci¨®n de otras personas y as¨ª lo hac¨ªan constar expresamente: "Seg¨²n el Gobierno vasco y otras fuentes".
No es el ideal que fija el Libro de estilo, que exige, como norma general, la mayor concreci¨®n posible del origen de las noticias, pero la discreci¨®n, en este caso, encaja perfectamente dentro de la excepci¨®n que acepta el propio Libro de estilo para no revelar la identidad de la fuente. La extraordinaria gravedad del caso y sus connotaciones explican -como en otras ocasiones- que los informadores exijan al periodista reserva absoluta sobre su identidad.
El peri¨®dico public¨® la informaci¨®n convencido de su veracidad ya que, de otro modo, se hubiera abstenido de hacerlo y, adem¨¢s, no fue desmentida despu¨¦s.
Eso explica, precisamente, la perplejidad del lector ante el editorial que, 12 d¨ªas m¨¢s tarde, aceptaba sin reservas la explicaci¨®n del ministro al negar las afirmaciones del diputado Gonz¨¢lez de Tx¨¢barri e, indirectamente, las del propio peri¨®dico. Credibilidad en democracia
Conviene una peque?a reflexi¨®n sobre la credibilidad de las fuentes: cualquier periodista es entrenado en la desconfianza hacia las informaciones que proceden de grupos de poder relevantes -pol¨ªticos, econ¨®micos, religiosos-, pero, por encima de la higi¨¦nica actitud de suspicacia, las afirmaciones de las autoridades, en un sistema democr¨¢tico, hechas en p¨²blico o en privado, gozan de una presunci¨®n general de veracidad.
Lo contrario llevar¨ªa a situaciones que har¨ªan imposible el desarrollo habitual del flujo informativo.
La informaci¨®n original ten¨ªa el respaldo de miembros del Gobierno vasco "y otras fuentes".
El mismo razonamiento vale para las afirmaciones del ministro del Interior, m¨¢xime cuando se hicieron en sede parlamentaria y ante el pleno. Mentir al Parlamento es, quiz¨¢, el mayor atropello que un pol¨ªtico puede cometer contra las normas que cimentan la democracia.
El peri¨®dico public¨® la informaci¨®n que recog¨ªa la negativa del ministro a la pregunta del diputado del PNV, y al d¨ªa siguiente expres¨® su postura en un editorial.
En la secci¨®n de Opini¨®n se ha explicado al Defensor que, justamente, esa presunci¨®n de veracidad para el ministro que conoce los datos del asunto es lo que motiv¨® que se aceptase su versi¨®n a la hora de pronunciarse sobre el conflicto.
La explicaci¨®n parece convincente y, en definitiva, el peri¨®dico est¨¢ en su derecho de decantarse hacia una u otra versi¨®n, despu¨¦s de haber publicado ambas y de advertir claramente sobre su origen.
Pero el Defensor acepta la exigencia del lector bilba¨ªno, que dice sentirse "enga?ado".
Las afirmaciones de un texto opinativo -firmado por un autor determinado, o como postura del peri¨®dico en un editorial- est¨¢n pr¨¢cticamente vedadas al reproche, a trav¨¦s de las normas del Libro de estilo, salvo que contuviesen alguna afirmaci¨®n abiertamente contraria a hechos probados o a valores constitucionales o deontol¨®gicos.
Pero, en este caso concreto, un recordatorio de la informaci¨®n que el propio peri¨®dico crey¨® oportuno dar a sus lectores, d¨ªas antes, apoyada en fuentes del Gobierno vasco, hubiera clarificado el discurso y, probablemente, hubiese evitado la razonable duda del lector.
Los lectores pueden escribir al Defensor del Lector por carta o correo electr¨®nico (defensor@elpais.es), o telefonearle al n¨²mero 91 337 78 36.
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