Reversibilidad
LUIS DANIEL IZPIZUA
A ella no le gusta la palabra desesperanza. Dice que el calor no le asusta y que le encanta este sol espl¨¦ndido, que le da vida. Le replico si le gusta m¨¢s la palabra desesperaci¨®n, que el calor hace chorrear un futuro incierto. Le digo. Este sopor del cerebro hace que la realidad reverbere y ese es su significado: una inaprensible lejan¨ªa. Ella me lee. Osip Mandelstam: "No podr¨¦is arrancar mis labios tr¨¦mulos". Le pregunto si es l¨ªcita nuestra entrega a la intimidad y me responde que s¨ª, que era necesario recuperarla y hablar desde ella. Para defenderla, a?ade. Es lo que tenemos y lo que no nos deben arrancar, la intimidad no es ajena al mundo. Cierra el libro y exclama: el resto es tiran¨ªa.
Quiero abarcar el mundo desde esta intimidad irrenunciable. Me dejo caer en su mirada y veo que sus labios tiemblan. S¨¦ lo que quiere decir ese temblor, lo que pide, pero necesito ir m¨¢s all¨¢, y comprendo que lo que pide es una s¨²plica si emplazo ese temblor en un mundo. Le pregunto, ?por qu¨¦ no nos dan la oportunidad de ser felices? ?Por qu¨¦ se empe?an tanto en anular toda posibilidad de que destilemos un destino, tuyo y m¨ªo? Si miramos hacia atr¨¢s, no vemos m¨¢s que una vida plena de obst¨¢culos, y dolor, y desastres, opuestos a una demanda muy simple, la de mirar y vivir acordes con la mirada. Se trata de dominar, me dice ella, y el dominio exige siempre un desenfoque de nuestra mirada al mundo. Lo que mueve el mundo no es el amor, es el miedo.
Protesto, protestamos. Y somos conscientes de que esa protesta multiplica el miedo. Pero sabemos tambi¨¦n que es un acto de rebeld¨ªa y que nuestra intimidad la necesita. Si no se supiera libre, una afirmaci¨®n y no un residuo, no tendr¨ªa campo de acci¨®n para explayarse. No s¨¦ lo que querr¨ªa decir te quiero, si sospechara que te quiero era solamente el ¨²ltimo reducto, la sombra condenada del mundo. Le digo que aqu¨ª, en Euskadi, el miedo ha conseguido imponer esa sombra condenada y que nuestra voluntad de vivir, ese deseo que se articula en unas instituciones que tratan de suprimir el miedo y hacer del amor una elecci¨®n abierta al mundo, no parece haberse dado cuenta de ello. Me advierte de que si sigo hablando as¨ª me dir¨¢n que demonizo o que criminalizo ?Y t¨² que piensas?, le objeto. Que en mis labios tr¨¦mulos hay un impulso de amor libre, me responde.
Le pregunto qu¨¦ puede ocurrir en un pa¨ªs gobernado por un partido que carece de un proyecto definitivo y que cuestiona la validez del proyecto en el que se funde su legitimidad. Me responde que ese partido es un ciego y que necesita un lazarillo si no quiere llevar al pa¨ªs al desastre. Le digo que el lazarillo existe, y que es m¨¢s astuto que el de Tormes cuando hizo saltar a su ciego contra un poste para que salvara un riachuelo y lo dej¨® fuera de combate. Que ese lazarillo s¨ª tiene un proyecto, ante el que nuestro ciego partido gobernante se sit¨²a en posici¨®n vicaria, proyecto que no podr¨ªa ver coincidente con el suyo en caso de que tuviera alguno. Le pregunto si sigue mi f¨¢bula, y me responde que s¨ª y que est¨¢ de acuerdo con ella. Que un pa¨ªs gobernado por un partido en minor¨ªa, que carece de un proyecto definido, y que se halla en situaci¨®n vicaria de tira y afloja con otro partido que cuestiona las instituciones, priva de legitimidad a ese Gobierno y justifica la violencia contra sus opositores, que ese pa¨ªs, subraya, se halla en situaci¨®n f¨¢ctica de golpe de estado. Pues ese pa¨ªs es el nuestro, le digo. Me lo confirma, y deposito un beso de consuelo en sus labios tr¨¦mulos.
Nos decimos que una situaci¨®n f¨¢ctica de golpe de estado es una situaci¨®n reversible. Y que ese debe ser el objetivo de las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas: la reversibilidad, el regreso a la libertad. El final de la ceguera, la defensa, no s¨®lo el acatamiento, de la legalidad. La confianza en las instituciones y no en suced¨¢neos que parecen siempre cuestionarlas: foros, mesas, todo ese confuso mobiliario que desordena la casa. El di¨¢logo entre las fuerzas que las asumen para lograr un acuerdo democr¨¢tico que les satisfaga. El rechazo de proyectos de imposici¨®n que hacen de la exclusi¨®n su raz¨®n de ser y su pr¨¢ctica. La l¨ªnea de la libertad est¨¢ claramente trazada. Nuestro Gobierno debe dar el paso o pediremos su dimisi¨®n. Nuestra intimidad se lo exige. Y se lo agradecer¨¢.
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