?Hay alguien en casa?
Ni Camacho ni la Federaci¨®n quisieron ofrecer explicaci¨®n oficial alguna sobre la actuaci¨®n de la selecci¨®n espa?ola
Cada dos a?os, la selecci¨®n regresa a casa mucho m¨¢s pronto de lo que se supon¨ªa antes de cada Mundial o Eurocopa. En algunos casos se ha hablado de fracaso, en otros de decepci¨®n. Esta vez se ha visto el verdadero puesto del equipo en la escala del f¨²tbol. La derrota ante Francia admite opiniones encontradas, pero b¨¢sicamente la distancia con el campe¨®n del mundo no admite dudas. No hay un jugador en nuestro pa¨ªs como Zidane, y son varios los internacionales que sufren de veras en la comparaci¨®n con los franceses. Espa?a alcanz¨® su techo frente a un rival que estaba por encima en la escala del f¨²tbol. Esta observaci¨®n evita pensar en un fracaso de Espa?a, situada en un segundo orden cuando se trata de la selecci¨®n. Desde 1984 no se han alcanzado las semifinales de ning¨²n gran torneo, dato que no puede pasar desapercibido en un pa¨ªs que coloca regularmente a sus clubes entre los mejores de Europa. Lo mismo ocurre con las selecciones juveniles, capaces de conseguir lo que no logra el buque insignia. A pesar de la resignaci¨®n con la que se ha acogido la eliminaci¨®n de Espa?a, en el ambiente hay un debate sobre las causas que procuran el irrelevante papel de la selecci¨®n en el f¨²tbol mundial. El debate est¨¢ abierto, pero no ser¨¢n los dirigentes de nuestro f¨²tbol los que aporten alguna reflexi¨®n.No hay nada m¨¢s nocivo que el silencio total de la Federaci¨®n, y del seleccionador Camacho, despu¨¦s de la eliminaci¨®n. Dos horas despu¨¦s del partido con Francia se produjo una desbandada que explica muchas cosas de la percepci¨®n -o de la inexistente percepci¨®n- que se tiene del equipo nacional entre nuestros dirigentes. Espa?a acaba de disputar una de las dos principales competiciones del mundo. Ese simple dato obliga a sacar conclusiones, a responder preguntas, a buscar perspectivas nuevas para el futuro, a asumir la Eurocopa como un examen sobre el estado de nuestro f¨²tbol. ?Qu¨¦ respuesta hemos encontrado por parte de los principales responsables de la Federaci¨®n? Ninguna. ?Qu¨¦ explicaci¨®n oficial ha ofrecido Camacho sobre el rendimiento del equipo? Ninguna. ?Qu¨¦ se puede esperar en el futuro de un equipo que cierra el chiringuito sin que nadie se detenga a meditar sobre sus constantes vitales? Nada.
El fracaso de la Eurocopa no est¨¦ determinado por la posici¨®n que ha alcanzado Espa?a, o por las dudas que ha generado su juego. El fracaso es de otro orden. Es de dejadez. O de falta de ideas. O de una perspectiva amplia de lo que significa la selecci¨®n. Antes de que Espa?a fuera eliminada de la Eurocopa, otras selecciones de prestigio hab¨ªan quedado fuera de combate. Y en todas ellas se escuch¨® una explicaci¨®n, se tomaron decisiones, se prometi¨® una b¨²squeda de soluciones. Lo primero que hizo Keegan cuando pis¨® suelo ingl¨¦s fue ofrecer una conferencia de prensa. All¨ª hizo balance de lo que hab¨ªa sucedido en la Eurocopa. Desde lo puramente futbol¨ªstico hasta las consecuencias de lo extrafutbol¨ªstico: la actuaci¨®n de los hooligans, por ejemplo. Lo mismo sucedi¨® con Erich Ribbeck en Alemania. Convoc¨® a la prensa, y a trav¨¦s de los periodistas comunic¨® su dimisi¨®n al pueblo llano (Ayer se conoci¨®, por cierto, que su sustituto ser¨¢ finalmente Christoph Daum, entrenador del Bayer Leverkusen).
En estos pa¨ªses, y en cualquiera que tenga a la selecci¨®n como bandera del f¨²tbol nacional, los dirigentes asumen su responsabilidad a pecho descubierto. Para lo bueno y para lo malo. Y hasta para lo puramente formal. En el caso espa?ol, ayer se observ¨® una orfandad pat¨¦tica. Cerrado por vacaciones, se dijo. No hubo un solo comentario oficial sobre el papel que ha cumplido la selecci¨®n y sobre las consecuencias que se han obtenido. No vale decir que Espa?a nunca ha ganado nada. Hay que decir porqu¨¦. Y hay que decirlo en tiempo y forma. O sea, ayer. Mientras no se asista a un liderazgo real en nuestro f¨²tbol -gente capaz de interpretar lo que sucede a su alrededor- , la selecci¨®n estar¨¢ obligada a cumplir el papel secundario que le corresponde desde hace d¨¦cadas. Donde no hay reflexi¨®n ni explicaciones, no pueden esperarse ideas brillantes. O, por lo menos, alguna idea. Lo que ahora se observa es una sensaci¨®n absoluta de abandono que s¨®lo puede conectarse con la falta de responsabilidad. La gente quer¨ªa ayer alguna respuesta. No obtuvo ninguna. En un d¨ªa importante, no hab¨ªa nadie en casa.
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