El equipo
Existen dos escuelas filos¨®ficas muy distintas que podr¨ªan desarrollarse en los vestuarios de los campos de f¨²tbol si Plat¨®n y Arist¨®teles hoy fueran entrenadores. Una afirma que en el principio fue el verbo o la idea; la otra defiende que antes que el verbo fue la acci¨®n. Si el entrenador fuera Arist¨®teles sin duda tratar¨ªa de imbuir en los jugadores la convicci¨®n de que s¨®lo la pr¨¢ctica origina la inspiraci¨®n, de modo que un buen futbolista es incapaz de distinguir el pensamiento y el remate de cabeza: ambos impulsos parten de un mismo punto del cerebro y son simult¨¢neos. Esta educaci¨®n pragm¨¢tica ha instituido en los colegios anglosajones el deporte como fuente de perfecci¨®n: del esfuerzo f¨ªsico sometido a estrictas reglas se derivan todas las virtudes del esp¨ªritu que luego deber¨¢n aplicarse a la pol¨ªtica y a la moral. El genio est¨¢ en que la dura disciplina se convierta en un juego y que ¨¦ste sea limpio. En cambio si el entrenador fuera Plat¨®n forzar¨ªa al equipo a creer que s¨®lo la idea mueve la musculatura, del mismo modo que el esp¨ªritu gobierna la historia. De este h¨¢lito inmaterial depende el destino. Como mi afici¨®n al f¨²tbol es idealista imagino a Plat¨®n despu¨¦s de la derrota de la selecci¨®n espa?ola frente a Noruega convirtiendo el vestuario en su famosa caverna oscura con los jugadores sentados de espaldas a la luz que proviene del exterior y que proyecta en la pared sus propias sombras tal como se movieron en el campo durante el partido. El mito de la caverna fue realmente un v¨ªdeo. En la primera lecci¨®n el entrenador Plat¨®n har¨ªa ver a los jugadores que en realidad no existen, que esas figuras fantasmag¨®ricas que se agitan en la pared iluminada s¨®lo toman cuerpo cuando son pose¨ªdas por una idea de conjunto. Tal vez las ideas a priori que seg¨²n Plat¨®n encarnan en los seres para dotarlos de identidad no son distintas del ¨¢cido desoxirribonucleico. Existe el ADN del campe¨®n pero la selecci¨®n nacional carece de ese ¨¢cido victorioso. Su genio es la agon¨ªa: pedir a ¨²ltima hora amparo a la fortuna. En el fondo de la caverna el entrenador Plat¨®n demostrar¨ªa que cada jugador era s¨®lo una ficci¨®n. A la hora de constituir el equipo invocar¨ªa a un verbo en forma de lengua de fuego que se posara sobre todas las sombras para convertirlas en un solo m¨²sculo articulado con la idea del triunfo. As¨ª se crea un equipo de jugadores plat¨®nicos invencibles. Casi son ¨¢ngeles.
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