La venganza de Anelka
El franc¨¦s quiere resarcirse el domingo de las vejaciones que dice haber sufrido en el Madrid
"Lo bueno del f¨²tbol es que siempre te da revancha", dec¨ªa Maradona, sin sospechar que a?os m¨¢s tarde, un chico franc¨¦s de aire distra¨ªdo masticar¨ªa la misma idea. Nicolas Anelka (Par¨ªs, 1979) quiere reivindicarse ante el f¨²tbol espa?ol y el destino se lo ha puesto en bandeja. La suerte le ofrece un partido de f¨²tbol: Francia, su selecci¨®n, contra Espa?a. Y noventa minutos para exorcizar algunos de los demonios que le afectan desde que lleg¨® al Real Madrid, hace un a?o, con la carga de haber costado 5.600 millones de pesetas. Un a?o del que Anelka guarda una colecci¨®n de agravios. Conserva intactas las impresiones de su paso por la Liga espa?ola, donde apenas ha dejado un rastro de pol¨¦micas, de rebeld¨ªa y de frustraci¨®n. Recuerda que en el vestuario del Madrid se sinti¨® extra?o. Un bicho raro expuesto a la introversi¨®n. Deprimido bajo la tiran¨ªa de dos jugadores a los que ha se?alado varias veces como culpables de sus desgracias: Hierro y Ra¨²l. Dos compa?eros y dos villanos en su mente. Dos tipos que el domingo le ver¨¢n enfundarse la camiseta del adversario. "No me olvido de lo que he pasado en el Madrid", anunci¨® un arrogante Anelka, antes de la Eurocopa. Y el f¨²tbol le ofrece una revancha."Me tratan como a un perro", se lamentaba Anelka a sus hermanos. No soportaba que ¨¦l, habiendo llegado con vitola de estrella, fuese ignorado por la mayor¨ªa de sus compa?eros en el Madrid. No toleraba el trato ¨¢spero de Hierro. "?D¨¢le una hostia y se solucionar¨¢ todo!", le recomend¨® un amigo. Pero nada. Anelka bajaba la cabeza y recog¨ªa su prodigiosa musculatura en un ovillo melanc¨®lico. Reclamaba protagonismo y en el Madrid le devolv¨ªan miradas de reprobaci¨®n. Sus elevados ingresos, de cerca de 700 millones de pesetas al a?o, despertaban cierta envidia por parte de algunos compa?eros que, siendo veteranos, ganaban mucho menos.
El clima se enrareci¨®. Anelka protest¨® sus continuas visitas al banquillo y un d¨ªa, en v¨ªsperas de un partido de Liga de Campeones, en el vestuario del Estadio Ol¨ªmpico de M¨²nich, la tensi¨®n estall¨®. Hierro lo cogi¨® por la camiseta y lo zarande¨® entre gritos amenazadores. Luego Anelka se neg¨® a entrenarse en cuatro ocasiones al descubrir que su t¨¦cnico, Vicente Del Bosque, no le hac¨ªa jugar como titular en lugar de Morientes. Fue la culminaci¨®n de la crisis. Un conflicto que se sald¨® con una multa del club y una suspensi¨®n de m¨¢s de tres semanas de las que Anelka sali¨® con aire indiferente.
Anelka no ha metido ni un gol en esta Eurocopa. Comenz¨® como titular junto a Henry, pero la prensa de su pa¨ªs se inclina por cuestionarlo. Aprovechando unas molestias que Anelka sufre en la rodilla derecha, de la que fue operado de rotura de menisco, un sector pide su sustituci¨®n por Dugarry. El ex delantero del Barcelona tiene el apoyo de Zidane en el vestuario galo. Pero el seleccionador, Roger Lemerre, a¨²n defiende a Anelka y destaca que facilita la creaci¨®n de espacios m¨¢s all¨¢ de su rendimiento como goleador: "No importa qui¨¦n marque, lo importante es que Francia meta goles. Y Anelka, con sus movimientos y su velocidad, abre puertas para la llegada de otros jugadores". La velocidad. Esa cualidad sostiene a Anelka en su selecci¨®n por encima de cualquier otra. Tiene un arranque dif¨ªcil de aguantar para los defensas. Posee un f¨ªsico portentoso y sus compa?eros le aprecian. Francia es su puerto reparador. En el Madrid, hace poco, un compa?ero suyo rebajaba su cotizaci¨®n: "Se sostiene por su f¨ªsico, porque de f¨²tbol no sabe nada... pero que meta goles, que meta goles, as¨ª lo venden". El pr¨®ximo domingo, nuevo cap¨ªtulo del culebr¨®n Anelka.
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