Mateo
Este nuevo acad¨¦mico tranquilo es p¨¢lido de cuerpo, veloz de lengua y de ingenio y una de las personas m¨¢s nobles y m¨¢s un¨¢nimemente queridas del universo literario. Esto ¨²ltimo tambi¨¦n es verdad.?P¨¢lido? ?C¨®mo se sabe si s¨®lo se advierte en las fotograf¨ªas su rostro anguloso, poblado por una barba siempre creciente que ¨¦l se rasca en un tic que recuerda los gestos de los sheriffs? En realidad, poco a poco Luis Mateo D¨ªez ha ido ocultando su cara para que de ella sobresalgan s¨®lo los dos rasgos principales de su expresi¨®n humana: la boca y los ojos.
La Cr¨®nica de Le¨®n, el peri¨®dico de su tierra, public¨® hace tiempo una fotograf¨ªa en la que aparec¨ªa, en solitario, la boca de Luis Mateo; sonriente y luminosa, parec¨ªa el carnet de identidad de un ser humano satisfecho con lo que pas¨® en la infancia, con lo que recuerda de la juventud y con lo que hoy entiende como la madurez dubitativa de un hombre que ha hecho de las historias ajenas el sustento de su escritura. En realidad, todas las ¨¦pocas de Luis Mateo -la ni?ez, la adolescencia, la actualidad- est¨¢n penetradas por el recuerdo de un pueblo de provincias, Villablino, probablemente, que le dio misterio e intriga, y que sigue alimentando la retah¨ªla de preguntas que se sigue haciendo.
No puede pensarse en Luis Mateo sin verle en sus personajes: perplejos pero p¨ªcaros, son seres humanos que vagan en medio de una nube vital por la que anda el propio Mateo -as¨ª le llama todo el mundo, Mateo; incluso as¨ª le llama su familia m¨¢s cercana, es Mateo para ¨¦l mismo: se dice, por ejemplo, "Y me dije: Mateo..."- tambi¨¦n cuando se encuentra con otros.
A veces se le pregunta por qu¨¦ sigue siendo un funcionario del Ayuntamiento de Madrid, c¨®mo es que ha pasado tanto tiempo en la Casa de la Panader¨ªa. Y como es un hombre sin tiempo -sin la noci¨®n urbana del tiempo, tiene m¨¢s bien una idea campestre de la vida-, se alarga en la respuesta como si ah¨ª estuviera la tarea principal de una conversaci¨®n; y da detalles de la gente que conoce, de la gente que le ense?a, de los amigos que ha conseguido en ese puesto, de las tentaciones que le han sobrevenido para que haga otras cosas tambi¨¦n en el Municipio -¨¦l lo dice as¨ª, Municipio con may¨²sculas-, y al final uno se queda con la sensaci¨®n de que lo que le ha contado Mateo es un cuento rural que sucede por casualidad en el centro de una de las grandes ciudades ruidosas de Europa, y que protagoniza un campesino sabio y socarr¨®n que cuando ha de referirse a s¨ª mismo se dice: "Mateo, qu¨¦ vida ¨¦sta".
Sobre su conciencia de escritor y de ser humano, pues, deambula el hombre rural que camina en sus libros, y ¨¦l mismo a veces se manifiesta como los p¨ªcaros de sus novelas; sin embargo, es incapaz de cualquier picard¨ªa cuando se trata de trabajar y de vivir y de inventar con los dem¨¢s; hay, por eso, tanto en su mirada como en sus manos, en los gestos que hace, en su manera de ser, una nobleza como antigua y recogida que le da intimidad de conversaci¨®n a d¨²o, ensimismada, a todo lo que toca.
Un tipo admirable. ?Y por qu¨¦ es p¨¢lido, c¨®mo lo sabe uno? Hace muchos a?os, en medio de aquellas reuniones anuales que organiza en Asturias V¨ªctor Garc¨ªa de la Concha, el ahora director de la Academia que le acoge, Mateo se junt¨® a beber orujo blanco con sus amigos Jos¨¦ Mar¨ªa Merino y Juan Pedro Aparicio; Merino, que es hombre de grandes f¨¢bulas, hab¨ªa descubierto en la zona una cueva misteriosa en la que aseguraba haber visto fantasmas reales; despu¨¦s de que el fr¨ªo de la noche se hubiera superado con los chistes de Carlos Casares y el orujo que llevaba Aparicio, Mateo y los otros aceptaron viajar hasta la cueva, y all¨ª, en aquella imitaci¨®n de la caverna de Plat¨®n que hay en la playa, el ahora acad¨¦mico sinti¨® la irrefrenable tentaci¨®n de ba?arse en el mar; y como no llevaba ba?ador ni nada, se lanz¨® al mar desnudo, y por eso s¨¦ que Luis Mateo D¨ªez es todas aquellas cosas, pero tambi¨¦n es robusto, atl¨¦tico, pero extraordinariamente p¨¢lido de cuerpo. Desnudo integral de acad¨¦mico. No es muy frecuente.
Babelia
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