Imprudencias al volante: un drama impune
Asociaciones de v¨ªctimas piden un cambio legislativo que castigue m¨¢s a los infractores
Jordi Recasens estaba parado en un paso de peatones esperando que el sem¨¢foro se pusiera verde cuando un coche le arrastr¨®, a ¨¦l y a su bicicleta, m¨¢s de 40 metros. Muri¨® en el acto. Era un s¨¢bado por la ma?ana, el conductor ten¨ªa 24 a?os y hab¨ªa bebido unas copas de m¨¢s. La prueba de alcoholemia mostr¨® que el grado de alcohol en sangre era de 1,19 grados. Jordi ten¨ªa entonces 35 a?os, estaba casado y era padre de dos hijos, de dos y seis a?os. Su madre, Ana Mar¨ªa Camps, preside ahora la Asociaci¨®n de Afectados por los Accidentes de Tr¨¢fico (APAT) y explica que su nieto se ha vuelto agresivo y tiene p¨¢nico a que un d¨ªa su madre se vaya y no vuelva m¨¢s. La hija peque?a cree que su padre est¨¢ en el cielo, pero volver¨¢.El caso de Jordi lleg¨® a los tribunales. El juez pidi¨® para el acusado dos a?os y medio de c¨¢rcel y la retirada del permiso de conducir durante cuatro a?os. El conductor recurri¨® la sentencia, y la familia de Jordi, tambi¨¦n. Llevan un a?o esperando que el Tribunal Supremo se pronuncie. Joan Maria Xiol, vicepresidente del Colegio de Abogados de Barcelona, explica que en la mayor¨ªa de casos como ¨¦ste, el juez no pide m¨¢s de dos a?os de c¨¢rcel. Si el acusado no tiene antecedentes, ni siquiera ingresa en prisi¨®n. La compa?¨ªa de seguros paga la indemnizaci¨®n y el asunto se salda con unos meses sin carn¨¦ de conducir.
Permisividad
Las v¨ªctimas de atropellos tienen la impresi¨®n que se ha instalado en la sociedad espa?ola una gran permisividad en relaci¨®n a las imprudencias con el volante. Se han agrupado en asociaciones y reclaman un endurecimiento de la normativa. Otras voces comienzan a cuestionar tambi¨¦n la impunidad que se percibe. El viernes, el propio consejero de Interior del Gobierno catal¨¢n, Xavier Pom¨¦s, anunci¨® que la Generalitat propondr¨¢ la reforma de los c¨®digos de Circulaci¨®n y Penal para endurecer las sanciones a los conductores que "sistem¨¢ticamente" incumplen las normas de circulaci¨®n. Y para garantizar que estas sanciones se cumplan.
Pom¨¦s cree que deben adoptarse medidas para acabar con la "sensaci¨®n de impunidad" de algunos conductores reincidentes, que son multados reiteradamente sin que cambien de conducta y que ponen en peligro la seguridad del resto de conductores.
Eugenia Domenech Moral, abogada especializada en accidentes de tr¨¢fico, lleva 12 a?os defendiendo a v¨ªctimas de imprudencias. Explica que "en la mayor¨ªa de los casos no se tiene en cuenta la gravedad de los accidentes y se consideran actos involuntarios". El C¨®digo Penal considera delito conducir bajo los efectos del alcohol o de forma temeraria "con consciente desprecio por la vida de los dem¨¢s". ?ste ser¨ªa el caso de los conductores kamikazes que invaden el carril contrario o participan en carreras ilegales. Por mucho que hayan puesto en peligro la vida de los dem¨¢s, estos conductores se enfrentan a penas de c¨¢rcel de hasta cuatro a?os y a una retirada del carnet de conducir de hasta seis a?os, "pero nunca he visto ingresar a nadie en prisi¨®n por algo as¨ª", advierte Domenech.
El resto de imprudencias, como saltarse un paso de peatones y atropellar a alguien, a?ade, se consideran faltas leves en el 90% de los casos. Y entonces se sigue un proceso administrativo, en el que, seg¨²n explica Xiol, "la indemnizaci¨®n corre a cuenta de la compa?¨ªa de seguros; al acusado se le retira el permiso de conducir como m¨¢ximo tres meses y debe pagar una multa, que casi nunca excede de las 200.000 pesetas". Si juez califica la imprudencia como falta grave, se seguir¨¢ un procedimiento penal y podr¨¢ pedir penas de c¨¢rcel. En la pr¨¢ctica, sin embargo, "resulta castigado con m¨¢s severidad quien comete una imprudencia delante de un guardia que si atropella al propio guardia. Si el guardia le ve, habr¨¢ de pagar al menos multa, que puede ser elevada. Pero si atropella al guardia, puede suceder que no vaya a la c¨¢rcel y la indemnizaci¨®n la pague el seguro", a?ade Xiol.
A ello hay que a?adir que cuando una imprudencia de tr¨¢fico es calificada como leve, el fiscal no puede actuar de oficio. En muchos casos, dado que existen par¨¢metros sobre las indemnizaciones a las que tienen derecho las v¨ªctimas seg¨²n cada caso, la compa?¨ªa de seguros ofrece una cantidad a la v¨ªctima a cambio de que retire la denuncia. Muchas v¨ªctimas aceptan porque saben que no tienen posibilidades de que se imponga una sanci¨®n penal y de este modo, al menos, perciben la indemnizaci¨®n antes. En este caso, al retirarse la denuncia, el conductor imprudente, ni paga multa ni se le retira el permiso de conducir.
Para Xiol, la soluci¨®n ser¨ªa separar la reclamaci¨®n de la indemnizaci¨®n de la sanci¨®n penal, de manera que el fiscal pudiera exigir responsabilidades al conductor aunque el afectado retirara la denuncia, como ocurre, por ejemplo, en Francia.
Ley o aplicaci¨®n
La pregunta es: esta situaci¨®n, ?es consecuencia de la ley o de su aplicaci¨®n? Para Xiol, "es una cuesti¨®n de aplicaci¨®n de la ley m¨¢s que de legislaci¨®n". En cambio, Montserrat Comas, titular del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 3 de Barcelona, reconoce que la mayor¨ªa de los accidentes de tr¨¢fico se consideran imprudencias leves, pero opina que el problema no es de aplicaci¨®n de la ley, sino de legislaci¨®n. "El C¨®digo Penal no define, ni da ning¨²n criterio orientativo sobre lo que se entiende por imprudencia leve o imprudencia grave". Ante este vac¨ªo, "los jueces tienden a decantarse por la imprudencia leve, porque no es bueno que ellos suplan la falta de definici¨®n del C¨®digo Penal". Comas cree que para corregir esta situaci¨®n ser¨ªa preciso un cambio legislativo.
"El problema es que el coche y la fluidez del tr¨¢fico se consideran m¨¢s importantes que la seguridad vial", afirma Ole Thorson, experto en movilidad y vicepresidente de la asociaci¨®n Prevenci¨®n de Accidentes de Tr¨¢fico. Para Thorson, est¨¢ claro que el Gobierno no tiene una verdadera voluntad pol¨ªtica de combatir la siniestrabilidad.
Ana Mar¨ªa Camps est¨¢ convencida de que la la seguridad en las carreteras mejorar¨¢ cuando el conductor sepa que si comete una imprudencia deber¨¢ responder de las consecuencias. La APAT ha iniciado una campa?a de recogida de firmas para pedir al Parlamento un cambio legislativo que implante un mayor rigor para los conductores que den positivo en un control de alcoholemia. Camps sugiere que una de la formas de sanci¨®n sea obligar a estos conductores a cuidar durante un tiempo a tetrapl¨¦jicos por accidente de tr¨¢fico.
"Cre¨ªa que emborracharse era divertido"
Simon Wynne Hughes es un ingl¨¦s afincado en Barcelona desde hace a?os. Una noche, despu¨¦s de haber bebido mucho, se empe?¨® en volver a casa en moto. Lo siguiente que recuerda es que se despert¨® en un hospital tras un mes en coma. Como consecuencia del accidente perdi¨® un brazo y varias veces al d¨ªa siente el llamado dolor fantasma t¨ªpico de las amputaciones. Adem¨¢s, debido al impacto que recibi¨® en el cerebro, sufri¨® un traumatismo cranoencef¨¢lico que le ha afectado la capacidad de organizaci¨®n y tiene dudas constantes para tomar decisiones simples.Los datos de la Federaci¨®n Espa?ola de Da?o Cerebral revelan una realidad escalofriante: en Espa?a se producen anualmente 30.000 casos de traumatismos cranoencef¨¢licos debido a accidentes de tr¨¢fico en j¨®venes de entre 18 y 30 a?os. Lourdes Andreu, coordinadora del ¨¢rea de recursos sociales de TRACE, una asociaci¨®n de traum¨¢ticos cranoencef¨¢licos, explica que los afectados severos sufren un retroceso intelectual y educacional que les supone una ruptura total con su entorno y muchas veces pierden el trabajo y los amigos. Adem¨¢s, dado que razonan perfectamente, sufren mucho el rechazo de la sociedad.
Simon asegura que el accidente le ha cambiado la vida: "Ya no encajo en lo que era. Soy muy consciente de que soy un disminuido. Las cosas buenas ya no son para m¨ª". Se arrepiente de haber conducido "borracho" y reconoce que siente alivio por no haber matado a nadie, pero lo peor, dice, "es lo que les he hecho a mi familia y amigos".
"Yo no era un alcoh¨®lico, pero cre¨ªa que emborracharse era divertido y que controlaba", explica Simon. El problema, dice, "es que, cuando bebes, no tienes sentido del riesgo a tu alrededor ni de responsabilidad hacia los que te rodean". Lo que hace falta, asegura, es "que la gente te mire como a un idiota cuando vas borracho. Porque no es divertido. Es pat¨¦tico".
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