Terrazas
Las terrazas se sienten acosadas por el Ayuntamiento y los vecinos por las terrazas que no les dejan conciliar el sue?o. Nunca estamos todos contentos. Con lo agradable que puede ser, por ejemplo, una terraza abierta junto al r¨ªo, con su sabor ex¨®tico, o incluso encerrada entre manzanas de pisos; con lo prometedores que son sus veladores cuando se comienza a respirar la oscuridad en las noches de verano. Algunas tienen un griter¨ªo normal, porque aqu¨ª todos hablamos con voz potente y fuerte, y cierran a horas prudentes; otras ponen m¨²sica que no suele ser precisamente enso?adora ni desde lejos, y no resulta f¨¢cil comprender esa man¨ªa de cargarla atronadora, como para sordos. Pero es que resulta que as¨ª es como se anima al personal, a todo volumen, que la animaci¨®n quiere decir gente y gente significa negocio.Hay problemas y misterios. Un problema es la protesta de unos y otros, y un misterio es la atracci¨®n que ejerce la m¨²sica estridente. Claro que a quienes nos queda lejos la juventud olvidamos esa necesidad de vivir el entusiasmo sin l¨ªmite que, pienso, el ruido estent¨®reo les ayuda a conseguir lati¨¦ndoles desde los adentros, palpitando las vibraciones por todo el cuerpo, acelerando la vida que sienten que les fluye despacio, matando la impaciencia con frenes¨ª. Adem¨¢s as¨ª tienen la ventaja de no tener que molestarse en hablar.
Lo que ocurre es que, con este ¨ªndice de natalidad que arrastramos por los suelos, cada vez somos m¨¢s los que, no siendo tan j¨®venes, preferimos tomarnos una copa charlando, m¨¢s quienes, con el sonido estridente y machac¨®n, en lugar de vivir desvivimos, tal como si nos inyectaran una solitaria enervante en las entra?as para maltratarnos los t¨ªmpanos y arrebatarnos el aliento, que es quedarse tambi¨¦n sin otras muchas cosas m¨¢s; gente que no tenemos el menor inter¨¦s en apresurar los minutos sino todo lo contrario: pasearlos despacio y suave, sin perderse nada y sin arrebatos.
De todo tendr¨¢ que haber, digo yo, y para todos los gustos, pero como se trata de placeres l¨²dicos, quiz¨¢ no debieran ser impuestos sino elegidos, sobre todo durante las horas de descanso.
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