"Todos ara?amos la puerta"

Los dos supervivientes de la tragedia de Dover relatan la agon¨ªa de sus compatriotas

"Como un ¨¢ngel que nos env¨ªan desde el cielo". As¨ª describi¨® uno de los dos supervivientes chinos de la tragedia de Dover la sensaci¨®n que experiment¨® al abrirse la puerta trasera del cami¨®n en que cruzaron el Canal de la Mancha. El "¨¢ngel" era el funcionario de aduanas que inspeccion¨® el contenedor del veh¨ªculo, al filo de la medianoche del domingo. Era la primera vez en muchas horas que ambos j¨®venes, de poco m¨¢s de veinte a?os, consegu¨ªan respirar una bocanada fresca de aire.

La intervenci¨®n del servicio de aduanas les salv¨® la vida. Pero lleg¨® tarde para socorrer a sus compa?eros de viaje. Las v¨ªctimas mortales, 54 hombres y 4 mujeres, cayeron poco a poco en un sopor claustrof¨®bico hasta la asfixia total. "Estaba muy oscuro dentro del contenedor", contaron ambos al personal del hospital donde ayer a¨²n se recuperaban de las dolencias f¨ªsicas y psicol¨®gicas. "Nos tropez¨¢bamos con cuerpos sin vida mientras intent¨¢bamos alcanzar las puertas", fueron sus primeras palabras sobre una traum¨¢tica experiencia que inevitablemente dejar¨¢ una huella perenne.

De acuerdo con las fuentes hospitalarias, cuya identidad permanece en secreto, los pasajeros del cami¨®n de la muerte pasaron por un calvario. O, utilizando su propia met¨¢fora espiritual, "visitaron el infierno" hasta catar el aire y ver el cielo de Dover. "Todos est¨¢bamos ara?ando las puertas. Golpeando las puertas y paredes del contenedor", explicaron a trav¨¦s de un int¨¦rprete. No se sabe todav¨ªa cu¨¢ntas horas dur¨® la agon¨ªa de este grupo de inmigrantes que buscaba un futuro mejor en una tierra alejada de su cuna, en la provincia de Fujian, al sureste de China. En la incertidumbre tambi¨¦n queda el momento en que comenz¨® la asfixia de estas v¨ªctimas del tr¨¢fico ilegal de seres humanos. El cami¨®n tard¨® cinco horas en llegar desde el puerto belga de Zeebrugge a Dover y, durante este tiempo y en la noche m¨¢s calurosa del a?o, el sistema de refrigeraci¨®n del contenedor estuvo desconectado.

La carga oficial, cajas de tomates, aguanta altas temperaturas que, durante la traves¨ªa, pudieron alcanzar hasta los 60?. El calor y la ausencia de ox¨ªgeno dentro de un recinto sellado al vac¨ªo acab¨® con la vida de los 58 compa?eros de los dos supervivientes.

"Chillamos hasta el l¨ªmite de nuestras voces", dijeron en el hospital. Nadie escuch¨® sus gritos de socorro, y en alg¨²n momento debieron pensar que tambi¨¦n ellos entraban en la recta final de sus vidas, un ocaso prematuro que no entr¨® en su imaginaci¨®n al escapar de la miseria y el control gubernamental en su pa¨ªs de origen. "Tuvieron que rendirse de pura debilidad", coment¨® el int¨¦rprete. La polic¨ªa aguardaba ayer la autorizaci¨®n de las autoridades sanitarias para proceder a interrogarles. La protecci¨®n en torno a dos testigos cruciales, que pueden aportar pistas sobre los responsables de la tragedia, llev¨® a la polic¨ªa a dar informaci¨®n falsa sobre su paradero. Ayer se supo que ambos supervivientes no hab¨ªan sido trasladados la noche anterior a un domicilio vigilado, sino que permanecieron en un hospital de la provincia de Kent, pr¨®ximo a Dover, y vigilados por agentes armados.