Echarse al monte
Desde las siete y media de la ma?ana de aquel s¨¢bado, los rocieros malague?os atronaron el cielo de la ciudad con cohetes y petardos anunciadores -?es imprescindible el anuncio?- de que part¨ªan en direcci¨®n a la afamada aldea de las marismas de Huelva. Desde las siete y media de la ma?ana de aquel s¨¢bado, una c¨¢fila de rocieros vociferaban no s¨¦ qu¨¦ vivas a tampoco s¨¦ qu¨¦ paloma blanca, de forma que, entre explosi¨®n de cohete y detonaci¨®n de petardo y vivas y ol¨¦s y cantes y tambores y pitos y flautas, el todav¨ªa somnoliento ciudadano -es decir, yo- poco dado a las romer¨ªas y a sus pompas y a sus obras comenzaba a pensar que la toma de M¨¢laga perpetrada por esa pareja que conocemos como los Reyes Cat¨®licos fue un acto de mansedumbre si la compar¨¢semos con esta otra hecatombe; del mismo modo que la entrada de los llamados nacionales debi¨® ser un piadoso Rosario de la Aurora si insisti¨¦ramos en la comparaci¨®n.Desde las siete y media de la ma?ana de aquel s¨¢bado, un tufo a tejeringos y a manzanilla La Guita y a Machaco y a bo?iga de jaca y a p¨®lvora y a pedo equino y a ventosidad fieramente humana traz¨® el paso de unas carretas cargadas de muchedumbres rocieras que, seg¨²n parece, precisan afirmar su condici¨®n de romeros empedernidos a costa del sue?o ajeno. "?Vaaan pal Roc¨ªooo, vaaan pal Roc¨ªooo, y eng¨¢nchateee a la cintaaa deee mi vest¨ªooo!" era el insistente e ingrato ga?ido de guerra voceado por las huestes romeras cuando, ya a las nueve y media de la ma?ana de aquel s¨¢bado, el tumulto comenz¨® a perderse en la lejan¨ªa con destino a la afamada aldea. Hacia las diez de esa misma ma?ana termin¨¦ de concebir la idea: el a?o que viene me echo al monte.
Es curioso, tres actos presuntamente relacionados con las creencias religiosas marcan en M¨¢laga los tres hitos de la historia anual del cagajoner¨ªo malague?o: la Semana Santa, la salida para El Roc¨ªo y la romer¨ªa con la que da comienzo la feria de agosto. ?Qu¨¦ especular¨ªa Sigmund Freud a prop¨®sito de esta evidente relaci¨®n entre lo escatol¨®gico y lo religioso? ?Qu¨¦ sintomatolog¨ªa patol¨®gica de s¨ªndrome angustioso podr¨ªa perge?ar mi admirado Carlos Castilla del Pino a partir de tanta algarab¨ªa, tanta mojonada y tanta virgen revueltas? Insisto: el viernes inmediatamente anterior al s¨¢bado rociero del a?o pr¨®ximo, mi mujer y yo y mis hijos y mis allegados nos echaremos al monte.
Ahora, el Consejo de Europa ha puesto el grito en el cielo, que es por donde debiera andar habitualmente la Virgen del Roc¨ªo, a prop¨®sito de la ¨²ltima romer¨ªa acometida por los devotos del ¨ªdolo en cuesti¨®n. No es ya que molesten al pr¨®jimo ajeno a lo rociero, a lo romero y a lo religioso; es que se est¨¢n cargando la biodiversidad del Parque Nacional de Do?ana.
La fotograf¨ªa, publicada por este peri¨®dico, del cad¨¢ver de un caballo muerto y abandonado en pleno camino del Roc¨ªo es un ejemplo de hasta d¨®nde alcanza el integrismo folcl¨®rico-religioso en su dejadez, especialmente cuando llega el momento de huir de la aldea hasta la pr¨®xima romer¨ªa, que, gracias a Dios y a Lucifer, ser¨¢ el a?o que viene. Lo dicho: Para echarse al monte.
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